DANDY Y CÍNICOS
«Más de 400 cuerpos y el Estado lo sabía»
«¡Ese fue un horror!», exclamó esa joven. «Buscar entre cada objeto es algo que no le deseamos a nadie. No sé cuántos lugares así se van a encontrar en México, pero me rompe el corazón saber que no va a ser el único».
Por José Antonio Monterrosas Figueiras
I.

Fui a la manifestación del sábado porque quería ser testigo del reclamo de las familias de desaparecidos en Jalisco y México, por lo encontrado en el rancho Izaguirre, en Teuchitlán, el 5 de marzo, mostrado al mundo, mediante redes sociales, por parte del Colectivo Guerreros Buscadores, un campo de exterminio, con hornos clandestinos, restos humanos, ropa, zapatos, figuras de la Santa Muerte y libretas que evidenciaron que en ese sitio, a menos de una hora de Guadalajara, hubo cientos de personas que fueron privadas de su libertad, torturadas y muchas de ellas asesinadas para luego ser desaparecidas. 1
La convocatoria para la concentración frente al Palacio de Gobierno de Jalisco, en el centro de Guadalajara, fue a las 5 de la tarde. Solicitaron llevar velas y zapatos para dejarlos ahí como símbolo de que todos somos los desaparecidos, como expresión visible de que nos faltan miles de personas en casa, como muestra al mundo del hartazgo por este luto suspendido que vive México y familias enteras -aunque muchos se nieguen a aceptarlo simplemente por no contradecir la narrativa del gobierno en turno al que le profesan fe ciega-. Yo me pregunto: ¿A caso pudo más la indignación por una película realizada por un francés, porque familiares de desaparecidos cantan por las calles clamando justicia y eso -dicen muchos- es un insulto mayor para nuestro soberano dolor nacionalista? Curioso eso sí, porque no hay que olvidar que varios musicales son sobre algunas barbaries y locuras hechas por la humanidad.
La noticia sobre lo destapado en Teuchitlán provocó que varios se preguntaran sorprendidos que cómo que campo de concentración, que cómo que hornos clandestinos, que cómo que exterminio de personas. Eso no pasa en México. ¿No es una exageración esos términos? La misma presidenta Claudia Sheinbaum se indignó por nombrar a sí a ese rancho.
Por supuesto que esta no es la primera vez que eso sucede en México, ahí tienen la masacre de Allende, en Coahuila, por ejemplo. El periodista Juan Alberto Cedillo en su libro La masacre de Allende. Crónica de un crimen de Eztado, del 2023, menciona la palabra genocidio -sí, genocidio y exterminio, también- que se registró en Allende y el norte de Coahuila a partir del 18 de marzo de 2011. Cuesta decirlo «más si deseas exteriorizar empatía y asumir como propia la tragedia que han vivido las víctimas», subraya el periodista colaborador de la revista Proceso y la agencia EFE. «La guerra que vive México desde que el expresidente Felipe Calderón desató las hostilidades en una lucha por el control del narcotráfico -y no contra él- el sector que se ha llevado la peor parte es la población civil», se lee en este libro de Editorial Terracota sobre la masacre de 300 personas, a cargo de Los Zetas, que la autoridad local y federal en turno lo sabía. 2

Lo que tal vez fue distinto a otros momentos en los últimos años, es que un colectivo de madres buscadoras fueron a ese rancho ubicado en Teuchitlán, Jalisco, por la búsqueda de un familiar de uno de sus integrantes y encontraron los restos de un infierno en la tierra y que lo exhibieron y denunciaron mediante Facebook. Desde hace tiempo, además, se sabía que en la Central Camionera Nueva de Guadalajara desparecían jóvenes, los cuales iban ahí por supuestas ofertas laborales, las cuales veían también en esas mismas redes sociales. No es dificil entender que todo esto sólo era cuestión de tiempo para que reventara, ¿verdad?
