FILMOTECA SMILE ON THE DOG

Dune, la tercera película de David Lynch, filmada en los años ochenta, podría ser la primera película en la que se nota cómo el tema del sida impactó en su historia.

Por Fernando Ramírez Ruiz

Dune (EUA-México, 1984), la tercera película de David Lynch, ha sido descrita como antihomosexual, lo que no es necesariamente cierto, pero de lo que no hay duda es que el villano principal, el Barón Vladimir Harkonnen, es homosexual. Inclusive se ha especulado que es la primera película en la que se nota cómo el tema del sida impactó en su historia, pues el Barón Harkonnen aparece por primera vez mientras le atienden póstulas y llagas de la cara.

Más adelante mata a un joven, al que se lo ponen como un ratoncito para alimentar a una boa y no se ve exactamente cómo lo mata, o que le hacen, pero antes del ataque el barón empieza a sangrar, parece que a propósito, y luego a la víctima le jala una válvula que tiene en el corazón, como todos los que viven en el planeta Geidi Prime, el planeta de los Harkonnen, después sólo se ven frágiles florecillas manchadas de sangre. ¿Acaso el barón lo contagió con su sangre? ¿Qué más pasó? Probablemente hay más información en la novela o en las otras versiones de Dune pero ahora sólo quiero referirme a la película de 1984 de David Lynch, quien rechazó todas las demás versiones, al grado de que hay algunas atribuidas a Alan Smithee, un personaje ficticio al que se le acostumbra atribuir películas de directores que no quieren aparecer en los créditos cuando le hacen cambios a las películas que ellos rechazan.

Muchas coincidencias que parecen apuntar a que el verdadero enemigo aquí es la homosexualidad, pero a fin de cuentas creo que el sida, una enfermedad contra la que no había ninguna medicina y contra la que no se podía hacer más que rezar en ese momento, se parece más al enemigo que se ha metaforizado en Dune.

Fermando Ramírez Ruiz

También nos enteramos que todos los Harkonnen además de la válvula en el corazón tienen una enfermedad incurable, que a los nuevos súbditos les pegan, así que para vivir deben sacar todos los días el antídoto de un gato, que tiene una rata pegada con cinta adhesiva. Los Harkonnen del planeta Geidi Prime tienen controlado el planeta Arrakis o Dune y oprimen a sus habitantes los Fremen. Estos, como los antiguos judíos, esperan un mesías que los libere y las mujeres de la hermandad Bene Gesserit están tratando de crear un personaje mesiánico manipulando quien procrea con quien. Llevan haciendo eso muchas generaciones. Este personaje deberá poder beber las «aguas de la vida», un líquido producido por unos gusanos gigantes de Arrakis que parecen falos. Falos, líquido, vida. Suena a algo conocido. El caso es que el redentor lleno de este líquido vital y cabalgando uno de estos gusanos gigantes derrota a los Harkonnen. Al frente de un ejército de Fremen, todos montados en esos gusanos cabeza de pito.

La película tiene un tono mágico/religioso/sicodélico. Los «mentats» que son computadoras humanas echan a andar su maquinaria cerebral con rezos que también cambian el color de sus labios y los Atreides, la familia del profeta, ha aprendido a manipular los sonidos y por lo tanto las palabras para que puedan funcionar como armas. Entonces rezos y palabras mágicas mueven el mundo. Y no sólo eso, los «viajes» internos con la droga… perdón, con la especie «melange» se vuelven viajes externos. De hecho todo el planeta Arrakis/Dune es llamado lo de «adentro». Y todo lo demás es lo de «afuera». Adentro entonces los falos, la sicodelia omnipotente, los rezos, el agua de la vida. Afuera el opresor homosexual pero también el salvador que llega a lanzar la yihad, la guerra santa. Así le llaman, yihad. Y es contra un homosexual que en vez de hijos tiene sobrinos como el Pato Donald.

Muchas coincidencias que parecen apuntar a que el verdadero enemigo aquí es la homosexualidad, pero a fin de cuentas creo que el sida, una enfermedad contra la que no había ninguna medicina y contra la que no se podía hacer más que rezar en ese momento, se parece más al enemigo que se ha metaforizado en Dune. La lluvia final que llega al desierto y con la que cierra la película, con su simbolismo de vida también puede interpretarse como victoria sobre la muerte.

Esta reseña crítica forma parte de la selecta curaduría de la Filmoteca Ramírez «A smile on a dog».

Fernando Ramírez Ruiz estudió en la prepa de La Salle, de la Ciudad de México, al lado del hijo del presidente Miguel de la Madrid y en la secu Nuevo Continente se enamoró de Lucerito, tiempo después cruzó miradas y le dijo quiúbole a Yordi Rosado en la Universidad Intercontinental, de la que desertó de la carrera en Ciencias de la Comunicación. Ha conocido a Diego Luna, fue Stand in de Sasha Sokol y el Chivo Lubezki en una película. Está escribiendo el libro de memorias: «Quiúbole con mis encuentros con los famosos» y es director de la Filmoteca A smile on a dog.


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