El 13 de diciembre, el cinesta Arturo Ripstein cumplió 80 años. Aquí siete momentos con el maestro de las amargas y luminosas caídas fílmicas de la familia mexicana; tanto en Cineteca Nacional de Cuarta Transformación, como en la Feria Internacional del Libro de Oaxcaca en 2011 o la entrega del Ariel de 2019 y la pandemia. Además una pregunta al maestro.

Por José Antonio Monterrosas Figueiras

«Tú y yo somos liliputienses, los enanos son del circo, tú y yo somos carne de riiiing».
Una película llamada La calle de la amargura de Arturo Ripstein.

I.

El 13 de diciembre, el cineasta Arturo Ripstein cumplió 80 años. Precisamente ese día en el informe anual de la Cineteca Nacional, donde su director Alejandro Pelayo ama su cine desaforadamente, anunció que La mujer del puerto, fue de las películas más vistas en este 2023 en sus instalaciones. Esta filme hace 32 años fue estrenada y luego enlatada por ser una historia de familia en que los hermanos se enamoran.  

Esta película formó parte de la Muestra Internacional de Cine de Guadalajara en 1995 y un año después tuvo un estreno limitado en España y Francia. En 1997 llegó al Festival de Cine de Tesalónica en Grecia, y en 1998 a Argentina. A finales de los 90 llegó, en una función especial, a la Cineteca Nacional, en el mes de agosto. (Ver nota de Juan José Cruz, en Cine Premier: «La mujer del puerto, de Arturo Ripstein: Todo sobre el estreno de la versión restaurada»).

Sin embargo, Ripstein dijo en entrevista con el crítico de cine Arturo Garibay, en su revista Top Cinema, que no fue un acto de censura, sino «otras cosas». Para el cineasta esas «otras cosas» están relacionadas con «los hilos invisibles que manejan los dioses del cine y lo llevan a uno de aquí para allá». Ahí le dice a Garibay que no sabe si algún día filmará esa «historia de los muchos desastres que mantuvieron oculta la película durante 30 años».

II.

El 6 de septiembre de 2022, el periódico Reforma publicó una entrevista con Arturo Ripstein, realizada por Mario Abner Colina, que vale la pena rescatar algunos fragmentos, ahora que el cine es cine y también otra asunto, que vale la pena recordar en sus ochenta años de «Rip». El maestro refunfuñón dijo: «Me choca el cine útil. Me fastidia el cine útil y el práctico, el de importancia momentánea, social o política que pocas veces es un cine con una narrativa precisa. Ese cine me da vergüenza».

Luego, el cineasta se fue con el tema de la masculinidad tóxica, la que prefiere definirla como «mexicanidad tóxica». Y explicó: «Aquí todos somos parte de la competencia inclemente que este País propicia con entusiasmo singular. El pastel tiene una serie de partes, y esas nos la disputamos todos. (…) Si de pronto a mí me toca cierta parte, otro supone que se la quité. El odio aquí es frenético. No habemos machos tóxicos, habemos mexicanos tóxicos de muchos sexos».

III.

Durante la entrega del Ariel en 2019, Arturo Ripstein reclamó recortes al sector cultural y afirmó que es deber del Estado apoyar el cine. Aquí van sus palabras:

“Aclaremos cuál es el papel del estado y su mecenazgo, muy particularmente en el cine, muy frecuentemente confundido con industrias como la automotriz o la cervecera. El mecenazgo no es una limosna con aquellos que los que hacemos cine, literatura, poesía, debemos sumisamente aceptar esa dádiva; es un deber el estado, así tiene que entenderlo la sociedad, el gobierno; nosotros, los que hacemos cine le hemos dado rostro a nuestra sociedad y a nuestros contemporáneos. Somos el espejo oscuro que refleja y se refleja; el cine no es un lujo que se puede desechar, no es un bien prescindible. No hay crecimiento sin cultura, no hay desarrollo sin cultura, no hay democracia sin cultura”.

IV.