En una nota del diario La Razón, publicada el 12 de marzo, el investigador y coordinador del proyecto Desaparición Forzada en México y América Latina en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Édgar Chávez Hernández, explicó que en el caso de las desapariciones, «la preocupación sobre cómo el llamado de las familias a las autoridades para realizar un trabajo en conjunto que permita localizar a sus seres queridos, se ha convertido en un traslado de la responsabilidad completa hacia los parientes, que se han formado en colectivos para realizar lo que debería hacer el Estado». 3 Mientras las autoridades miran para otro lado y el crimen organizado se profesionaliza en sus actividades ilícitas, los colectivos de madres buscadoras -a contracorriente de todo, gobierno federal y local, grupos delincuenciales y gran parte de la sociedad- continúan con su objetivo a punta de barillas videntes, picos y palas, que es encontrar a sus familiares desaparecidos.
II.
El Colectivo Luz y Esperanza, conformado por voluntarios dedicado a la búsqueda y apoyo a familias de personas desaparecidas. fue el que llamó a esta reunión frente a Palacio de Gobierno de Jalisco, mismo que se replicó a nivel nacional e internacional como una muestra de luto y vigilia por lo sucedido en Teuchitlán, que no es un hecho aislado dicho sea de paso. Ahí hubo pronunciamientos de familias que buscan a sus seres queridos. No, no eran «opositores», tampoco «la derecha hipócrita», eran familiares y personas que fueron a solidarizarse con esta causa, también estuvieron periodistas, fotógrafos, cineastas para hacer registro, la sociedad en general también los acompañó y claro, los colectivos de búsqueda. No eran pocos, tampoco es que haya sido una cifra desbordante, fuimos alrededor de 2 mil personas. Quien no fue es porque no quiso, no pudo, no le interesó, no se enteró o tal vez todas juntas.
De varias personas que pasaron a hablar al micrófono abierto, el cual estaba rodeado por gente y en medio de velas, así como fotografías y mantas puestas en el suelo, con la información de personas desaparecidas, una chica, cuyo nombre no registré, dijo estar buscando a su hermano desde el 11 de julio de 2018, es decir, lo ha buscado durante todo el sexenio del ahora ex gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, que finalizó el año pasado, y continúa con esta difícil tarea, en estos primeros meses en que Pablo Lemus es el nuevo gobernador de Jalisco, que dicho sea de paso, ambos pertencen a Movimiento Ciudadano.

«Mi hermano desapareció en Autlán de Navarro, Jalisco», señaló con la voz quebrada esa chica. «Mi hermano acababa de egresar de la preparatoria regional de Autlán de la UdG», agregó. «Mi hermano estaba haciendo trámites para entrar a la Universidad de Guadalajara», continuó, «y mi hermano desapareció, no sabemos nada de él», concluyó.
Siguió explicando que la ropa de su hermano sigue en sus cajones. «Sus zapatos -enfatizó- siguen en el cuarto, excepto con los que se lo llevaron. Nosotros al igual que muchos de aquí que tienen personas desaparecidas, familiares, parejas, amigos, buscamos entre cada objeto que encontraron en ese lugar (en la Rancho Izaguirre de Teuchitlán), tratando de encontrar, identificar algo que nos pudiera acercar a la persona que estamos buscando».
«¡Ese fue un horror!», exclamó. «Buscar entre cada objeto es algo que no le deseamos a nadie. No sé cuántos lugares así se van a encontrar en México, pero me rompe el corazón saber que no va a ser el único». En ese momento, esa joven que dice que su mamá no para de rezar día y noche, convocó a la unidad: «Necesitamos unirnos, necesitamos cambiar la manera en la que pensamos, necesitamos empatía, unidad, fortaleza, tenemos que cambiar muchas cosas, porque tenemos a mucha gente que estamos buscando y mucha gente que no queremos buscar. Los queremos vivos», finalizó.
