REPORTE CÍNICO

Todo es personal, si nombras el enigma

«Todo es personal» (Malpaso, 2021), es la novela más reciente de Malú Huacuja del Toro en la que nuevamente, a través de su especialidad que es el enigma policíaco, interna al lector en el mundillo de la producción de las narcotelenovelas, donde a partir del planeado asesinato de un afamado director se van develando los entresijos mediáticos de mentira, corrupción y crimen en los que se entrelazan los guiones y coreografías televisivas con los verdaderos narcotraficantes y matones, así como con la coludida esfera política.

Por: Roberto Estrada

Cuando Malú Huacuja del Toro escribió su primera novela, cerca de cuarenta años atrás, y que sería publicada por Plaza & Janés como mejor finalista de su concurso inicial de novela policíaca, decidió que no tenía otra opción que participar en la convocatoria bajo un pseudónimo masculino, debido a que en ese momento a las escritoras mexicanas les estaba vedado el ocuparse de esas temáticas, por considerarlas incapaces, me dice Malú. Tal era su desconfianza a ser dejada de lado por los organizadores, que pidió a un amigo que se presentara en su lugar a entregar el texto original.

Aquella novela fue Crimen sin faltas de ortografía (1986), perteneciente al subgénero enigma dentro de lo policíaco. La jurado María Elvira Bermúdez, quien moriría un par de años después de publicada la obra, sería la primera en reconocer su gran calidad narrativa e incluso intuir que aquel texto no podía haber sido escrito más que por una mujer, dado el manejo paródico que hacía del falso culpable –convencionalmente el más débil y desprotegido– y que evidenciaba psicológicamente la lucha por las causas feministas del, en ese momento autor desconocido, que hacía aún más intrigante el caso.

De vuelta al presente, Malú estuvo en la pasada FIL de Guadalajara para hablar de su reciente novela, Todo es personal (2021), de la editorial Malpaso, y en la que la escritora nuevamente, a través de su especialidad que es el enigma policíaco, nos interna en el mundillo de la producción de las narcotelenovelas, donde a partir del planeado asesinato de un afamado director se van develando los entresijos mediáticos de mentira, corrupción y crimen en los que se entrelazan los guiones y coreografías televisivas con los verdaderos narcotraficantes y matones, así como con la coludida esfera política.

Después de años de publicar, Malú sabe que si hay algo que importa es que su escritura siga evolucionando, porque de lo contrario los lectores dejarían de encontrar sentido a sus obras. Lo sabe de primera mano como pionera que fue en su género en México y Latinoamérica, para llegar cada vez más a una culminación de sus inquietudes y herramientas narrativas, a las que abonaron sus facetas como guionista y dramaturga.

No está de más decir que Malú escribe toda su obra a mano como un proceso artesanal para luego transcribirla en computadora, porque le representa un placer que la mantiene viva y vigente. Así que cuando alguien le pregunta cuánto tiempo ha tardado en escribir alguna de sus novelas, indefectiblemente responde que toda su existencia, porque cada texto vuelve sobre sus experiencias y vivencias.

Lo que llevó a Malú a convertirse en una escritora de novela policíaca fue, por un lado, el que experimentaba el cómo estructurar de manera diferente sus obras de  teatro, pero sobre todo porque tomó conciencia de que los personajes femeninos eran presentados en ella de manera estereotipada y anquilosada, como lo hace Arturo Pérez-Reverte, señala Malú, que en La reina del sur la protagonista es una narcotraficante, asesina y promiscua.

Por eso a Malú le interesa escribir sobre “las verdaderas heroínas de México” como las periodistas, las investigadoras que en condiciones precarias y peligrosas realizan su trabajo para encontrar la verdad o más aún como las Madres Buscadoras que, ante la omisión y corrupción de las fiscalías, encuentran y abren fosas para hallar a sus hijos, ayudándose unas a otras. Esos son los “modelos de mujeres” que deberían protagonizar las novelas, dice la también autora de libros como Al final del patriarcado, (Ediciones Oblicuas, 2021) o Crueldad en subasta, (Plaza y Valdés, 2021).

Es así que los paradigmas de escritura han cambiado debido a las redes y el activismo, por lo que hay nuevas corrientes y propuestas narrativas que se han visto beneficiadas por la mayor difusión, lo que conlleva un cambio en el lenguaje sobre la diversidad y la inclusión, expresa la también dramaturga y guionista. Pero advierte que aunque hay avances, también se dan excesos y retrocesos, como es el caso de que se quiera enfocar “todo el lenguaje sólo a las mujeres dejando fuera a los demás, lo cual es igual de excluyente”.

Esto habrá de afrontarse en tanto el lenguaje no logre su finalidad que es el consenso, advierte Malú, porque se debe entender que existe una gran diferencia entre nombrar algo y etiquetarlo. No se debe imponer una manera de hablar por un asunto de género o identificación sexual, así que antes que hablar diferente se necesita una evolución social.

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Roberto Estrada es licenciado en Letras y diplomado en Historia del Cine por la Universidad de Guadalajara, además de diplomado en Historia del Arte por la Universidad Anáhuac. Ha sido periodista cultural en diversos medios locales de Guadalajara. Es miembro del Taller de teatro de Eduardo Villalpando, y se desempeña como bibliotecario de la Orquesta de Cámara de Zapopan.