DANDYS Y CÍNICOS

Once años de la muerte de Theo van Gogh

Hace once años, el cineasta holandés Theo van Gogh fue asesinado en la calle  por el islamista Mohammed Bouyeri que lo tiroteó el 2 de noviembre de 2004, luego lo degolló y como final le clavó un puñal dejándole un mensaje de cinco hojas para la diputada somalí-holandesa Ayaan Hirsi Ali, quien ha dicho que: “Tan pronto como aparezca La vida de Brian, con Mahoma en el papel principal, bajo la dirección de un Theo van Gogh árabe, habremos dado un gran paso adelante”, pero el Viernes 13 en París es muy mal augurio.

Por José Antonio Monterrosas Figueiras

Theo van Gogh. Imagen retomada de www.moskeeindestad.nl
Theo van Gogh. Imagen retomada de http://www.moskeeindestad.nl

“Esta historia comienza con un asesinato”, dice el narrador en el documental Es duro ser amado por estos imbéciles mientras vemos un bulto tirado en alguna calle de Ámsterdam cubierto por una sábana blanca: es el cuerpo del cineasta holandés Theo van Gogh, asesinado por el islamista Mohammed Bouyeri que lo tiroteó, el 2 de noviembre de 2004, luego lo degolló y como final le clavó un puñal dejándole un mensaje de cinco hojas para la diputada somalí holandesa Ayaan Hirsi Ali con quien van Gogh filmó el cortometraje Submission: Part I (Sumisión, 2004), en el que vemos a cuatro mujeres con el rostro tapado pero mostrando parte de sus hermosos y jóvenes cuerpos caligrafiados con textos misóginos copiados del Corán, al tiempo que dialogan y cuestionan el machismo cotidiano que sufren por parte de los islamistas.

“Islam significa sumisión a la voluntad de Dios. ¿Dónde encontramos la voluntad de Dios? Está en el Corán, o Libro Sagrado. Para muchos musulmanes, no todos, ésta es la inmutable palabra de Dios y el hadiz, o dichos y hechos del Profeta. Si un hombre joven como Mohammed Bouyeri, el hombre que mató a Theo van Gogh, lee en el Corán que el infiel que insulte a Dios merece ser asesinado, y lo hace, entonces estamos hablando de consistencia entre el creyente particular y su interpretación del Corán” (Letras Libres, diciembre de 2007); señaló la también defensora de los derechos humanos en una conversación a distancia en el marco del Fórum de las Culturas celebrado en Monterrey —convocado por Letras Libres y Foreign Policy— con el periodista, académico y diplomático pakistaní Husain Haqqani y moderado por el politólogo mexicano Jesús Silva–Herzog Márquez, a quien se dirige la somalí para advertir: “No puedo estar ahí con ustedes esta noche por razones de seguridad. […] Y mi ausencia esta noche en México demuestra, ilustra, el hecho de que el islam y la democracia son tan incompatibles que aquellos que desean practicar el islam puro impiden que yo atienda a un debate con el señor Haqqani. Lamento decirlo pero a esto se reduce todo”.

En reacción a la muerte de Theo van Gogh, el editor del Jillands–Posten, Flemming Rose, convocó a caricaturistas de su país para dibujar a Mahoma. A casi once años de la muerte del cineasta holandés el semanario Charlie Hebdo sufrió la pérdida de su mejores dibujantes. Ian Buruma, en su libro Asesinato en Amsterdam. La muerte de Theo van Gogh y los límites de la tolerancia (Debate, 2007), realiza un reportaje sobre los antecedentes y las consecuencias que produjo la muerte de ese cineasta debida a sus críticas al islam en un país donde hay, se supone, apertura y multiculturalidad, y rescata ideas de Hirsi Ali como la siguiente —y que son uno de los puntos por los que la labor de semanarios como Charlie Hebdo debe seguir—: “Lo que la cultura musulmana necesita son libros, telenovelas, poesía y canciones que muestren qué ocurre en realidad y que sepan burlarse de los preceptos religiosos, como por ejemplo sucede en Costumbres y usos en el islam o Guía para la educación islámica. El libro Un atisbo del infierno, en el que se nos explica lo que nos aguarda en el más allá, podría ser una fantástica parodia adaptada al cine. Tan pronto como aparezca La vida de Brian, con Mahoma en el papel principal, bajo la dirección de un Theo van Gogh árabe, habremos dado un gran paso adelante”.