Siguió explicando que la ropa de su hermano sigue en sus cajones. «Sus zapatos -enfatizó- siguen en el cuarto, excepto con los que se lo llevaron. Nosotros al igual que muchos de aquí que tienen personas desaparecidas, familiares, parejas, amigos, buscamos entre cada objeto que encontraron en ese lugar (en la Rancho Izaguirre de Teuchitlán), tratando de encontrar, identificar algo que nos pudiera acercar a la persona que estamos buscando».
III.

Luego de oír muchos testimonios terribles, realicé un recorrido. Vi velas puestas en el suelo, que había personas que no dejaban que se apagaran, si así era las volvían a prender con otras velas o encededores, también vi zapatos, ¡cientos de zapatos!, esparcidos sobre redes de color rojo, pude leer los reclamos y consignas escritas en cartulinas, las cuales ya no se podrán borrar porque están en nuestra memoria, en nuestros fotos de los celulares, en nuestros videos que colgamos en redes sociales, en estas crónicas. Así que aunque al día siguiente tal vez fueran echadas a la basura por el personal de limpieza, aquí permanecerán. «Más de 400 cuerpos y el Estado lo sabía», es tal vez una de las frases que creo se quedarán para siempre sobre lo sucedido en Teuchilán, Jalisco.
Dos jóvenes que tal vez no sabían qué pasaba a unos metros donde ellos estaban, se instalaron para poner música electro-gótica que ya salía desde una bocina iluminada. La rola que se escuchaba era «She» de la banda neerlandesa Clan of Xymox («Ella se siente tan perdida / Si alguien / Ella se siente sola / Como sin un alma», dice la canción en inglés en una de sus estrofas). La gente viene y va en esa esquina entre el Palacio de Gobierno de Jalisco y el parque donde se encuentran esos chicos darks. Ambas expresiones, de los familiares de los desaparecidos, como la de este par de amantes del synpop, buscaban la manera de ser vistos en esa tarde en la que ya caía la noche.
Más adelante, cuando decido partir de ahí, pues ya tenía más de tres horas en ese sitio que era un torbellino de emociones, me encontré a un imitador de Paquita la del Barrio, con vestimentas negras como si supiera que cerca había una vigilia, un luto. Roy, su nombre, claro que no sabía sobre lo que sucedía a unas cuadras, pensar que hace unas semanas salí de casa para buscarlo precisamente a él, esto luego de la noticia de la muerte de la intérprete de «Que me perdone tu perro», esa canción que sonaba en su bocina, mientras lo empezaba a grabar con mi celular. Inesperadamente se apagó la bocina por falta de batería.

Me acerqué a Paquita para cruzar un par de palabras y explicarle que días antes del fallecimiento de la cantante, de la cual estaba personificada, yo lo busqué porque lo había visto cantar por estas calles. Le tomé algunas fotos, anoté sus datos para luego poder platicar con calma. Me despedí porque muy pronto el centro de Guadalajara se convertiría en un dormitorio de decenas de personas que viven en la calle. En breve esto sería un set para filmar una película de terror.
IV.
Rumbo al centro de Guadalajara para estar en la manifestación ya mencionada, leí en la columna de José Luis Martínez S. de ese sábado -sábado en que muchos estaban más preocupados en el partido del Atlas contra el America, que en este gravísimo tema de los desparecidos en Jalisco y México-, algo que no parece estar desvinculado a todo este tema de Teuchitlán y que yo ya lo he dicho en otros momentos, acerca de esta curiosa y macabra relación entre la violencia de hoy sucedida en sitios que en tiempos prehispánicos eran zonas sagradas -y no por ello menos violentas-. Como si a muchos mexicanos de ahora, abrumados por ese esplendor de nuestro pasado, supiéramos que lo único que podemos hacer bien, es manchar de sangre esos lugares, para ser recordados como la más burda versión de esos tiempos de gestas «gloriosas». Apuntó José Luis que en «Teuchitlán existen unas pirámides redondas donde cada 21 de marzo cientos de turistas se congregan para cargarse de energía positiva». Acá se le conoce a Teuchitlán como la Zona Arqueológica de Los Guachimontones.
