CINISMO ANIMOSO
Sobre la película de anime Cowboy Bebop
La película del animador y director de cine japonés, Shin’ichirō Watanabe, es como las historias sobre Recuerdos fantasmagóricos al final de la historia, sólo que en este caso no es el fin de la historia. Y hay algo que ocupa el lugar del recuerdo fantasmagórico, unas mariposas que pueden ser un sueño o venir de la realidad.
Por Fernando Ramírez Ruiz

Cowboy Bebop (Japón, 2001) nos presenta un personaje atormentado porque el mundo que no le parece real (vive en Marte, por cierto). Es como si se hubiera tomado la pastilla azul de la irrealidad de la matrix. Dice que es como estar en un sueño del que no se puede despertar.
La película del animador y director de cine japonés, Shin’ichirō Watanabe, es como las historias sobre Recuerdos fantasmagóricos al final de la historia, sólo que en este caso no es el fin de la historia. Y hay algo que ocupa el lugar del recuerdo fantasmagórico, unas mariposas que pueden ser un sueño o venir de la realidad.
Vincent perdió su memoria y su alma estando en el ejército que lo declaró muerto, ya sin alma se volvió un terrorista que piensa cargarse a todo mundo.
Él no lo sabe pero una mujer que amó, cuya presencia le quita la sensación de irrealidad, está también vacunada contra el arma de nanobots con la que piensa matar a todos. Quedarían sólo ellos. Su alma se la robó el ejército. Borró su memoria, lo dio por muerto, lo llevó a pelear en una supuesta guerra que en realidad fue sólo un montaje. Sólo querían probar nuevas armas.
La película del animador y director de cine japonés, Shin’ichirō Watanabe, es como las historias sobre Recuerdos fantasmagóricos al final de la historia, sólo que en este caso no es el fin de la historia. Y hay algo que ocupa el lugar del recuerdo fantasmagórico, unas mariposas que pueden ser un sueño o venir de la realidad.
Fernando Ramírez Ruiz
Ese gobierno marciano en cuyo ejército estuvo Vincent, parece tan hueco como él, parece una fachada. El fabricante de armas biológicas nanológicas en cambio tiene toda la pinta de ser el verdadero poder, hasta tiene su propia cárcel.
En cuanto a la ley y el orden el gobierno marciano tampoco sirve para nada, así que hay millones de cazadores de recompensas, como los vaqueros de la nave Bebop. Ellos sí enfrentan a los criminales y hasta su perro es mejor para dar con los malos que los policías. El problema es que al parecer los malos eran de los buenos y se cambiaron de bando.

Ese tema de que el gobierno no sirve, sólo los privados, porque además los del gobierno deben seguir las reglas y cuidar los derechos humanos y esas cosas, pero sobre todo que se ponga que para agarrar terroristas, basta con ir a un barrio árabe a preguntarle a cualquiera, pintan a esta película como derechista, sólo que hay una niña -o niñe- que es un genio y se llama Edward.
Y tampoco es que sólo los que se ponen al servicio del gobierno pierdan su alma. Spike, el vaquero, que es como se les dice a los cazarecompensas, dice que Vincent es como su alma gemela y en la escena inicial de la película casi se carga a una viejita.
Spike odia las sopas instantáneas con las que se alimentan todos los Bebop, incluído el perro, porque no tienen carne. Ese es un tema recurrente en la historia: el diablo no se ve porque es como la nada, el arma biológica es invisible, algo falta en el centro, la irrealidad es insoportable.
C
*Versión cínica retomada del blog Smile on a dog.

Fernando Ramírez Ruiz estudió en la prepa de La Salle, de la Ciudad de México, al lado del hijo del presidente Miguel de la Madrid y en la secu Nuevo Continente se enamoró de Lucerito, tiempo después cruzó miradas y le dijo quiúbole a Yordi Rosado en la Universidad Intercontinental, de la que desertó de la carrera en Ciencias de la Comunicación. Ha conocido a Diego Luna, fue Stand in de Sasha Sokol y el Chivo Lubezki en una película. Está escribiendo el libro de memorias: «Quiúbole con mis encuentros con los famosos».







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