La historia documentada por el cineasta argelino se concentra en los por menores del juicio al semanario satírico francés por la republicación de las caricaturas danesas –en donde los de Charlie añadieron otras nuevas— y que terminaron siendo publicadas en un número especial donde puede verse un Mahoma con las manos en la cabeza que dice: “Es duro ser amado por estos imbéciles”. La Gran Mezquita de París y la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia interpusieron una demanda acusando a los caricaturistas de haber cometido el delito de injurias públicas contra un grupo de personas en razón de su religión.

“Islam significa sumisión a la voluntad de Dios. ¿Dónde encontramos la voluntad de Dios? Está en el Corán, o Libro Sagrado. Para muchos musulmanes, no todos, ésta es la inmutable palabra de Dios y el hadiz, o dichos y hechos del Profeta. Si un hombre joven como Mohammed Bouyeri, el hombre que mató a Theo van Gogh, lee en el Corán que el infiel que insulte a Dios merece ser asesinado”.

Philippe Val, director de Charlie Hebdo hasta 2009, compareció ante el tribunal; en el documental también hay abogados, periodistas y filósofos discutiendo sobre libertad de expresión, el islamismo y la tolerancia en Francia. Ahí también están las reuniones desparpajadas y llenas de humor de los caricaturistas en la redacción donde años después serían asesinados. Las manifestaciones de apoyo y de rechazo de ciudadanos. Discusiones intensas y hasta coléricas, el espacio público está caldeado y aquí es donde se plantean preguntas como la del principio, porque el triunfo en los tribunales al absolver a Charlie del delito de injurias acabó en los actos de venganza contra esos dibujantes.

El documental se exhibió en la primera edición del Festival Internacional de Cine de San Cristóbal —el viernes 23 de enero de 2015—; aquí se pudo ver.

¿Podría un documental ser material para motivar o planear el asesinato de un par de caricaturistas franceses?

Cartel el documental sobre Charlie Hebdo.
Cartel el documental sobre Charlie Hebdo.

Ésta y otras preguntas surgen al ver la película de Daniel Leconte dedicada a los dibujantes del semanario satírico parisino Charlie Hebdo —según esto, de extrema izquierda—sobre la polémica surgida a partir de las doce caricaturas hechas por humoristas daneses, las cuales encolerizaron a los islamistas radicales del mundo entero en 2005, cuando el periódico de Dinamarca Jyllands–Posten —según esto, de centro–derecha—, decidió poner a prueba y romper el tabú de que el profeta Mahoma, fundador del islam, no puede ser reproducido en imágenes porque eso es idolatría.

El 30 de septiembre de 2005 comenzó un capítulo satírico que tuvo un desenlace trágico, como sabemos, con el asesinato de los dibujantes del Charlie, entre ellos Charb (Stéphane Carbonnier, de 47 años), Cabu (Jean Cabut, de 76), Wolinski (George Wolinski, de ochenta) y Tignous (Bernard Verlhac, de 57), el 7 enero de 2015 en París, la capital europea, dicen, de la tolerancia, la libertad y la fraternidad. Ya lo escribió Michel Houellebecq en Las partículas elementales, publicada en 1998: “El humor no nos salva; no sirve prácticamente para nada. Uno puede enfrentarse a los acontecimientos de la vida con humor durante años, a veces muchos años, y en algunos casos puede mantenerse una actitud humorística casi hasta el final; pero la vida siempre nos rompe el corazón”.

A Houellebecq, por cierto, le dedicaron la última portada del Charlie antes de la masacre por su libro Sumisión, que llegó a librerías la misma semana del atentado. “Las predicciones del mago Houellebecq”, se lee en el número 1177 del semanario, y luego dice, caricaturizado por Luz (Renald Luzier), uno de los sobrevivientes porque fue su cumpleaños ese mismo día y se levantó más tarde de lo acostumbrado: “En 2015 perdí mis dientes y en 2022 haré el Ramadán”.

