CINISMO BOLIVIANO
La película de una suite presidencial de Pacha Mama
Cementerio de Elefantes es una película boliviana que cuenta la historia de Juve, un pobre diablo que vive en la calle desde los catorce años y que decide encerrarse en un cementerio de elefantes, es decir, en un cuartucho dentro de un bar lumpen a beber hasta morir, sólo hay que pagar de antemano por el alcohol y los camilleros que se llevarán, al final, el cuerpo.
Por Fernando Ramírez Ruiz

Cementerio de Elefantes (Bolivia, 2008) de director Tonchy Antezana, es una película boliviana que cuenta la historia de Juve, un pobre diablo que vive en la calle desde los catorce años y que decide encerrarse en un cementerio de elefantes, es decir, en un cuartucho dentro de un bar lumpen a beber hasta morir, sólo hay que pagar de antemano por el alcohol y los camilleros que se llevarán, al final, el cuerpo.
En La Paz, Bolivia, se nos dice que hay cuatro de estos cementerios de elefantes donde la gente puede ir a hacer su versión latinoamericana de «Leaving Las Vegas» y claro que esto es lumpen, nada que ver con el glamour de la Ciudad del Pecado, aunque la factura de «cementerio de elefantes» no es tan mala, es una historia lumpen pero de factura digna como el protagonista Juve que acabó comiendo de la basura, pero que jamás pidió limosna porque eso estaba por abajo de su dignidad. Entonces Juve llega a un local y pregunta por la «suite presidencial» que es como se llama el cementerio de elefantes ahí y empieza a relatar su vida y también unas breves anécdotas de anteriores ocupantes de la suite.
Este lamento boliviano de Juve -cuya vida es más o menos, excepto al final, lo que uno se imaginaría de un personaje así, con su dosis de violencia, crimen y luchas de cholitas- es narrado por él mismo y dice beber para olvidar sobre todo su infancia, aunque otras veces dice que lo que quiere es recordar y su recuerdo favorito es también de la infancia, un cumpleaños que dice es el único recuerdo feliz que tiene de su infancia.
En La Paz, Bolivia, se nos dice que hay cuatro de estos cementerios de elefantes donde la gente puede ir a hacer su versión latinoamericana de «Leaving Las Vegas» y claro que esto es lumpen, nada que ver con el glamour de la Ciudad del Pecado, aunque la factura de «cementerio de elefantes» no es tan mala, es una historia lumpen pero de factura digna como el protagonista Juve que acabó comiendo de la basura, pero que jamás pidió limosna porque eso estaba por abajo de su dignidad
Fernando Ramírez Ruiz
Juve se pregunta si estaba predestinado a su vida y su final, o si las cosas pudieron ser diferentes. El mismo se responde al hablar de Marlene, su gran amor, que dice, pudo cambiar su vida, pero ella se fue con otro y, al final, regresa y pasan una noche juntos, pero cuando él ya decidió encerrarse en la suite presidencial y su rumbo no cambia.
Por lo menos su final parece dictado, no por el destino, sino por la Pacha Mama: Juve traiciona a su mejor amigo, el «tigre» para que este sea sacrificado por los albañiles de una construcción y así asegurar que el edificio que están construyendo por la Pacha Mama no se caiga.
Lo de que las construcciones requieren un muerto para estar «aseguradas» es un mito al parecer bastante extendido. Es conocido en Europa y se aplica especialmente, según tengo entendido, a puentes. Claro, como leyenda antigua nada más. Y la Pacha Mama es tan sólo la versión sudamericana de una figura religiosa universal, la Madre Tierra.
Con los cien dólares que le dieron por su amigo Juve, pudo rentar la suite presidencial, quizá sí pudo tener otro destino, pero decidió aceptar la lana de la Pacha Mama. Todo con tal de revivir un cumpleaños de su infancia. Un momento de felicidad que acabó siendo lo peor que le pudo pasar.
C
*Versión cínica retomada del blog Smile on a dog.

Fernando Ramírez Ruiz estudió en la prepa de La Salle, de la Ciudad de México, al lado del hijo del presidente Miguel de la Madrid y en la secu Nuevo Continente se enamoró de Lucerito, tiempo después cruzó miradas y le dijo quiúbole a Yordi Rosado en la Universidad Intercontinental, de la que desertó de la carrera en Ciencias de la Comunicación. Ha conocido a Diego Luna, fue Stand in de Sasha Sokol y el Chivo Lubezki en una película. Está escribiendo el libro de memorias: «Quiúbole con mis encuentros con los famosos».







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