CINISMO SINTOMÁTICO

En Sólo Dios Perdona, Nicolas Winding Refn (Dinamarca-Francia, 2013), nos presenta nuevamente súbitos contrastes entre delicadeza y violencia brutal.

Por Fernando Ramírez Ruiz

En Sólo Dios Perdona, de Nicolas Winding Refn (Dinamarca-Francia, 2013), nos presenta nuevamente súbitos contrastes entre delicadeza y violencia brutal. En esta ocasión el campeón de este juego es el personaje Chang, un tailandés que elimina a los hermanos Julian y Billy, dos violentos criminales americanos, y a su madre.

La suave sensibilidad está en las canciones que canta Chang. En la silenciosa contemplación de Julian a la prostituta Mai, que cuando es interrumpida por un par de ruidosos borrachos sacan su lado violento, pero sobre todo el juego en este laberinto oriental se trata de silencio e inmovilidad.

Es fácil adivinar que cuando Chang y Julian pelean el primero ganará, pues no mueve un músculo, no pestañea siquiera, mientras que Julian camina en círculos y mueve los brazos. Chang es inmóvil, brutal y justo, y a los demás, así sean hiperviolentos criminales gringos, no les queda más que morir o pedirle que, por favor, los corrija.

En Sólo Dios Perdona, de Nicolas Winding Refn (Dinamarca-Francia, 2013), nos presenta nuevamente súbitos contrastes entre delicadeza y violencia brutal.

Fernando Ramírez Ruiz

Una admiración como la del Coronel Kurtz de Apocalipsis Now, cuando habla de los vietnamitas que prefieren cortarle un brazo a una niña, donde un americano le ha inyectado una vacuna, que tener algo del enemigo en ellos. Sólo que entregarse a lo que Chang representa, la férrea disciplina por fuera y la suavidad por dentro, puede ser exactamente lo que no necesitan, tomar más de lo mismo que los está matando. Veamos: La familia está en problemas. El hijo que según la madre es pésimo para pelear mató al papá a golpes. El hermano mayor quería a una prostituta de catorce años y luego mató a otra. Eso no es sano.

Julian pidió a Mai que se hiciera pasar por su novia. “¿Por qué?” Y se puso a gritar como histérico desequilibrado, porque ella le dijo que no le gustó un vestido que le consiguió. Y ni hablar de la forma como la mamá habla de la verga de Billy, suena como a tabú.

Podría ser que la violencia por fuera sea una compensación o síntoma de los problemas por dentro. Quizá lo que necesitaría Julian no es ser más rígido sino moverse más, no quedarse sin brazos.

*Versión cínica retomada del blog Smile on a dog.

Fernando Ramírez Ruiz estudió en la prepa de La Salle, de la Ciudad de México, al lado del hijo del presidente Miguel de la Madrid y en la secu Nuevo Continente se enamoró de Lucerito, tiempo después cruzó miradas y le dijo quiúbole a Yordi Rosado en la Universidad Intercontinental, de la que desertó de la carrera en Ciencias de la Comunicación. Ha conocido a Diego Luna, fue Stand in de Sasha Sokol y el Chivo Lubezki en una película. Está escribiendo el libro de memorias: «Quiúbole con mis encuentros con los famosos».


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