La gestión oscurantista –y en lo oscurito– de Raúl Cremoux
Por Sergio Raúl López
¿Qué de cultural puede existir en una transmisora televisiva de servicio público que no sólo provoca la renuncia de su director de noticias, sino que ahora deja sin trabajo a dos de sus reporteras y conductoras emblemáticas, al encargado de su agencia de noticias y a su coordinadora general de información, además de quitar de la conducción de su noticiario a uno de los más reconocidos periodistas culturales televisivos?

La cultura, como la entiendo, no puede existir sin la oposición de razones, sin la discusión y el disenso, sin llegar a acuerdos y sin la diversidad de opiniones. Porque el pensamiento ni es único ni es omnímodo como estos burócratas priistas, disfrazados de intelectuales –claro, orgánicos, como aconseja la tradición Salinista– que intentan dejar en claro mediante despidos, amenazas y censuras.
Las cartas y alertas que han circulado, las firmas de apoyo recolectadas y, sobretodo, el que la comunidad cultural manifieste su preocupación por la gestión oscurantista –y en lo oscurito– de Raúl Cremoux, pues está desintegrando el mayor equipo noticioso de la televisión cultural mexicana —algo similar a lo que ocurrió en el Fondo de Cultura Económica con la salida de sus más importantes editores ante la llegada de una jerarca de la cultura impuesta a gritos—.
A los periodistas, no sólo se les silencia torturándolos y asesinándolos (como en el terrible caso de Rubén Espinosa), sino considerando peligroso lo que dicen, amenazándolos económicamente o cercenando ciertos temas de la agenda que se les exige no manejar.
Eso ya ni siquiera es muestra de la incultura mendaz del sistema burocrático actual en el que los funcionarios mudan de puesto —de una secretaría a otra, incluso, como ocurrió el jueves 27 de agosto–, como si el “dedazo» fuese el único requisito para poder ocupar un cargo y no la capacidad para trabajarlo o al menos con cierta pericia.
Y este amago contra el equipo entero de Noticias 22, pero individualizado en los casos de Irma Gallo, Guadalupe Pereyra, Marcos Daniel Aguilar y Alejandra Flores, quienes fueron despedidos —aunque se emplee el eufemismo de que sus contratos no fueron renovados—, así como el de Huemanzin Rodríguez, quien ya no será conductor del noticiario cultural, es un escarmiento para el grupo completo.
Son personas de larga trayectoria, cuyo trabajo está a la vista de todos y cuya salida de la emisora no se debe a la mala ejecución de su trabajo, sino a que habían mostrado su inconformidad con las decisiones del actual director del canal.
Y el castigo es atroz en un país en crisis económica, moral, educativa y de violencia, dejar sin trabajo a cuatro profesionales, y cesar a un conductor de probado oficio, es un golpe profundo y de una rudeza ilimitada.

El canal cultural del Estado mexicano no le pertenece a quien ocupe el escritorio de director en turno, sino al público que lo sigue, a la comunidad cultural que lo alimenta y, en general, debiera ser un sitio para consolidar la discusión pensante y el ejercicio de la libre oposición de ideas.
Negarse al debate público, que es lo que ha hecho Raúl Cremoux, es ejemplo y parte de esa actitud acultural en la que la voz de la fuerza se impone al resto de voces, al resto de opiniones, al resto de pensamientos y mentalidades.
La emisora cultural es ahora el canal acultural de México. Y eso es una pena.
©
Texto originalmente publicado en el muro de Facebook de Sergio Raúl López.
Sergio Raúl López periodista cultural y subdirector de la revista Cine Toma.
