A VECES ME DESPRECIO

Homenaje Sui Generis

En el Pueblo Mágico de Metepec, hubo inusual lluvia veraniega interminable, que limpió a deshoras y por días, sus coloridas calles, obligando a todos a refugiarse en el calor del hogar. El inestable, helado e indeciso clima, me hicieron recordar el disco de la memorable banda argentina Sui Generis: “Confesiones de invierno” de 1973.

Por Félix Morriña

Durante tres días, mi diminuto loft de adobe se convirtió en en consulado argentino. En conversaciones telefónicas y cibernéticas imperó un leguaje muy poético, de citas literarias y lenguaje futbolístico de ese país sudamericano, en las que además revisitamos a distancia la obra plástica personal, rememoramos a aquellos amores que matan como los que transitan, pero sobre todo, recordamos al amor que más allá del alejamiento por pandemia —que no ausencia— siempre ha estado ahí, perseverante. Y es éste más que por el amor propio, que uno logra mantenerse y bailar sobre su mismo eje. Virar y virar mientras se comparten las horas y la vida.

En el Pueblo Mágico de Metepec, hubo inusual lluvia veraniega interminable, que limpió a deshoras y por días, sus coloridas calles, obligando a todos a refugiarse en el calor del hogar. El inestable, helado e indeciso clima —como sus habitantes del Valle de Toluca—, me hicieron recordar el disco de la memorable banda argentina Sui Generis: “Confesiones de invierno” de 1973, sobre todo la canción que da título al disco compuesta por Charly García, a los 22 años, que en ese entonces hacía dúo con el maestro guitarrista Nitro Mestre en la banda mencionada. Muchos no tuvimos la oportunidad de ver en vivo al dúo argentino, así que nos conformamos con haberla escuchado en los recitales de Charly García en solitario, o con su mejor comparsa, colega, amigo y cómplice Pedro Aznar, uno de los mejores bajistas latinos del mundo y un referente sinigual de la música contemporánea argentina.

Sentí la canción ad hoc para este frío, lluvioso y melancólico clima en pleno verano en Metepec, porque es una rola poéticamente triste, pero muy reflexiva para los momentos pandémicos que vivimos, de plena soledad, en la que se ven melladas las relaciones interpersonales: “Me echó de su cuarto gritándome/ No tienes profesión/ Tuve que enfrentarme a mi condición/ En invierno no hay sol./ Y aunque digan que va a ser muy fácil/ Es muy duro poder mejorar/ Hace frío y me falta un abrigo/ Y me pesa el hambre de esperar./ ¿Quién me dará algo para fumar,/ o casa en que vivir?/ Sé que entre las calles debes estar/ Pero no sé partir…”.

Sentí la canción ad hoc para este frío, lluvioso y melancólico clima en pleno verano en Metepec, porque es una rola poéticamente triste, pero muy reflexiva para los momentos pandémicos que vivimos, de plena soledad, en la que se ven melladas las relaciones interpersonales.

Observo sin que nadie me vea

Desde mi diminuto espacio sideral de madre tierra, me hago acompañar de Radio Malena, la estación argentina donde la rockera más tanguera, mi adorada Adriana Varela, anuncia con voz ronca: “¡Pugliese, Pugliese, Pugliese!, pero también a Piazzolla por grosso”, entiéndase chingón, y me pone a bailar sobre mi propio eje diversos tangos. No tengo mate, pero sorbo exquisito café de grano traído a casa por amorosas manos.

Dejo Radio Malena en paz y en el reproductor de los Silencios Estereofónicos, se escucha nítidamente: “Y la radio nos confunde a todos/ Sin dinero la pasaré mal/ Si se comen mi carne los lobos/ No podré robarles la mitad./ Dios es empleado en un mostrador/ Da para recibir/ ¿Quién me dará un crédito, mi señor?/ Sólo sé sonreír./ Y tal vez esperé demasiado/ Quisiera que estuvieras aquí/ Cerrarán las puertas de este infierno/ Y es posible que me quiera ir”.

Esta vez no es la voz de Charly García, sino la de Pedro Aznar, quien canta una exquisita versión de «Confesiones de invierno» para su disco “Quebrado” del 2008, y quedo una vez más, prendado de esta versión. Como muchos saben, esta canción es una de las más emblemáticas de la música rock argentina. El disco “Quebrado” de Pedro Aznar merece mención aparte, pero si lo pueden conseguir, no duden en hacerlo, porque es una inversión que vale mucho la pena.

Volviendo a la rola «Confesiones de invierno», la siguiente estrofa está llena de versos que nos recuerdan pasajes nuestros de fracaso y desolación: “Conseguí licor y me emborraché/ En el baño de un bar/ Fui a dar a la calle de un puntapié/ Y me sentí muy mal./ Y si bien nunca había bebido/ En la cárcel tuve que acabar/ La fianza la pagó un amigo/ Las heridas son del oficial”. En vivo y en directo, la audiencia delira con la última frase, por describir el abuso policíaco.

Pongo una y otra vez la canción como hacíamos antaño, no sólo para aprenderla como solíamos hacerlo, por repetición, sino para comprenderla y saber que miles en el orbe pasan por esta transición de soledad con crisis emocional, económica y sociocultural en plena pandemia Covid-19, sin saber a qué puerto van a llegar, o desde cuál van a zarpar sin saber nadar.

“Hace cuatro años que estoy aquí/ Y no quiero salir/ Ya no paso frío y soy feliz/ Mi cuarto da al jardín./ Y aunque a veces me acuerdo de ella/ Dibujé su cara en la pared/ Solamente muero los domingos/ Y los lunes ya me siento bien”. ¡Wow! ¡Qué frase para rematar una canción! No es la cárcel, no es la soledad, tampoco es el manicomio, es el escondite, el jardín secreto de cada uno de nosotros, donde debemos refugiarnos para alejarnos de todo lo que nos hace mal. Sano es sacar a pasear los fantasmas internos, por eso ve a pasear con la que habita tu casa, la que vive en tu cabeza, y verás, que tus «Confesiones de invierno» serán Sui Generis.

Agradezco infinitamente a todos los habitantes etéreos que estuvieron en el simulado consulado de la argentinidad musical del altiplano mexiquense, o sea, mi hogar en Metepec, recordándome lo importante que soy para ellos y viceversa. No estoy solo, porque sé vivir conmigo, los amo cerca o lejos, la distancia, como el tiempo, ahora son Sui Generis.

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Dandy pero punk.

Félix Morriña es periodista y promotor ex etílico-neo canábico cultural. Columnista en Impulso, Semanario Punto Revista Ágora. “Este oficio sí es para cínicos”, podría ser el título de su libro de crónicas culturales.