A VECES ME DESPRECIO
La vida sigue en el abismo
El cronista vio a cada uno de los personajes de Trainspotting, segunda parte, con agrado y brindó —literalmente— en la sala de cine por ellos, por la vida en el abismo, por su abismo y por lo que viene: «ese incierto futuro del que nadie se escapa». ¡Salud!
Por Félix Morriña
Llegué decidido a la hora de un día en el que nadie acostumbra ir a los encajonados centros comerciales de Metepec para ver Trainspotting 2: La vida en el abismo y beber tranquilamente mi botella de whisky en la sala de cine. No quería ser molestado, ni deseaba molestar a nadie. A diferencia de hace 20 años, que jodía a quien se ponía enfrente, esta vez tenía que ser todo diferente y lo fue.
La primera imagen de Mark “Rent Boy” Renton (Ewan McGregor) haciendo ejercicio y desplomarse por un aparente paro respiratorio, provocó que no destapara el escocés a la primera. Recordé las veces que he tenido taquicardia y alta presión arterial, que me hizo quedarme pasmado. Renton en la película tiene 46 años, los mismos que este “Servibar y amigo”, y como si fuese radiografía, pasa por los mismos problemas existenciales de alguien que no fue tan “productivo” para la sociedad en la que vive: sin casa propia, sin dinero, sin ahorros, sin trabajo seguro, sin certero futuro y sin la condición física para andar trotando y brincando, cual malandro de barrio bravo, de cama en cama. ¡Upsss!
Conforme pasa la trama, uno se da cuenta que está viendo una película para adultos contemporáneos, entiéndase, cuarentones en ciernes, con todas las broncas propias de vivir en el cuarto piso. Ya no hay excesos como antaño, porque los estragos minan rápidamente el físico; los personajes quieren cobrar las cuentas pendientes, vengarse por las traiciones de los amigotes, como sucede con Francis “Franco” Begbie (Robert Carlyle), quien se escapa de la cárcel para después cobrarse a lo grande el robo que les hizo hace 20 años Renton.
El aparente bobo y sumiso heroinómano Daniel “Spud” Murphy (Ewen Bremner) se convierte en escritor y relator de la película; mientras que el cocainómano Simon “Sick Boy” Williamson (Johnny Lee Miller) sigue siendo el mismo gandalla padrote de siempre, y es quien pone la parte cerebral a la cinta de casi dos horas. La entonces guapa escuincla colegiala Diane Coulston (Kelly Macdonald) se convierte en exitosa abogada y le dice de manera irónica a Renton, que Veronika (Anjela Nedyalkova), el nuevo lindo personaje femenino en esta pieza del séptimo arte, que hace que tenga sentido, sea bastante joven para él, como si ella no lo hubiera sido en su momento.
Tras esta experiencia llegué a casa, colgué de nuevo, sólo por ese día, el póster de la película original, el cual robé cual dandy, pero punk de la Cineteca Nacional después del estreno en 1996. Le hice honores bebiendo la mitad del whisky que sobró (¡Sí, sobró!) de la botella que llevé al cine

Tras esta experiencia llegué a casa, colgué de nuevo, sólo por ese día, el póster de la película original, el cual robé cual dandy, pero punk de la Cineteca Nacional después del estreno en 1996. Le hice honores bebiendo la mitad del whisky que sobró (¡Sí, sobró!) de la botella que llevé al cine; vi a cada uno de los personajes con agrado y brindé por la vida en el abismo, mi abismo, mis fracasos, mis logros, algunos triunfos, y por lo que viene, ese incierto futuro del que nadie se escapa de sentir, de vivir. ¡La vida sigue en el abismo! ¡Yo la veo desde aquí, desde mi terraza, acompañado del volcán Xinantécatl y de El Calvario de Metepec en gélida tarde con mucho sol!
Al día siguiente, sin resaca, con ganas de escapar a escribir-aspirar estas líneas, descolgué el cuadro y lo puse al lado de las pocas obras de arte que me quedan. ¡A lo que sigue Morris! Mientras preparaba el desayuno y portaba mis atuendos de batalla, puse a todo volumen, en mi computadora, la banda sonora de Trainspotting: la vida en el abismo. Me detuve varias veces en “Lust for life” (1977) del maese Iggy “Ziggy” Pop; en “Born Slippy” (1995) de Underworld y en la mega rola «Perfect Day» (1972), del fenecido maestro neoyorquino Lou Reed.
Me prometí conseguir la banda sonora de la segunda versión de la película de Danny Boyle, basada en la novela Porno de Irvine Welsh, con guión de John Hodge. Es más, conseguiré también el libro con el guión en inglés británico, tal como lo hice hace dos décadas con la primera novela. ¡No me importa que me tachen de nostálgico! Lo compartiré primero con mi amada “París-Londres”, luego con quien lo desee y le haya gustado la película tanto como a mí.
Estoy preparado para bailar el remix que hacen los fenomenales Frankie goes to Hollywood a la rola “Relax” de Duran Duran; “Dreaming” de mi adorada rubia Blondie; ponerme eufórico con “Radio Ga Ga” de Queen; la sorprendente “Silk” de Wolf Alice y por supuesto, de nuevo, “Lust for Life”, en versión remix, del propio Iggy Pop, tal y como cierra la película, cuando Renton supo resolver su problema personal con sus amigos, en especial con “Franco” Begbie, el más violento de todos y el único alcohólico de la banda de heroinómanos escoceses.
¡Es sólo nostalgia, pero me gusta! (parafraseando-parodiando a The Rolling Stones), ¿será que uno es sólo el turista actual de nuestra lejana juventud?, ¿estaré celoso de mi intensa juventud en este momento?, ¿tendré remordimientos de algo que haya hecho mal y por eso ahora me comporto cual seda en piel de adolescente? ¡No lo creo! Aprendí por cuenta propia a disfrutar como a pagar por lo que haya hecho, para bien o para mal. ¡Sólo vivo intensamente los momentos, las épocas, las edades que me corresponden! ¡Por el pasado ya no hay nada que hacer! ¡Venga incierto futuro, te estoy esperando, hagámoslo! ©
*Versión cínica de la columna Silencios Estereofónicos de Félix Morriña, publicada en el diario Impulso.

Félix Morriña es periodista y promotor cultural. Columnista en Impulso, Semanario Punto y Revista Ágora.