REPORTE CÍNICO

Por José Antonio Monterrosas Figueiras

Antonio Calera-Gobet (1974-2025)

Vengo bajándome del camión de Puerto Vallarta y me entero que falleció el poeta, promotor cultural, aprendiz de boxeador, quien no le gustaba comer solo, Antonio Calera-Grobet. Trascendió la noche de este sábado, 16 de agosto, que murió ahogado en las aguas de puerto Progreso, en Yucatán. Curioso que la mañana de este mismo sábado, mientras bebía un café cerca del muelle de esa playa jaliscience, mi tía Victoria Silvilla Ruiz que vive en Merida, Yucatán, me contó que ha fallecido su madre, María del Carmen Ruiz Sánchez.

En su red social Calera dejó rastro de ese viaje por las playas yucatecas, con videos en los que se ve que mientras sostenía su celular iba corriendo como niño a la orilla de esa playa que le quitó la vida; otro más donde grabó a un cantante callejero que sostiene su guitarra con la que rasga -con dedos viejos y un tanto despintados- la centenaria canción Peregrina -también yucateca-, de Luis Rosado Vega, que dice: «Peregrina que dejaste tus lugares, los abetos y la nieve virginal y veniste a refugiarte en mis palmeras, bajo el cielo de mi tierra tropical».

Según el medio http://www.yucatan.com.mx la terrible noticia sucedió la tarde del sábado, cuando Calera-Grobet estaba nadando en esa playa y repentinamente comenzó a mostrar signos de desesperación, mientras intentaba salir del agua y aunque los ahí presentes alertaron de inmediato a las autoridades, tanto elementos de la Policía Municipal, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), la Secretaría de Marina y cuerpos de rescate, que se apresuraron a auxiliarlo, tristemente no pudieron hacer algo para que Antonio reaccionara.

El escritor acudió al puerto yucateco junto con su amiga Geovanna A. F. M., quien según registó ese medio local, fue la mañana del sábado, que Calera-Grobet salió a caminar antes de ingresar al mar donde sufrió el fatal incidente.

«Le quiero dar un volado, un recto, a la gente que no confía en el otro, a la gente que abandona al otro, que no registra todos los avances, nunca se abandona a un alma enferma», dijo sofocado en el que fue su último En vivo sucedido el pasado 4 de agosto.

Al enterarse de esta terrible noticia, el periodista -también yucateco- Ricardo Tatto -que fue quien compartió esta nota en su Facebook- expresó que Antonio Calera-Grobet fue «amigo generoso e incansable promotor literario» a quien conoció y trató en La Bota, La Pulquería Insurgentes y «otros cónclaves de escritores en Cdmx» (y es que no pudo ser en otro sitio que no fueran los mencionados, pues el querido Tatto es de buen diente y gusta de devorar licor y libros).

A Antonio Calera quien fue de todo y sin medida, ahora sí que «ni pena, ni miedo», como tenía tatuado en uno de sus brazos, lo podemos recordar porque a últimas fechas solía compartir breves videos en Facebook, donde se veía muy entusiasmado con los entrenamientos de box que realizaba desde hace poco más de un año en un parque de la Ciudad de México, que lo dejaban exhausto, pero alcanzaba a expresar ideas francas. «Le quiero dar un volado, un recto, a la gente que no confía en el otro, a la gente que abandona al otro, que no registra todos los avances, nunca se abandona a un alma enferma», dijo sofocado en el que fue su último En vivo sucedido el pasado 4 de agosto.

El hombre barbado que fue Antonio, nació en 1974 -mi intuición dice que fue a principios de este mes su cumpleaños-, fue autor de libros como Zopencos (2013), Yendo (2014) Sayonara (2015) y Xajays (2023), además de creador de la Hostería La Bota, siempre tan concurrida en la Ciudad de México por gente de la cultura, la literatura, el arte y el periodismo, pues es más que un lugar para solo comer -y no comer solo, porque siempre te encuentras a algún amiga o algún enemigo íntimo-, es un espacio para la cultura a espaldas del Claustro de Sor Juana, donde hay una diversidad de actividades, tales como las presentaciones de los libros de la editorial que Antonio Calera-Grobet fundó, con el nombre de Mantarraya Ediciones.

La Chula: Foro Móvil, fue otro de sus proyectos, una combi-biblioteca rodante de color azul chiclamino -¿o amarillo canario como la de la Pequeña Miss Sunshine?- que tiene como objetivo difundir contenidos literarios por diversos lugares, tales como la Feria del Libro del Zócalo de la Ciudad de México, donde se estaciona cada año y donde tuve la oportunidad de ver a la cronista Vodka Naka, Georgina Hidalgo, leer alguna vez.

Que descanse en paz, Antonio María Calera-Grobet, «un cabrón salvaje, imparable, con un corazón enorme», la definición que nos expresó a esta revista el escritor de servilletas propias y ajenas, Mariano Morales, al saber de la muerte del poeta.

Muy lamentable su partida, y más lamentable porque sabemos que adoraba vivir al límite, no comer solo, compartir los alimentos y mover los guantes de la poesía.

Comer es cosa de dos

Cartón de Jis a Antonio Calera-Grobet.

Comer es una gracia (tan sutil como una seda, un colibrí, o tan estruendosa como el magma, un geiser que eleva sus aguas), que sucede por el número dos. Pero dos en estado de dos, es decir, abiertos. Los espíritus cerrados al uno, jamás serán abiertos. Ni con ciento cincuenta años de decirles, al oído: “Ábrete sésamo”. Para ellos la comida es un tiempo para la ingesta, lavar los platos y regresar lo más rápidamente posible, al tiempo de la flecha.

*Este último texto fue retomado del muro de Facebook de Antonio Calera-Grobet, compartido por él apenas el 29 de junio, que suponemos es de su autoría, pero si así no lo fuera, lo representa muy bien.

José Antonio Monterrosas Figueiras es periodista cultural y cronista de cine. Es editor cínico en Los Cínicos. Ha colaborado en diversas revistas de crítica y periodismo cultural. Conduce el programa Cinismo en vivo.


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