CINISMO BRUTALISTA

Por Georgina Hidalgo Vivas

Conocí a JM Servín cuando reporteaba en la sección Cultura del Independiente, que por allá del 2003 había sacado el empresario y amante de Rosario Robles, Carlos Ahumada. Mi jefe Héctor de Mauleón me envió a entrevistar a un trío de escritores que anunciaban la apertura de sus editoriales independientes, pues en el mundillo editorial no encontraban espacios para sus narrativas que retrataban la cruda realidad y sin futuro que vivíamos la mayoría de los mexicanos en esos años.

Era JM Servín, con Producciones El salario del Miedo, Pepe Rojo con Pellejo y Mauricio Bares de Nitro Press. Titulé mi nota «Editores Punks», pues descubrí que en ellos y sus propuestas editoriales había ese espíritu punketo del HAZLO TÚ MISMO y la desfachatez de presumir sus adicciones, gustos musicales, sus derrotas literarias y amorosas y su necia decisión de seguir escribiendo por más crudos que estuvieran o aún después de trabajar en empleos malpagados. No eran la generación del crack, como se bautizó a esos escritores noventeros; era la contracultura que quería romper con el realismo mágico y las convenciones del llamado nuevo periodismo.

La de estos editores punks era la esquina ruda, la de aquellos que infiltran a lo Gonzo en las historias, que presumen “su postre” y sus aficiones a los elíxires y las cantinas, los que organizan una feria alternativa de libros en cantinas y todo para llevar la contra. Veinticinco años después ahí va Servín con su barquito literario a contracorriente y sobre todo con la bandera de la crónica como género predilecto, lo que a mí me cautivó pues como reportera era mi género favorito y lamentablemente el que menos podía cultivar pues en los medios de aquel entonces no había espacio, ni editores que lo pidieran.

Libro de Georgina Hidalgo del sello editorial del cronista JM Servín

Y aquí lo repito de nuevo, si alguien puso la crónica de nuevo en la mira editorial fue JM Servín y su colección de periodismo narrativo Fábrica de Monstruos. Producciones Salario del Miedo –nombre tan atinado fue para una editorial hoy en día– nos remite a la película fracoitaliana de Henri-George Clouzot de 1953, que a su vez se basó en la novela de Georges Arnaud de 1950 sobre el desesperante trabajo kamikaze de los choferes de camiones que llevan la nitroglicerina para apagar el incendio de un pozo petrolero.

Así, manejando un camión a punto de estallar, va el necio Servín abriendo espacios para nuevas voces que se quemaban y evaporaban en la hoguera de las vanidades que es el mundillo editorial. Avanza Servín, manejando un camión de autores desconocidos, borrachos insolentes, algunos geniales, pura nitroglicerina periodística literaria para tirarla al pozo ardiente del mercado editorial mexicano siempre escaso de lectores.

Ya era hora que me invitara a presentar algo y qué mejor que esta reedición de Yo Soy el Mandrake, libro que fue originalmente publicado por la editorial Oficio del gran cronista de espectáculos y editor regio Arnulfo Vigil, recientemente fallecido (y que tiene un libro de crónicas de vida de artistas famosos como Juanga, Jeni, Celso y Selena en Los Blindados del Norte en PSM).

En Yo soy el Mandrake las obsesiones del autor por el crimen organizado y el que se forja en la esquina improvisada de un escuadrón de teporochos se abordan con igual respeto e interés. No le interesan las causas sino el retrato fiel de sus vecinos incómodos: gremlins del abismo que inhalan mona

Yo soy el Mandrake se nombra como el personaje de cómic gringo que usaba sus poderes para combatir el crimen. Como si fuera un mago de la escritura, Servín usa la hipnosis y el ilusionismo de su pluma para volver a hacer de las suyas, llevándonos por los bajos fondos de la Franja de Gazita, como llama a los alrededores de la secretaría de Gobernación en Bucareli, su barrio siempre tomado por la protesta social y los indigentes.

No sin hacer berrinches nos guía por la decadencia y la gentrificación de todos los barrios que ha habitado. Esta es la gran crónica de las periferias del centro histérico, la que se vive en escenarios de la colonia Juárez, Centro y las calles de Bucareli y Artículo 123, López y hasta el Barrio Chino y la Alameda. Entre recuerdos de infancia y anécdotas familiares Servín le da forma a una crónica de vida donde vecinos revoltosos, teporochos, ladrones de altos vuelos y hasta gangsters de la mafia italiana son los protagonistas de historias donde el fracaso es atractivo.

La Franja de Gazita, como la describe el autor con ironía por las vallas metálicas que han quedado abandonadas en los alrededores del Palacio de Cobián, es un territorio siempre tomado por la protesta, el ruido y el crimen. Servín hace estadísticas basado en sus propios cálculos, como asiduo caminante nos muestra un ecosistema de casonas derruidas por los sismos, cantinas populares cada vez más gentrificadas, plazas donde el ambulantaje y chacales del barrio se la rifan para sobrevivir y calles ancestrales convertidas en paseos peatonales masivos de consumo.

JM Servín, periodista gonzo con cróinicas brutalistas

En Yo soy el Mandrake las obsesiones del autor por el crimen organizado y el que se forja en la esquina improvisada de un escuadrón de teporochos se abordan con igual respeto e interés. No le interesan las causas sino el retrato fiel de sus vecinos incómodos: gremlins del abismo que inhalan mona, el dependiente de la vinata que apoda el “Chong” por su parecido al inútil y pusilánime ex secretario de Gobernación de Peña Nieto, Miguel Ángel Osorio Chong; o los regentes de la cervecería improvisada que lo tienen super checado y le reclaman su presencia.

Hacía falta una crónica de este territorio en permanente decadencia, pero que a fuerza de las ensoñaciones del cine nacional permanece en la memoria como un mito de película. Ya como sede del exilio español, o como colonia fifí donde cantantes, actrices famosas, guerrilleros y luchadores planeaban revoluciones, las colonias Centro, Zona Centro, Juárez y la Guerrero son ahora esa Dimensión Desconocida donde sus habitantes esperan una abducción definitiva de los aliens, pero donde es más probable que sea el crimen organizado el que los desaparezca definitivamente.

La máquina del tiempo de Servín nos lleva a revivir ese primer viaje en el metro de la ciudad, o la sala de su casa donde la familia en vilo miró atónita los partidos del México 70. Finalmente nos comparte una insólita aventura por Cancún con solo 2 mil pesos, de verdad muy útil para aquellos hijos de la clase obrera que aspiran a vivir el CACAribe mexicano lleno de sargazo y oliendo a pedo. Todas estas crónicas de un escritor mago que ilusiona e hipnotiza con su prosa y su ñañañá las podrán disfrutar curiosos lectores si se atreven a leer.

Georgina Hidalgo Vivas es periodista cultural y cronista de viajes. Ha colaborado en publicaciones como  EmeequisBleu&blanc, Travesías, entre otras. Es autora de los libros de crónicas por Rusia Vodka Naka y Crónica Biciteka, ambos de la editorial Producciones el Salario del Miedo.

@cactodeasfalto


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