CINISMO BIEN PULIDO
«Los milagros no existen ni para Dios»
Él y todos a su alrededor sabían lo mismo, no estaba preparado para lo que le esperaba inerte en la sala de ese departamento, pero se tenía que hacer. Pulir colmillo, forjar carácter, el velado ritual de iniciación. Quinto piso. Estaba por arribar el personal forense y la fiscalía para el levantamiento de los llamados cuerpos. Trago saliva. Yo al ser fantasma vaya que he visto cosas muy desagradables y lo visto hasta a mí me sorprendió.
Por EME
No existe un narrador, solo es un fantasma que sospecha que escribe. Contempla en silencio al periodista amateur que se supone tendría que estar haciendo esta chamba. Cual Gasparín revolotea alrededor de él, intentado comprender cómo esa mirada llena de pavor soportará el infierno que fue creado dentro de ese pequeño departamento.
Está por cumplir dos semanas solo, le han dicho en el periódico que está listo para pulir él solito su colmillo. Este día en particular se siente totalmente chimuelo. Como siempre llegó lo más pronto posible al sitio, después de no despegar la mirada del celular. Fue la fotografía que acompaña al mensaje lo que inmediatamente le movió el piso.
-¡Córrele cabrón! Ve nada más el pinche regalito que te está esperando.
Era Gutiérrez posando con un cadáver bañado en sangre. Todo el camino rezó para que surgiera algo más importante. No surgió.
Boca seca, manos sudorosas, mirada perdida, movimientos torpes. Él y todos a su alrededor sabían lo mismo, no estaba preparado para lo que le esperaba inerte en la sala de ese departamento, pero se tenía que hacer. Pulir colmillo, forjar carácter, el velado ritual de iniciación. Quinto piso. Estaba por arribar el personal forense y la fiscalía para el levantamiento de los llamados cuerpos. Trago saliva. Yo al ser fantasma vaya que he visto cosas muy desagradables y lo visto hasta a mí me sorprendió.
Favorablemente en mí situación actual carezco de la sensibilidad, para mí todo eso es como ver las caricaturas, una sensación estéril. Al entrar al departamento uno corría el riesgo de resbalarse con facilidad. Uno pensaría quizás que alguien olvidó cerrar la llave del agua. Los milagros no existen ni para Dios.
Favorablemente en mí situación actual carezco de la sensibilidad, para mí todo eso es como ver las caricaturas, una sensación estéril. Al entrar al departamento uno corría el riesgo de resbalarse con facilidad. Uno pensaría quizás que alguien olvidó cerrar la llave del agua. Los milagros no existen ni para Dios.
EME
Caminamos sobre la sangre que comienza a secarse, dejando manchas carmín como si todo se tratara de una colosal y grotesca obra de un Jackson Pollock demencial. Trozos de órganos y extremidades regadas por toda la zona de la sala. Los vecinos mencionan que eran una familia tranquila, no se metían con nadie. Tampoco escucharon nada raro. Vamos, que para haber hecho este desmadre seguramente tendría que haber algo de gritos y más con estos departamentos tan chiquitos, ya sabe que uno se avienta un pedo y lo huele todo el edificio.
Lo que queda del cuerpo de la madre, se encuentra amarrado al centro de la sala en forma de cruz. Le han quitado los ojos y amputado ambas manos también. Pasa saliva Mr. Colmillo. El cadáver del padre yace sobre la alfombra con parte del rostro estrellado en la mesa de centro, también le han cercenado las manos pero conserva los ojos. Aún no se los han cerrado, mantiene esa inquieta mirada de terror y fría tranquilidad.
La Familia Tranquila tenía dos hijos, el mayor de 10 años se encuentra sobre un sillón sin ninguna marca de violencia, salvo la de las ambas manos amputadas. Para este momento es imposible evitar la obviedad de un patrón.
Antes de poder continuar con teorías invitan a Mr. Colmillo a tomar unas cuantas fotografías al cuarto del bebé de escasos 3 años. Es una habitación de un bebé cualquiera. Tonos pastel, olor a talco, cuadros de animalitos sonrientes y una hermosa cuna con un movible que sigue girando al ritmo de una tierna canción. Dentro de la cuna un risueño bebé juega con un puñado de manos ensangrentadas. Su rostro tiene un poco de sangre; no es del pequeño. No sé trata de algún robo, los policías presentes mencionan que al parecer no falta nada de valor, ambos conservan sus carteras con dinero, mismo que está a punto de desaparecer.
Desde la sala comienza el murmullo del personal forense que va arribando. El tiempo de Mr. Colmillo ha terminado, tiene que correr a escribir algo coherente y atrayente de todo este rompecabezas que mañana será olvidado por uno nuevo. Se pregunta si acaso esta barbarie le ayudará a pulir sus colmillos un poco. Lo duda. Pasa su lengua sobre sus labios, un territorio árido, no hay saliva. Me gustaría decirle que a eso sabe la vida, pero lamentablemente no puedo hacerlo…
C

Mariano Morales mejor conocido como EME, es un escritor de servilletas, cronista de las causas pérdidas y poeta del mítico colectivo Escuadrón de la Muerte S.A.







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