Se pregunta además el editor del suplemento cultural Laberinto, que si este año, «¿sentirán las buenas vibras o solo escucharán, en el alma, el llanto y los gritos de quienes padecieron ese infierno?» Agrega más cosas interesantes en su texto, como las palabras de la poeta Silvia Eugenia Castillero. Ella dijo: que: “[en ese lugar] cada hueso y cada prenda desprende alaridos y un dolor silencioso enraizado en esa tierra que los guardó durante días, meses, años. No hay letanías, ni rezos. Hasta los dioses han muerto”.4

La palabra Teuchitlán significa «el lugar del dios reverenciado» o «el lugar dedicado a la divinidad». Es un sitio donde además de ser alababo al dios Tenoch, mucho tiempo después se instaló la primera tequilera del mundo. Estas historias que acercan al turismo y a la gente a visitar esa zona de Jalisco, ahora está marcada por este otro lado escabroso producto de de los cárteles y del que que todavía no acaba de salir a la luz todo lo que ahí sucedía, sobre personas que contra su voluntad fueron llevadas a esa finca, para ser ultrajadas y muchas de ellas desaparecidas en hornos clandestinos.
Por supuesto que lo único que podemos hacer es reconocer a aquellas madres buscadoras, quienes tuvieron la valentía de ir a esa rancho del horror para encontrarse a la Santa Muerte, además de gorras, mochilas, ropa, zapatos, libretas y de más rastros de que ahí muchas personas sufrieron un dolor inenarrable, y luego, luego de todo eso, exponerlo en redes sociales con todos los riesgos que esto podía tener y que era algo que el ex gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, se negó a hacer durante su sexenio, porque decía que esas acciones desprestigiaban al estado de Jalisco. Así que mejor meterlo bajo la alfombra, como también lo hizo el ex presidente Andrés Manuel López Obrador desde el ámbito federal, no sólo minimizando las desapariciones en México, sino peor, despreciando la labor de las madres buscadoras, que ni las vio ni las escuchó en su sexenio, porque manchaban la investidura presidencial. Todo esto ha sido de una indolencia cruel, con tal de decir que en nuestro país nos va requete bien.
Pero ahí no paró esto, porque luego vino la presidenta Claudia Sheinbaum, que suele ser soberbia y regañoncita con la prensa, cuando un tema le incomoda y ofendida, muy ofendida por esto, dijo estar harta que otra vez estuvieran llamado en redes sociales a Andrés Manuel López Obrador, su antecesor, «narcopresidente». Sumó imperativa, «¡Ya déjenlo en paz!”. Lo peor es que antes de irse a bailar el fin de semana sobradita, muy sobradita, dijo: “Hablan de quién sabe cuánta cosa que hay en el predio, a partir de una fotografía y de algunos testimonios”. Por si fuera poco, el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, incluyéndose a la defensa de la presidenta y el movimiento de la Cuarta Transformación, desacreditó lo dicho por las madres buscadoras, sobre lo sucedido en Teuchitlán, dando a entender desde sus redes sociales, que los zapatos encontrados en el rancho Izaguirre fueron prácticamente un montaje de los «golpeadores» de la «compañera presidenta». «¿Quién dice que los zapatos son de desaparecidos?», se pregunta ufano. «Todo es especulación», resumió el funcionario que parece un verdugo.
Cuando escuché todo lo que narró a Carmen Aristegui, la representante de Guerreros Buscadores de Jalisco, Indira Navarro, de lo que vio dentro de ese rancho maldito en Teuchitlán, Jalisco, de lo que le contó una mujer, que le llamó a la activista una madrugada de la semana pasada a su celular, sobre lo que vivió ahí dentro donde eliminaban a personas de las formas más horripilantes como echarlos vivos a los cerdos, da penita oir a Noroña, quien por cierto quiere ser presidente de México.
