LOS INCORDIOS RECONCOMIOS FÍLMICOS DE UN CRÍTICO DE CINE

Por Gervasio Níveo

Nada nos empata en Jurassic World, fuera del empíreo entaconado de Bryce Dallas Howard y su egregio encarminado manantial de hebra, —¡y hembra, cómo chingados no!—.  

Es berretín precámbrico lo que Colin Trevorrow (Safety Not Guaranteed, EUA, 2012) calígino director de esta hornacina tiranosáurica nos da, inflamado de un intrígulis que no merece abjurar, siquiera, a la execrable delicuesencia de esta generación poscolonial, que impreca a cada cisma apenas planteadas.

Ya ni el fusiforme epidérmico de los dinosaurios abominables nos regala arreo digno de encono, ni cacumen, más bien lo que provoca esta entrega es un calígino malestar que no augura en adelante un puerto chipén, para redomar en cuescos su cutáneo desafuero.

Ya fuera deleznable el guión de cuatro babiecas desmanotados, imagino la turbonada de dispepsias naufragando en el vomitorio acolchado de la sala de cine.

No es para menos, si comparamos el dislate con el frenético batir de gansos de cualquier púber Nembutal.

Nada nos empata en Jurassic World, fuera del empíreo entaconado de Bryce Dallas Howard y su egregio encarminado manantial de hebra, —¡y hembra, cómo chingados no!—.

Bryce, la chica de los zapatos de tacón…

Por lo demás, este erisipela en forma audiovisual, sólo satisfará a los neonatos estólidos de nuestra patria, sólo a aquellos que en el facticio de su filípica sostiene que los floripondios de los efectos visuales son gollerías para el alma sensible.

Yo les digo a ellos, que su fumata galbana hetaira, sólo los coloca como jácaros ante este inteligente y soberbio arte que es el cine.

Ustedes, ladinos, les toca la irrumación en la última hilera de asientos de nuestra sagrada Cineteca. ©

Gervasio Níveo, crítico de cine sibilino y cardenchero.

GERVASIO