DANDYS Y CÍNICOS

Todo ha pasado pero el cine -y Cineteca Nacional con sus alambritos fílmicos- permanece, como un gran amor, pero ya lo escribió Franz Kafka: «Todo lo que amas probablemente se perderá, pero al final el amor volverá de otra manera». En otros ojos o en otra película, tal vez. ¡Qué le gane Tinieblas al Doctor Pelayo!

Por José Antonio Monterrosas Figueiras

I.

Tinieblas, leyenda viviente del cine de luchas, ¿habrá homenaje a el Gigante Sabio en los 50 años de Cineteca?

Fue a mediados de los años noventa, 1997, cuando por primera vez asistí a la Cineteca Nacional. Fue gracias a una novia de la universidad, quien me llevó a ese lugar. Karla me presentó a un amigo de su tía, se llamaba Ludovico. El afable Ludovico, quien era boletero, nos daba acceso a las salas, mientras el seguía leyendo algún libro. Karla y yo estudiábamos la carrera de Ciencias de la Comunicación, en la Universidad Intercontinental, teníamos apenas un semestre. Además de que el maestro, Hugo Léon, de Teorías de la Comunicación, nos mandaba a ver películas, de pronto, Karla y yo, ya entrabamos a las de la Muestra Internacional de Cine, cuando esas funciones eran a las 9 de la noche. Salíamos volados de la Uni, abordo de un Tsuru azul chiclamino, para llegar a ver las películas que eran más de una veintena. Ahí conocí el cine que me hizo dormir y luego reflexionar, al grado de que un día tuve dos largas conversaciones con el cineasta griego Theo Angelopoulos cuando, en 2004, vino a México. Tiempo después la relación entre Karla y yo se rompió, pero permaneció una amistad con Ludovico, quien me daba acceso a seguir viendo películas, Muestras y todo. Al final Karla Ramírez y yo, después de más de dos décadas seguimos siendo amigos, pero a ella es a quien le debo mucho, mucho en esa aventura. ¡Gracias Karla, mereces el cielo con Bruno Bichir al lado!

II.

Un día, ya en el siglo XXI, en mi última etapa de la universidad, conocí a Ernesto, quien era el encargado del Centro de Documentación de Instituto Mexicano de la Radio (IMER), donde yo programaba y hacía guiones para Horizonte 108, la recién estación inaugurada el 14 de febrero de 2000, que abrió el camino al jazz en la radio de la Ciudad de México. Años después dejé el IMER, me fui a Guadalajara a vivir, luego volví a la Ciudad de México en el 2004, me reencontré con Ernesto en el Festival de Cine de Guanajuato, Expresión en Corto, reanudamos la comunicación y nos reuníamos en Cineteca Nacional a tomar café, junto con Héctor, quien lamentablemente falleció el año pasado. Ernesto, Héctor y yo, conversábamos de cine, íbamos a festivales de cine, éramos felices en Cineteca Nacional, éramos felices. Ernesto Medina y Héctor Trejo, tenían un programa de radio que se llamaba Cinematógrafo 04, yo los apoyaba en la producción. Ernesto Medina conducía junto con el maestro y amigo, Luis Carrasco, en tanto Héctor era su productor. Por años seguimos juntos, un día en el Festival Internacional de Cine de Acapulco, en la playa, hicimos una carrerrita a la orilla de la playa. Ernesto corrió y corrió, no recuerdo si yo fui el último y Héctor se quedó a la mitad, pero ese momento hizo que Ernesto cambiara el cine y sus festivales, por correr en maratones por el mundo como Haruki Murakami, así como lo cuenta en su De qué hablo cuando hablo de correr. Ernesto se volvió un corredor de dimensiones cinematorgráficas, Héctor un académico y crítico de cine y yo continué yendo a Cineteca Nacional, seguí cubriendo sus actividades para revistas culturales como Replicante y Revés, para luego lanzarme con esta revista, Los Cínicos, que nació luego de estar en un programa con ese nombre que se realiza en una estación de radio de Toluca. Así que aquí sigo, o eso he tratado, de hacer crítica, periodismo y por qué no: cinismo, lo más libre posible.

Inolvidable todo, mi declaración de amor a una mujer en una sala de cine donde mi película ere ella, solo ella; borracheras interminables en la terraza de Cineteca con los críticos de cine más serios -y no tanto- del país; películas donde se les salían los alambritos a sus directores y directoras que ven puro cine de calidad, of course.

José Antonio Monterrosas Figueiras

III.

Hemos llegado a este 2024, hay mucho que recopilar, pero por hoy, en este aniversario es suficiente. Inolvidable todo, mi declaración de amor a una mujer en una sala de cine donde mi película era ella, solo ella; borracheras interminables en la terraza de Cineteca con los críticos de cine más serios -y no tanto- del país; películas donde se les salían los alambritos a sus directores y directoras que ven puro cine de calidad, of course, y claro, cómo olvidar ese día que un trío de luchadores enmascarados irrumpieron el sagrado recinto porque ahí no se ven las películas del Santo, a menos sea en los corrales del cine de terror o que sea 28 diciembre, el Día de Los Santos Inocentes -¿o será porque ese día nació el cine en el mundo, el 28 de diciembre de 1895, en la que se proyectaron al público las primeras películas realizadas por los hermanos Auguste y Louis Lumière, en París?-. La he pasado muy divertido ahí desde mediados de los años noventa del siglo pasado, repito. Y creo que este 2024, Tinieblas y Aluxe pelearán contra Pelayo y Carro, lucha de octagenarios, será la batalla final. Los que me conocen ya saben a qué me refiero. Ah, sólo decir que cuando Alejandro Pelayo fue por primera vez director de Cineteca Nacional, de 1997 a 1999, en el último periodo del PRI hegemónico, yo era un estudiante universitario e iba al recinto de Xoco, antes del cambio de cosmético que vivió esta Cineteca, en 2012, cuando Paula Astorga fue la directora, antes de que Alejandro Pelayo volviera, un año después y hasta hoy 17 de enero de 2024 -y contando-. Trece años después, sigue siendo su director y Nelson Carro, su programador.

Todo ha pasado pero el cine -y Cineteca Nacional con sus alambritos fílmicos- permanece, como un gran amor, pero ya lo escribió Franz Kafka: «Todo lo que amas probablemente se perderá, pero al final el amor volverá de otra manera». En otros ojos o en otra película, tal vez.

¡Qué le gane Tinieblas al Doctor Pelayo!

José Antonio Monterrosas Figueiras es periodista cultural y cronista de cine. Es editor cínico en Los Cínicos. Ha colaborado en diversas revistas de crítica y periodismo cultural. Conduce el programa Cinismo en vivo.


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