FILMOTECA SMILE ON THE DOG

El director de la Filmoteca del Perro Sonriente está revisando el cine de David Lynch tras su muerte sucedida el pasado 16 de enero. Aquí van las dos primeras de sus peliculas: Eraserhead y El hombre elefante.

Por Fernando Ramírez Ruiz

Eraserhead, de 1977.

Según yo, la interpretación de Eraserhead como sueño puede ser la siguiente: Los monstruitos y el monstruito bebé que son como gusanos o espermatozoides, pero con cara de animal sin piel son productos de la cabeza de Eraserhead.

El primero aparece saliendo de su boca, queda la duda de si tuvo sexo con la mujer con la que procreó al hijo monstruito, porque más bien salió de su boca. Sus órganos son los pollos «hechos por el hombre». De hecho el monstruito necesita vendas para amarrar sus órganos, es un monstruito artificial. ¿Y qué monstruos salen de la cabeza? Los pensamientos.

Según yo, la interpretación de Eraserhead como sueño puede ser la siguiente: Los monstruitos y el monstruito bebé que son como gusanos o espermatozoides, pero con cara de animal sin piel son productos de la cabeza de Eraserhead.

Fernando Ramírez Ruiz

Las cabezas en esta película son explosivas, desbordadas, como el pelo de Eraserhead, como la cabeza del monstruito.

Frente a los entes que salen de la cabeza está la mujer del radiador, que los aplasta. Ella es el cielo, una luz cegadora. «En el cielo no hay problemas» canta ella, pero también es deforme. Es como si los monstruos de la cabeza representaran las pastillas roja y ella la pastilla azul de The Matrix.

Por feos que sean los gusanos sin piel, la mujer del radiador que se presenta como escape, parece una trampa, una salida a un camino sin retorno.

El hombre elefante en realidad es un caballero inglés

 El hombre elefante (EUA, 1980).

El Hombre Elefante, la Ópera Secunda de David Lynch de 1980, nos presenta una fábula acerca de la gente y el freak, pero el freak, que es el hombre elefante, es más bien un personaje pasivo, como un balón de futbol que se pelean el doctor Treves y el malvado señor Bytes, aunque también en su propio equipo a Treves le quieren quitar su pelota.

El hombre elefante en realidad no sufre una transformación a lo largo de la historia. Lo que vemos es un acto de magia por el cual resulta que debajo del fenómeno de circo hay un dandy, un perfecto caballero inglés del siglo XIX, amable y educado e inclusive, según reporta la prensa, distinguido.

A pesar de haber sufrido trato de animal es la cortesía misma a la hora de tomar el té. Ama el teatro, a pesar de nunca haber ido, y para haber estado enjaulado parece sospechoso que pueda leer de corridito a Shakespeare. No es como el caso de Mi Bella Dama, en donde se cuenta todo el proceso educativo para convertir a una mujer en una mujer refinada, según los estándares británicos de la época. Es más bien como si este elegante dandy hubiese estado escondido bajo el disfraz del hombre paquidérmico.

Entonces este caballero amante del teatro y los niños, aunque estos seguramente lo trataban como el espectáculo de circo que era, es aceptado por la sociedad. Es decir, por la alta sociedad: El doctor Treves y el público en smoking del teatro y hasta por la reina Victoria. En cambio los malditos proletarios, empezando por Bytes sólo se quieren aprovechar de él. Y también emborracharlo y juntarlo con mujerzuelas.

A pesar de haber sufrido trato de animal es la cortesía misma a la hora de tomar el té. Ama el teatro, a pesar de nunca haber ido, y para haber estado enjaulado parece sospechoso que pueda leer de corridito a Shakespeare.

Fernando Ramírez Ruiz

Hay dos secuencias oníricas en la película: Cuando la mamá sueña con los elefantes que supuestamente le pasaron, o le pasarán, por encima durante el embarazo, y otra donde Merrick sueña con amenazantes elefantes y con una fábrica – taller en donde unos obreros trabajan. En la siguiente escena el operador de la caldera del hospital mete a un grupo de borrachos y borrachas, incluyendo a Bytes, a la habitación de Merrick en el hospital.

Lo que parece inverosímil para empezar. ¿Cómo meter a todo el tropel de beodos hasta ahí? Hay algunos contrapuntos: Frente al bondadoso doctor Treves hay otro doctor que quiere echar a Merrick del hospital. Hay un niño que trabaja con Bytes que trata bien a Merrick y una niña que lo acosa y hace que acabe acorralado por una multitud. Y frente a la maldad de los pobres está la solidaridad de los otros fenómenos de circo.

A fin de cuentas ganan los valores victorianos, porque A Merrick le reconocen inteligencia y humanidad cuando ven que se sabe un salmo y Merrick dice que conoce la biblia y el «book of common prayer», un libro de rezos de la iglesia anglicana. Además pasa su tiempo haciendo un modelo de una catedral y quien decide finalmente que hay que cuidar de él es la reina Victoria.

Se supone que tiene 21 años, pero está más a gusto tomando té e intercambiando frases amables que si le dan alcohol y le presentan a unas borrachas y se acuerda que antes de que su mamá lo abandonara él trató de ser un buen hijo, claro, seguro no lloraba ni se hacía popó y pipí de bebé pues ya desde entonces era todo un bebé caballero.

Esta reseña crítica forma parte de la selecta curaduría de la Filmoteca Ramírez «A smile on a dog».

Fernando Ramírez Ruiz estudió en la prepa de La Salle, de la Ciudad de México, al lado del hijo del presidente Miguel de la Madrid y en la secu Nuevo Continente se enamoró de Lucerito, tiempo después cruzó miradas y le dijo quiúbole a Yordi Rosado en la Universidad Intercontinental, de la que desertó de la carrera en Ciencias de la Comunicación. Ha conocido a Diego Luna, fue Stand in de Sasha Sokol y el Chivo Lubezki en una película. Está escribiendo el libro de memorias: «Quiúbole con mis encuentros con los famosos» y es director de la Filmoteca A smile on a dog.


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