JUGUETE RABIOSO
Hablemos de sangre
“Gimme danger, little stranger
And I feel you at ease”
Gimme Danger – The Stooges
Por Mariano Morales
¿Que debe pensar uno cuando comprende que sus días están contados? Estoy viejo, llevo días pensando en esa cosa que llamamos amor, para ello me he encontrado con tu recuerdo, hace tiempo que ya no te recordaba, siempre guarde tu recuerdo en mi cajita de pandora, sabía que tarde o temprano tendría que liberar todo nuestro dolor. El sudor recorre mí cansado corazón después de horas moviendo cascajo de memorias fragmentadas qué algún día fueron bellos recuerdos -recuerdos tuyos-, siendo la madre forjadora de la violencia más visceral. ¡Tarantino no inventó ni madres! Nada como verte correr por el campo del pueblo después de golpear la pelota con todo tu ser, así eras tú, violencia contenida en una sonrisa, esa frágil jaula de la que te liberabas en cuanto brotaba tu primer lágrima. Nunca fuimos novios, pero la definición de amistad llevaba tiempo que nos venía quedando muy corta, sin que fuéramos conscientes de ello.
Todos los domingos iba a verte jugar en ese campo de béisbol improvisado & polvoriento, verte correr sonriente por ese diamante de cal dibujado con torpeza ebria, el mundo sabía menos amargo cuando nuestras miradas se cruzaban mientras corrías para hacer una carrera más en ese marcador obsoleto que nunca pareció importante, jamás me lo dijiste pero ahora sospecho que tanta carrera para ti no significaba otra cosa más que un entrenamiento para cuando necesitarás salir huyendo del pueblo. Ese día llegó.
Era un domingo cualquiera al mediodía con calor infernal & sin rastro de sombra, los mismos ebrios de siempre que justificaban su borrachera porque había perdido su equipo o en todo caso por el intenso calor, tu equipo gano 13 carreras a 10, llegaste a mi encuentro con tu gastado uniforme lleno de tierra. Era un camino corto para llegar a tu casa, solo tres cuadras & podríamos sentarnos al pie del mezquite frente a tu puerta. Mientras caminábamos era un contemplar el movimiento de tus labios al decir groserías a la tierna edad de 12 años, yo era un año menor. Tierra, olor a sudor, tus pecas que se perdían en tu piel morena, los perros esqueléticos de siempre, eran sarna, eran el hambre de todos, eran fantasmas que perseguían nuestros días.
Dijiste viendo las nubes:
–¿Viste cómo casi la vuelo en un par de bateadas? No chingues, me faltó ponch, es por no comer patitas de pollo, esas madres siempre me ponen al cien, güey, le voy a decir a mí ama, para que no se le pasen ahora que vaya a San Pedro. Desde que levantaron a Don Juvenal ya nadie vende pollo en este pinche pueblo.
Todos en el pueblo nacimos entre la violencia, desde el vientre materno conocíamos el sabor a hierro de la sangre, el dulce carmesí. Corrimos pensando que era una escena más de violencia hogareña, estábamos muy acostumbrados, “Carmelita era una exagerada”, no estábamos preparados para lo dantesco, yo no conocía esa palabra aún, pasarían años para que conociera su significado & dolorosamente lo empatara con este pútrido recuerdo.
Mariano Morales
Cada vez que lo recuerdo, lo hago de diferente forma. A veces lo primero que me llega es una canción viejita de Bronco a todo volumen, otras el recuerdo me llega por la invocación de gritos desesperados que nos recibían desde tu casa. A veces también me llega la imagen de tu hermana Carmelita de 6 años que corría hacia nosotros llevando en brazos a tu hermanito de 3 meses, la recuerdo corriendo desesperada con su rostro plagado de horror, estoy seguro que ni nos había visto, ella solo estaba huyendo cuando chocó con nosotros, de lo poco que logro articular por el llanto fue: -¡¡¡¡mi papa está matando a mi amaaaa!!!!-. Todos en el pueblo nacimos entre la violencia, desde el vientre materno conocíamos el sabor a hierro de la sangre, el dulce carmesí. Corrimos pensando que era una escena más de violencia hogareña, estábamos muy acostumbrados, “Carmelita era una exagerada”, no estábamos preparados para lo dantesco, yo no conocía esa palabra aún, pasarían años para que conociera su significado & dolorosamente lo empatara con este pútrido recuerdo.
Entramos a una modesta sala-comedor que no se parecía en nada al sitio donde tantas veces te visite hasta muy altas horas de la noche, o hasta que me iba a buscar mí Madre, lo que se presentó frente a nosotros fue un escenario irreal, encontramos a tu padre machete en mano acabando con lo poco que quedaba del cuerpo de su madre, faltaban partes de su cuerpo, yo me quedé inmóvil, no supe que hacer, intente huir, pero las piernas no me respondieron, tampoco me atreví a enfrentarlo, sentí miedo & hasta me mie encima; tu lo hiciste todo. Recuerdo tu voz llena de rabia mientras te le fuiste encima sin pensarlo con tu bate de madera, golpeándolo directo en la cabeza sin detenerte hasta que lograste dejarlo sin sentido. No dejaste de golpearlo hasta que el bate se partió, aún con el mango ensangrentado en tus manos lo clavaste con violencia en su ojo izquierdo, el cabron seguía con vida ya que se retorcía de dolor. Te apoderaste del machete. Hiciste lo correcto, lo mataste como debía de morir una bestia como él. En realidad, no sabías de zonas letales para quitarle la vida, dejaste que el filo del machete guiará; en realidad no quedó mucho de tu padre, todo fue tan rápido.
Salí del shock mientras corría a tu lado junto con tus hermanos, estabas llena de sangre, nos costó seguir corriendo a tu ritmo, no muy lejos vivía un hermano de su madre, no recuerdo que dieras explicaciones mientras les entregabas a los dos chiquillos. Vi que llorabas mientras seguimos corriendo. -No tenemos tiempo, me tengo que ir, no me puedo quedar, ¿cuánto dinero trais?, con eso basta, acompáñame rápido a la parada, es domingo & los autobuses tardan-. Estábamos arrinconados debajo de la parada cuando vimos entrar al pueblo dos patrullas a toda velocidad. Buscaste mi mano, la apretaste con fuerza, temblabas, llegó el autobús, antes de subir me extendiste tu manita ensangrentada & me diste tu pelota de béisbol favorita, -no te preocupes, todo va estar bien, estate al pendiente del teléfono de la tienda de Don Beto, yo te llamo-, en realidad nunca me llamaste, nunca volví a escuchar tu dulce voz, me quedaron los traumas & las pesadillas, cada qué quiero llegar a nuestros bellos recuerdos tengo que nadar entre mierda & mucha sangre, pero su pelota favorita me la llevare muy pronto a la tumba. Llevo meses soñandote, veo partidos de béisbol tratando de encontrarte, moriré sin volverte a ver, lo sé. Soy adicto al zapping del control remoto, me detengo en canales de canibalismo, me he vuelto en adicto a la violencia a través de la tristeza.
EME
C

Mariano Morales mejor conocido como EME, es un escritor de servilletas, cronista de las causas pérdidas y poeta del mítico colectivo Escuadrón de la Muerte S.A.







Deja un comentario