En tiempos de pandemia aquí unos pensamientos míos ripstenianos sobre el cine de Ripstein:

«Me entero que ya se puede ir a ver películas al Foro al aire libre de Cineteca Nacional y veo que les van a recetar películas de Arturo Ripstein y de Nicolás Echeverría. Eso sí es una crueldad. Se nota que el dúo dinámico sigue al frente de ese sangrado recinto».

(5 de marzo de 2021)

«Me informan, vía correo, que la Cineteca Guadalajara realizará una retrospectiva de Arturo Ripstein, supongo que es para que la gente no vaya al cine por la pandemia, ¿verdad? Si es así, los felicito».

(13 de mayo de 2021)

«Dijo a El Universal Arturo Ripstein que «tras el confinamiento, los cines serán hegemónicos». Sí, pero no con sus películas, please».

(30 de abril de 2021)

V.

A inicios de este sexenio, el de Andrés Manuel López Obrador, yo escribí una nota llamada «Amargas caídas a la Ripstein en Cineteca Nacional». Ahí puse que «desde el 11 de enero de este transfigurado/trasnochado/huachicoleado 2019», la Cineteca proyectó películas del sórdido Arturo Ripstein. Ésta parecía «una señal del Apocalipsis de cuarta o el crepúsculo de una época retroralenti, es que al creador del Castillo de la pureza y La Calle de la amargura le gustan las caídas oscuras».

Este ciclo me recordó, ahí apunté, esa ocasión cuando en Oaxaca le hicieron un homenaje dentro de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO). «Era 11 de noviembre de 2011 y a Ripstein los periodistas lo esperábamos en la ciudad de Oaxaca, para una conferencia de prensa previa a la proyección de su película Las razones del corazón y la entrega de un reconocimiento por su trayectoria. A las once de la mañana de ese viernes, también nos enterábamos de la caída del helicóptero en el que viajaba Blake Mora, el segundo secretario de gobernación, durante la presidencia de Felipe Calderón, quien murió en el desplome de una aeronave, el primero fue Juan Camilo Mouriño tres años antes».

Recuerdo que «le pregunté a Ripstein si tenía algún significado llegar a Oaxaca en fecha tan cabalística (11 del 11 del 11), a lo que me respondió que no significa nada, nomás que su avión no se cayó —le siguió una risa turbia y entrecortada-. Hubo después una conversación entre el cineasta homenajeado y el escritor Guillermo Fadanelli un tanto escueta, tal como me lo expresó el autor de Insolencia, literatura y mundo [Almadía, 2012], “El viejito no quiso responder nada”. (Ver artículo: Finales de película revista Replicante)

Y continúo: «Durante esa reunión el literato Leonardo Da Jandra dijo que le fascinaba las caídas: ‘porque es en la caída donde vemos la verdadera dimensión del ser humano. Y si hay una disciplina que tiene esa capacidad de sublimar, no de imitar o de plagiar, sino de sublimar esa caída, es el cine’». Hubo varias caídas más en esa estancia en Oaxaca -entre ellas la del mismo Da Jandra en una fiesta o la del periodista Sergio Raúl López en una camioneta y luego en la sala de prensa de la FILO, el mezcal hizo de las suyas-, mismas que mi colega Donato M. Plata apuntó en su crepuscular crónica: La noche avanza.

VI.

La tarde del miércoles, 16 de enero de 2019, fui a la Cineteca Nacional porque Arturo Ripstein asistiría a presentar una de sus amargas películas –de cuyo nombre ya olvidé–, dentro de una retrospectiva que le realizan en ese sagrado recinto fílmico.

No me quedé a ver la película programada a las siete de la noche, porque los boletos se habían agotado en taquilla. A esa hora Ripstein ya estaba presente con su guionista Paz Alicia Garciadiego (pareja del mismo cineasta, como muchos lo saben) y el director de la Cineteca Nacional, Alejandro Pelayo. En ese momento había más de 20 lugares sin ocupar.

Yo iba con un grupo de amigas a quienes les dije que entraría sólo a escuchar a Ripstein, porque no teníamos boletos, así que un tipo moreno de abrigo gris rata se acercó a decirme, con tono regañón, que él decidía quien entraba y quien no, porque él es el jefe de salas —ay cabrón—, le respondí que era de prensa y que venía sólo a escuchar las palabras del director.

