CINISMO
Los tibios de Las Galaxias
El 26 de octubre, el escritor tapatío Antonio Ortuño escribió en el periódico máspormás que deducir algo como “una filosofía” en Star Wars es estar “mensito», y agregó que: «las pocas ideas enunciadas en las cintas son una mezcla de catecismo con autosuperación y de esa misma pasta salió Paulo Coelho”.
Por Antonio Ortuño
Aunque es probable que traicione al final lo que declararé en este texto y termine por ver en el cine la nueva película de Star Wars, programada para estrenarse el próximo diciembre, en este momento tengo la negra intención de evitarlo. Todavía faltan dos meses y ya me crisparon los nervios los cacareos de los fanboys. Nomás de imaginarme a mis ex compañeros de escuela disfrazados de caballeros Jedi (con nenes ataviados como Yoda o Chewbacca en los brazos) me dan escalofríos. Y sé que van a disfrazarse. Llevan toda la semana, desde que estrenaron el tráiler de The Force Awakens, poniendo mensajes en los que confiesan que chillaron como bebés y se les quedó la carne de gallina. Ya vi el tráiler dichoso y no alcancé ese clímax. Me temo que soy parte del equipo de los tibios de las galaxias.
Me parece excesivo el grado de infantilismo al que mi generación, la de los nacidos en los setenta y ochenta, ha llegado. Cuando fuimos niños faltó dinero y/o tiempo para completar las enormes colecciones de juguetes y “memorabilia” de los que entonces llamábamos La Guerra de las Galaxias. Y quizá por eso ahora que, ya adultos, se nos vuelve a poner la mercancía al alcance de las manos, no somos capaces de resistirnos. Algunos de mis amigos nomás compran un pan si les juran que no tiene glúten y no muerden nada que no lleve etiqueta de orgánico pero son capaces de pagar por una tonelada de plástico venenoso fabricado por niños esclavos si viene en forma de Stromtroopers.
Algunos de mis amigos nomás compran un pan si les juran que no tiene glúten y no muerden nada que no lleve etiqueta de orgánico pero son capaces de pagar por una tonelada de plástico venenoso fabricado por niños esclavos si viene en forma de Stromtroopers.
Star Wars, en su mejor encarnación (The Empire Strikes Back), es una sarta de aventuras entretenidas y hasta emocionantes. En la peor (como el inefable Episode I, que es una atrocidad), es nomás una mala historia. Leo por estos días, azorado, análisis que intenta bordar en los significados de la saga y sus profundidades. Y lo siento, pero deducir algo como “una filosofía” en Star Wars es estar mensito: las pocas ideas enunciadas en las cintas son una mezcla de catecismo con autosuperación y de esa misma pasta salió Paulo Coelho. Me parece que ese intento de exégesis es un simple vicio posmo. No creo que ni siquiera George Lucas le otorgue importancia al “ideario Jedi” o al de sus némesis, los malvados Sith. Lucas sabía (o eso prefiero pensar) que uno y otro eran simples pretextos para crear la atmósfera de un gran juego. En términos de ideas, Star Wars no es más profundo que Bob Esponja (y quizá lo sea mucho menos). Es en el espectáculo visual y en la fascinación que provocan las peripecias de sus personajes en donde se encuentran sus méritos. Que no niego. Pero, señores, tampoco es la nueva Iliada. Es comercio a gran escala. Apaguen un momento el sable láser y enfrenten la realidad. [1]
Notas recientes de Antonio Ortuño, en Facebook, sobre Star Wars
«Ya vi Star Wars: The Force Awakens. Es una película estupenda. Me emocionó particularmente el momento en que Chewbacca habla al fin, justo antes de morir, y dice: «We Are Groot»», (16 de diciembre de 2015).
«Oigan, en serio, son fregaderas que revelen que al final de la nueva de Star Wars muere Han Solo. Ya no respetan nada», (15 de diciembre de 2015).
«Qué mala onda que justo antes del estreno se haya filtrado que Luke Skywalker es el villano de la nueva Star Wars. Ah, ¿no querían spoilers? Lo siento», (14 de diciembre de 2015).
«Soy del 99% que vio las películas originales de Star Wars en la infancia y le gustaron mucho; del 38% al que le gustaron un poco menos cuando volvió a verlas de adulto; del 28% al que Episodio 1 y sucesoras le dieron algo de pena ajena; del 17% que de todos modos va a ver la película nueva y del 11% que no irá a uno de los mil «estrenos» porque no quiere estar rodeado de cuarentones vestidos como robotitos o como apóstoles en pastorela», (13 de diciembre de 2015).

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[1] Con el permiso del autor y agradeciendo su generosidad, reproducimos en Los Cínicos este texto publicado originalmente en el periódico máspormás, de Guadalajara, en la columna Combat Rock, el 26 de octubre de 2015.
Antonio Ortuño escritor mexicano nacido en Guadalajara. Autor de las novelas El buscador de cabezas, Recursos humanos, Ánima, La fila india y Méjico.
