DANDYS Y CÍNICOS
Oppenheimer y La zona de interés, el cine y la guerra en Hollywood
En la edición 96 del Oscar, el cine de guerra arrasó: Oppenheimer, La zona de interés, 20 días en Mariúpol. Hubo un homenaje a Navalni, el conflicto entre Rusia-Ucrania, Israel-Palestina y una respuesta a Donald Trump. No hubo Barbies pero sí hubo Godzillas de colores. Aquí algunas impresiones de esta ceremonia realizada la tarde del domingo, 10 de marzo, en el Teatro Dolby de Los Ángeles.
Por José Antonio Monterrosas Figueiras
Otra edición de los Oscar, la 96. en que la película Oppenheimer, ganó siete estatuillas: a mejor película, director, música, actor protagónico, actor de reparto, banda sonora, montaje y bueno, esta película es una oda a la destrucción y el cine, creo que es donde mejor se pueden expresar esas atrocidades de la humanidad.
Recuerdo que la vi el año pasado en un cine donde nos asfixiada el calor de la sala, pues no corría el aire. Al finalizar salimos veloces por un par de cervezas, pero no era el calor necesariamente lo que nos tenía exhaustos, era lo que la película estaba generando en nuestros cuerpos; tan extrema, tan diabólica, tan furiosa, Oppenheimer es como una ópera de Richard Wagner en la casa de la locura de Christopher Nolan.
Destaco a Emma Stone, quien ganó como mejor actriz, ella tiene mucha personalidad, mucha energía, Poor Things será lo que sea, muy buena o muy mala, pero lo que la hace efectiva esa película es por ella y en todos los sentidos. Terminé de ver la primera temporada de este domingo The Curse, una serie muy inquietante, donde ella también actúa y es igual de sorprendente su capacidad para transmitir emociones con la mirada, con la voz y con su rostro. Así, tan natural. Por cierto, de los mismos directores -los hermanos Safdie-, que fueron anulados en los Oscar hace cuatro años, con Diamante en bruto, acaso por no querer nominar a Adam Sandler. Era tiempos de Parásitos.
El momento Barbie de la noche fue genial, con Ryan Gosling y… ¡Slash!, qué traje de lentejuela rosa de Gosling, Juanga estaría feliz. Más Barbie y menos Oppenheimer, por favor, ja ja ja.
En la categoría a Mejor Película Internacional, decir que aunque La sociedad de la nieve ha sido enorme, fue muy bueno que hayan premiado a La zona de interés, de Jonathan Glazer, basada en el libro del finado Martin Amis, que nos cuenta los días de una familia nazi viviendo al lado de un campo de concentración durante el Holocausto judío -Holocausto, ¡qué palabra tan terrible!-, donde las cenizas de esos hornos vuelan hasta llegar a los pulmones de las familias que viven en hermosas mansiones con alberca; casas donde su padre les narra cuentos a sus hijos para dormirlos, mientras se oye, al fondo, el horror que se está caldeando al otro lado de la barda. Es por esto que también le dan una estatuilla por mejor sonido.
Sí, el Oscar 96, como es lógico, fue de Las zonas de interés de Hollywood. De la guerra y el cine. Del cine y la guerra. Es verdad, fue un tanto oscura, tal como dijera el padre de la bomba atómica, Robert Oppenheimer: «Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos». Pero el arte, de alguna u otra forma, crece hasta en los lugares más inhóspitos.
José Antonio Monterrosas Figueiras
Y la invasión a Ucrania por parte de Rusia, -premiando a Mejor Documental a 20 días en Mariúpol, de Mstyslav Chernov, quien dijo que es la primera vez que gana Ucracia un Oscar y que ojalá no hubiera sido por este tema- y la muerte de Navalni en Siberia, el hombre que el dictador Putin le tenía pavor -y obvio que él lo mató-, que lo vimos al inicio del In Memoriam y la respuesta a Trump, por parte del presentador de los Oscar por cuarta ocasión, Jimmy Kimmel, cuando el ex presidente dijo por Twitter, que el Oscar es un programa «políticamente correcto realmente malo esta noche, y durante años: inconexo, aburrido y muy injusto» y preguntó si: «¿Ha habido alguna vez un peor presentador que Jimmy Kimmel en los Oscar?», entonces éste contestó: «Bueno, gracias, presidente Trump. Gracias por mirar, me sorprende que todavía estés… ¿ya pasó tu tiempo en la cárcel?» y todos aplaudieron y rieron, pero parece que será de nuevo presidente de los Estados Unidos. Dirán y dónde quedó Israel y Gaza -¿y dónde están los israelíes secuestrados por Hamás, el pasado 7 de octubre, que algunos incluso bailaban por la paz?-. Ésta es la historia de nunca acabar, pero como dijo Glazer: “Ya sean las víctimas del 7 de octubre en Israel o el ataque en curso contra Gaza, todas son víctimas de esta deshumanización”.
Sí, el Oscar 96, como es lógico, fue de Las zonas de interés de Hollywood. De la guerra y el cine. Del cine y la guerra. Es verdad, fue un tanto oscura, tal como dijera el padre de la bomba atómica, Robert Oppenheimer: «Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos». Pero el arte, de alguna u otra forma, crece hasta en los lugares más inhóspitos. Ojalá que el hongo de la bomba a atómica, como dijo el músico mexicano Jaime López recién, fuera más que alucinante alucinógeno y que el fin del mundo -eso lo digo yo- nos agarre metidos en la sala de cine viendo una película de amor como aquella gran historia del finlandés Aki Kaurismaki, llamada: Hojas de otoño, que claro, aquí brilló por su ausencia.
Que a partir de ahora, en lugar de estatuillas del escultural Oscar, mejor haya Godzillas de colores. Esta es la primera vez, en setenta años, que ese monstruo japonés gana un Oscar y fue por los efectos especiales, devorando a Guardianes de la Galaxia Vol.3, Misión imposible: sentencia mortal, Napoleón y The Creator.
¡Qué viva Barbie, Hayao Miyazaki, Danny Devito y otra vez Godzilla, que como dijera el escritor argentino Rodrigo Fresán, en su libro Mantra, nació en Acapulco! ¡AAAIEEEGGGG!
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José Antonio Monterrosas Figueiras es periodista cultural y cronista de cine. Es editor cínico en Los Cínicos. Ha colaborado en diversas revistas de crítica y periodismo cultural. Conduce el programa Cinismo en vivo.
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