Este señor que hace unos días estuvo llorando por su abuelita desde el senado de la república, debería escuchar los testimonios de las madres buscadoras para ver si llora de verdad o echa otras lágrimitas de cocodrilo como las que le salieron ahora que fue el Día Internacional de la Mujer. Tristemente Noroña además de escucharse solo a sí mismo, porque tiene incontinencia verbal, tiene también oidos para lo que diga el Poder, ese poder que se muere por acariciar un día, porque eso es lo que le interesa a este hombre bien comido y bien servido, que se embolsa 80 mil pesotes al mes a la bolsa, que viaja en camioneta del año y que se toma vacaciones para viajar a Italia.
Desde aquí invito a Noroña y a todos lo que creen que esto es una instalación de arte contemporáneo, a que escuchen el relato de Indira Navarro, quien está amenazada y su vida peligra en Jalisco, pero no se quiere ir porque no está dispuesta a abandonar a su colectivo de madres buscadoras, porque Indira también tiene desaparecido a un hermano. Testimonios sobran acerca de lo sucedido en Teuchitlán, repito, pero harán lo posible desde el gobierno por minimizarlo, por banalizarlo, por reducirlo a cadáver, a polvo, a sombra, a nada, parafraseando a Sor Juana Inés de la Cruz, en su soneto «Éste que ves».
V.
No abrazar a las madres buscadoras en este momento que ellas mismas fueron las que han destapado la cloaca en Teuchitlán, es darle la espalda a México. Es cerrar los ojos frente a lo evidente: que a los mexicanos nos siguen desapareciendo y de manera muy cruel. Pero incluso si les dieran la espalda, intentando borrarlas del discurso oficial, no podrán con ellas, ni con sus familias, porque esto tiene que ver con personas, con historias y con un pasado, que un día se pusieron los zapatos para salir de casa y no han vuelto. Sus zapatos siguen aquí como un indicio de la búsqueda de una evidencia y sus familias quieren saber dónde están sus desaparecidos y no habrá manera de que las hagan renunciar a eso, por más que les mientan o intenten también desaparecerlas y todo por querer pasar inmaculados a los libros de historia.
C
- Cómo los Guerreros Buscadores de Jalisco realizaron el terrible hallazgo de un centro de «adiestramiento y exterminio» en el Rancho Izaguirre, en el oeste de México. https://www.bbc.com/mundo/articles/c4g972j2gn7o ↩︎
- México: así ocurrió la brutal y olvidada masacre de Allende, una de las más sangrientas de Los Zetas. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-37614215 ↩︎
- Se duplica en sexenio de AMLO hallazgo de fosas clandestinas
https://www.razon.com.mx/mexico/2025/03/12/se-dispara-con-amlo-hallazgo-de-cementerios-clandestinos/?fbclid=IwY2xjawJGAbRleHRuA2FlbQIxMQABHRKzN1z5h5XoYuHL6KkfCjVxetoLxc_9JbENLVTA77ex1oxXJ9C7eVoLtA_aem__4_Aqy306DtJTvZKbjoulw ↩︎ - Teuchitlán: donde los dioses han muerto.
https://www.milenio.com/opinion/jose-luis-martinez/el-santo-oficio/teuchitlan-donde-los-dioses-han-muerto fbclid=IwY2xjawJGFBNleHRuA2FlbQIxMQABHfZr8UcQnv7MD7E221FGStjuBrWE8y1ztqyNOpavvG0F8BzIPai6yXvBIA_aem_-CnWzFt_bwN2CLvhXd8KYQ ↩︎

José Antonio Monterrosas Figueiras es periodista cultural y cronista de cine. Es editor cínico en Los Cínicos. Ha colaborado en diversas revistas de crítica y periodismo cultural. Conduce el programa Cinismo en vivo.







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