El escritor francés cuenta la historia hipotética —de anticipación política, dicen algunos—, ubicada en el año 2022, cuando François Hollande —presidente actual de Francia— está por finalizar su segundo mandato. El país se convierte al final en un Estado islámico, producto de la inmigración, la extrema derecha política y la creación de un partido musulmán en Francia. Esto provoca que el también poeta sea un personaje pivote y premonitorio para la tragedia de enero de 2015 en París. Ya se sabe, además, que Stéphane Carbonnier, quien era el director de la revista, publicó en el último número una caricatura con el título “Aún sin atentados en Francia” y abajo un hombre armado, con finta de yihadista, sorprendido: “¡Un momento! Tenemos hasta finales de enero para presentar sus deseos de año nuevo”.

Las palabras de Badinter están vigentes para desgracia de Occidente. A escasos días de haberse cumplido un año más del atroz ejecución de Theo van Gogh, París ha vivido una de sus noches más espeluznantes en su historia: el asesinato de cientos de personas inocentes en las calles de la capital mundial de la libertad y la fraternidad, a manos de yihadistas del Estado Islámico.

Dato macabro es saber que fueron doce las caricaturas de Mahoma publicadas en el periódico danés, mismo número de asesinados el 7 de enero en las oficinas de Charlie. Y a ellos, a los asesinados, los podemos ver y escuchar opinar, al lado de abogados, filósofos, periodistas —como Georges Kiejman, Richard Malka, Francis Szpiner, Caroline Fourest, Christophe Bigot— y hasta el mismo François Hollande cuando aún no era presidente de Francia y que advirtió después de comparecer que “Ningún musulmán debe sentirse amenazado por ser un musulmán. Sin embargo, condenamos el terrorismo y el fundamentalismo. Eso es lo que nos debe unir dentro de la República”.

El documental de Leconte lleva el nombre de: Es duro ser amado por estos imbéciles (C’est dur d’être aimé par des cons, Francia, 2008) porque es uno emblemático de Charlie, pues con éste ilustraron un número especial, publicado en 2006, con la imagen de un Mahoma llorón en la portada y en su interior aquellas caricaturas danesas irreverentes e irresponsables. Una de las que causó más polémica es aquella en la que Mahoma lleva en la cabeza un turbante con forma de bomba y una mecha encendida.

La filósofa francesa Elisabeth Badinter afirmó a la cámara: “La situación ya está podrida. Es hora de decir ‘eso es suficiente’. El miedo está empezando a difundirse en la sociedad”.

Viernes 13 en París: #PorteOuverte

Fusión de la Torre Eiffel y el Símbolo de la Paz. Imagen retomada de Facebook.
Fusión de la Torre Eiffel y el símbolo de la paz. Imagen retomada de Facebook.

Las palabras de Badinter están vigentes para desgracia de Occidente. A escasos días de haberse cumplido un año más del atroz ejecución de Theo van Gogh, París ha vivido una de sus noches más espeluznantes en su historia: el asesinato de cientos de personas inocentes en las calles de la capital mundial de la libertad y la fraternidad, a manos de yihadistas del Estado Islámico.

La película de terror de los años ochenta de Sean S. Cunningham, Viernes 13, es tan sólo un montaje lúdico de espanto infantil frente a todo esto. Este fue un viernes 13 y dicen que hay que quedarse en casa por ser un día de mal augurio —Francia por lo menos ya cerró sus fronteras— y no sabemos cuánto durará, pero eso ya no importa porque el enemigo ya está en las habitaciones del hogar.

Al empezarse a difundir la fatídica noticia internautas franceses reprodujeron el hashtag #PorteOuverte (Puerta Abierta), para recibir a los afectados por los atentados terroristas en París, también en Twitter se popularizó, en minutos, la imagen que fusiona el símbolo de la paz y la Torre Eiffel. ©

Versión cínica y aumentada de un texto originalmente publicado el 2 de marzo de 2015 en la revista Replicante.

José Antonio Monterrosas Figueiras, editor cínico en Los Cínicos y periodista replicante en Replicante.
@jamonterrosas

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