COBERTURA CÍNICA FIL GUADALAJARA

En la pasada edición de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, la escritora Karina Pacheco Medrano presentó su reciente novela El año del viento (2021), la cual obtuvo el Premio Nacional de Literatura en Perú en 2022. El periodista Roberto Estrada conversó con ella

Por Roberto Estrada

-¿Qué evolución hay entre esta novela y tus anteriores obras?

-La diferencia es en términos narrativos. Aquí hay una voz que vuelve al pasado, que dialoga con mis novelas anteriores, pero luego al escribirla durante la pandemia me cansé de tener una sola voz narradora y necesité la irrupción de otras voces que vienen también del pasado, de gente que ya no está. En cuanto a temas es una indagación más profunda y radical sobre la violencia en el Perú, y de lo cual ya había escrito en mi novela La voluntad del molle (2006), y son temas que me perturban del porqué queremos dar vuelta a las páginas cuando hay tantos muertos sin enterrar, y cómo están en nuestro inconsciente aleteando como unas pesadillas, para que miremos atrás y hagamos la tarea de escarbar.

-¿Por qué elegiste hacer uso del género policíaco para esta novela?

-No es algo premeditado, pero me gusta este juego de dar vueltas de tuerca, porque así es la ficción y la vida, porque siempre que queremos llegar a un final. Esto tal vez ayude a crear una complicidad con los lectores porque se da una complejidad envolvente, porque un buen lector no necesita que se le cuente todo pero sí que le des pistas para ayudarle en sus propias búsquedas y preguntas, y en esa búsqueda se revelan muchas verdades como si fuera muñecas rusas.

-Pareciera que en la literatura latinoamericana nunca vamos a poder desprendernos de la carga de los muertos y la violencia de nuestros países.

«Esta novela ganó el año pasado el Premio Nacional de Literatura en el Perú y eso significa que no debo dormirme en mis laureles, ni repetirme en fórmulas, sino escribir con más rigor«.

Karina Pacheco

-Es como si en nuestro continente no hubiéramos curado las heridas históricas de origen. Queremos construirnos olvidando y sin haber enterrado bien, sin rememorar bien, pasando páginas sobre montones de atrocidades, sin tomar lecciones de cómo podemos mirar el futuro, pero sin desentendernos de un pasado que está vibrando todavía. Quizá no hemos curado heridas fundacionales que han quedado abiertas y putrefactas en muertes, desapariciones e impunidades, y eso sigue gravitando en las esferas de nuestros países y de nuestros continentes.

-¿Cómo influye tu vertiente de antropóloga en tu literatura?

-Me dediqué durante mucho años a la antropología hasta llegar a hacer mi doctorado de América, y sí ha influido en la creación de los personajes. El método antropológico te recuerda que estamos llenos de prejuicios y a no perder de vista que miramos al otro no con una lente, sino con varias lentes de prejuicios. A la hora de crear trato de recordar eso, que no puedo crear personajes a mi antojo, sino que debe ser complejo y con diferentes ángulos, no tan buenos o malos, sino matizados, con dudas y turbiedades para que sean más reales. La realidad a veces te sopla imágenes o te sugiere te detalles para completarlos.

Una lectora voraz en la FIL Guadalajara 37.

-¿El ser montañista te sirve para enfocarte o mentalizarte en la creación?

-Debe ser el aire. Es el momento en el cuál me enfoco tanto en el propio camino, en querer llegar hasta un punto, con mucho respeto, porque la montaña lleva muchos años contemplando nuestra historia de manera silenciosa y ha sido observada por otros muchos ojos antes de nosotros y ella seguirá ahí cuando nos vayamos. La relación con la literatura me provoca esa misma sensación de respeto, de hacer algo que merezca la pena. Cuando estoy caminando me olvido del texto, el concentrarme en el camino hace que mi mente descanse y cuando vuelvo a la historia, lo hago con contemplación.

-¿Habrá cambios en tu literatura a partir de esta reciente novela?

-Esta novela ganó el año pasado el Premio Nacional de Literatura en el Perú y eso significa que no debo dormirme en mis laureles, ni repetirme en fórmulas, sino escribir con más rigor. Siempre me gusta hacerlo así y con pasión, pero cuando tienes más lectores debes buscar que lo que vayas a escribir responda a mayores expectativas de calidad. En uno de mis viejos diarios copié una frase de Marguerite Yourcenar que decía que al escribir había que pensar en la santidad, no porque fuera algo religioso, sino porque había que dar lo mejor de ti y brindar tu esencia.

Roberto Estrada es licenciado en Letras y diplomado en Historia del Cine por la Universidad de Guadalajara, además de diplomado en Historia del Arte por la Universidad Anáhuac. Ha sido periodista cultural en diversos medios locales de Guadalajara. Es actor y se desempeña como bibliotecario de la Orquesta de Cámara de Zapopan.


Descubre más desde REVISTA LOS CÍNICOS

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

aUTOR

TENDENCIAS