Tenía la intención de ver la película, sí, pero la verdad no creo que hiciera falta ocupar esos lugares vacíos cuando estaba a punto de iniciar la función. Así que estuvo buena la pizza y las cervezas con mis amigas, en un lugar de la colonia Portales en el que además un grupo de jazz musicalizaba la noche. ¡Salud!

Al día siguiente dentro de la misma restrospectiva, proyectaron la película por la que Ripstein demandó por la vía civil, por daños patrimoniales y morales, al crítico de cine Jorge Ayala Blanco tras escribir la crítica al filme «Mentiras piadosas», publicada en el periódico El Financiero, en abril de 1989, y la cual hizo enfurecer al director —ver los por menores de este caso que ganó el crítico, en el libro «A gritos y sombrerazos», de la periodista Patricia Vega; Conaculta, 1996.

Ayala Blanco ha resumido este momento, con la ironía que lo caracteriza, en tres actos: “Primer acto: están veinte productores de cine haciendo cola en la casa del gran director Arturo Ripstein para proponerle películas; segundo acto: los mismos productores leen la nota terrible de Ayala Blanco; tercer acto: los productores quedan disuadidos de proponerle una película y salen huyendo ¿Cómo se llamó la obra? La demanda de Arturo Ripstein contra Ayala Blanco” (De la nota de Héctor Rivera, del 30 de marzo de 1991, en la revista Proceso)

Soy franco, me hubiera gustado más que «Rip» presentara este filme que el que ya olvidé su nombre. Finalmente hay que decir que Arturo Ripstein reconoció que «jamás volvería a demandar a un crítico de cine», pues «deja muchos enemigos».

VII.

A inicios de enero de 2019, yo decía que corría el rumor de que Alejandro Pelayo continuaría como director de la Cineteca Nacional en estos tiempos de Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador, pero no hay nada oficial todavía. «No me parece buena augurio la retrospectiva de Arturo Ripstein por aquello de las caídas y las derrotas», expresé.

Traje a cuento otro recuerdo de ese 2011, de cuando Paula Astorga era directora de la Cineteca Nacional y estaba al lado del cineasta mencionado, en la función de gala de Las razones del corazón, con la que se inició la 53 Muestra Internacional de Cine. La Cineteca comenzaba una serie de cambios arquitectónicos y con la Muestra Internacional de Cine también se daba el cierre de un ciclo de penumbras a la Leonardo García Tsao (quien también fue director de Cineteca antes de Paula Astorga) con este filme.

«Con esa gris, sobreactuada y des-graciada película se concluyó un ciclo para construir lo que ahora es la Cineteca con once salas, museo y foro al aire libre, que cumplió este jueves, 17 de enero de 2019, 45 años de existencia. Curiosidades a parte, ese mismo jueves de celebración cinetequero estaba en programación «Mentiras piadosas«, de Arturo Ripstein. ¿Será acaso un presagio del fin de una época para Alejandro Pelayo al frente de Cineteca Nacional o será que a esta nueva administración también le gusta el cine a la Ripstein: de derrota y oscuridad? Yo creo que el futuro será de las mujeres o no será».

Estamos afinales de 2023, Pelayo no se ha ido de Cineteca y Ripstein ilumina un pastel de ochenta velas. Vamos arribar a los 50 años de Cineteca y el fin de un sexenio que fue una gran Mañanera desde Palacio Nacional. ¿Qué sopresa nos trendrá ese amante de las amargas caídas cinematográficas como es Arturo Ripstein para el 2024? Yo digo que debería hacer otra película de luchadores, la primera fue La calle de la amargura, y esta podría ser la del también octagenario «Gigante Sabio», el luchador Tinieblas y podría estrenarla en Cineteca Chapultepec, que se inugurará el próximo año. ¿Por qué no, maestro? Anímese.

José Antonio Monterrosas Figueiras es periodista cultural y cronista de cine. Es editor cínico en Los Cínicos. Ha colaborado en diversas revistas de crítica y periodismo cultural. Conduce el programa Cinismo en vivo.


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