CINISMO SUPERADEREZADO

Longlegs (EUA, 2024), de Oz Perkins, es una película exagerada y confusa. Le metieron demasiadas cosas, como si fuera una ensalada sin límite de toppings, crocantes y proteínas, en donde además se escogieron todos los aderezos. Y aunque esto sea un modo exagerado de decir que exageraron, la verdad es que sí se pasaron un poco.

Por Fernando Ramírez Ruiz

«Longlegs, el payaso encarnado por Nicolas Cage, me recuerda Joker o a Pennywise», señala Fernado Ramirez Ruiz.

Se le ha criticado a Longlegs (EUA, 2024), de Oz Perkins, que es una película exagerada y confusa, que le metieron demasiadas cosas, como si fuera una ensalada sin límite de toppings crocantes y proteínas, en donde además se escogieron todos los aderezos. Y aunque esto sea un modo exagerado de decir que exageraron, la verdad es que sí se pasaron un poco.

La razón es que le metieron el libro del apocalipsis, un gato del demonio que sale sólo en una toma, unas letras de T Rex que salen al principio que quién sabe que tienen que ver con la historia, frases recurrentes como «Soy el amigo de un amigo de un amigo» o «El hombre de abajo», un algoritmo… en fin, todo lo que pudiera crear una atmósfera, pero que al final acaban haciendo, repito, una historia exgerada y confusa.

Abajo de todos los extras tenemos otra película estelarizada por Nicholas Cage sobre un culto maligno, como la de Willy´s Wonderland (EUA, 2021). A mí me hubiera parecido más interesante si se hubieran ido con la idea de que era un asesino tipo Charles Manson (El Anticristo de Hollywood) que hacía que otros mataran por él, así como dice uno de los personajes al principio, sin meter lo satánico, que a mí el patas de cabra me es intramuscular, pero bueno.

¿A fin de cuentas, qué se puede esperar de una película donde un personaje dice que ser satánico es legal en América, como si fuera algo escandaloso e increíble? Para una mentalidad medieval que quisiera meter adoradores de satán a la cárcel, la intuición debe ser algo demoniaco también. Suena lógico.

Fernando Ramírez Ruiz

El caso es que en Longlegs tenemos otra historia en donde el mal se mete por medio de lo más inocente y familiar: Una monja, los regalos de cumpleaños, la propia madre de uno o el sonriente payasito Longlegs, encarnado por Cage, que sí, está muy bien en el papel. Ese payaso, por cierto, me recuerda algo al Joker o a Pennywise, y curiosamente, al igual que en la película Coraline, unas muñecas que son como las niñas a las que se las regalan, así que… ¿Cómo desconfiar de lo que se parece a nosotros?

Con lo que si no estoy de acuerdo es que relacionen la intuición o la percepción extrasensorial con lo satánico. Es cierto que el poder maligno, como el de las sectas, los fandoms, los fanatismos políticos y de todo tipo hace que la gente volteé a ver ciertas cosas y no otras y se niegue a ver lo evidente, como la protagonista que vivía con asesinos seriales sin darse cuenta, pero la intuición es exactamente lo contrario, es eso que nos dice que algo no está bien aunque se vea bien, esa idea que acaba siendo cierta aunque no lo parezca al principio.

¿A fin de cuentas, qué se puede esperar de una película donde un personaje dice que ser satánico es legal en América, como si fuera algo escandaloso e increíble? Para una mentalidad medieval que quisiera meter adoradores de satán a la cárcel, la intuición debe ser algo demoniaco también. Suena lógico.

*Versión cínica retomada del blog Smile on a dog.

Fernando Ramírez Ruiz estudió en la prepa de La Salle, de la Ciudad de México, al lado del hijo del presidente Miguel de la Madrid y en la secu Nuevo Continente se enamoró de Lucerito, tiempo después cruzó miradas y le dijo quiúbole a Yordi Rosado en la Universidad Intercontinental, de la que desertó de la carrera en Ciencias de la Comunicación. Ha conocido a Diego Luna, fue Stand in de Sasha Sokol y el Chivo Lubezki en una película. Está escribiendo el libro de memorias: «Quiúbole con mis encuentros con los famosos».


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