A VECES ME DESPRECIO

¡Salud, maestro Bowie!

El cronista vio por fin la esperada exposición Duffy/Bowie: Five Sessions, en el Museo de la Ciudad de México, mientras se empujaba unos tragos de whisky de una botella oculta en su saco de pana. Todo esto para rendir un homenaje a un año de la muerte del Duque Blanco. ¡Salud!

Por Félix Morriña

Larga fila para entrar al Museo de la Ciudad de México y ver la “Duffy/Bowie: Five Sessions”. Decenas de jóvenes impacientes por ingresar de manera gratuita, ya casi para finalizar el horario del cierre habitual de fin de semana del recinto cultural. Denoto mucho interés de los fieles y nuevos seguidores del hombre que el 10 de enero, de hace un año, falleciera por cáncer de hígado, dos días después de haber cumplido 69 años de edad.

Fui para rendirle pleitesía al “Hombre que cayó del cielo”, al hombre que marcó mi manera de ver el mundo en mi temprana adolescencia, de apreciar el arte, de asumir la costumbre de seguir las vanguardias del siglo XX.

El trayecto de la capital mexiquense a mi amada Ciudad de México fue un largo peregrinar por las marchas contra el alza de los combustibles. No me importó porque debía cumplir la cita con “El Delgado Duque Blanco”. “¡Salud gran maestro!”, dije cuando tenía frente mío la portada del disco Aladdin Sane (1973).

El sorbo de Scotch cayó como salvación del alma para un dipsómano en ciernes. Tras tres buenos discretos tragos de whisky que llevaba oculto en mi saco de pana, este interlocutor se aleja un poco de la muchedumbre para ver que no hubo una curaduría adecuada para esta magna exposición tan esperada por miles de amantes de David Bowie y conocer su proceso creativo.

Las 50 fotografías yacían colocadas por un “incipiente” curador de arte, “en ese caso mejor las coloco yo y en los pasillos de la Línea Dorada del Metro de la Ciudad de México”, pensé hacia mis adentros para no llamar la atención de mi licorera portátil. Los espacios entre cada fotografía de mediano y gran formato no lucían para el espacio museístico que se tuvo para la exhibición de las imágenes de Brian Duffy.

Es más, si viviera el corajudo Duffy agarraría a madrazos a quien haya colocado de esa forma sus fotografías. Fuera de esa imagen de espacio desaprovechado para la ocasión, la gente disfrutaba sin desenfado cada una de las piezas de las sesiones que realizó durante ocho años Brian Duffy con David Bowie, cuyo brillante resultado fueron tres portadas de discos nodales en la vida artística del también actor, escritor, pintor, mimo y productor musical: Aladdin Sane (1973), Lodger (1979) y Scary Monsters (And Super Creeps), de 1980.

Cabe recordar que Duffy empezó a trabajar con David Bowie en la época del Ziggy Stardust, para después hacerlo en el proyecto El Delgado Duque Blanco en Nuevo México, mientras era parte de la filmación de The Man Who Fell To Earth (titulada acá como El hombre que vino de las estrellas, de 1976, basada en la novela de ciencia ficción del mismo título de Walter Tevis y dirigida por Nicolas Roeg), así como de los dos proyectos ya mencionados: Lodger y Scary Monsters (And Super Creeps).

Las 50 fotografías yacían colocadas por un “incipiente” curador de arte, “en ese caso mejor las coloco yo y en los pasillos de la Línea Dorada del Metro de la Ciudad de México”, pensé hacia mis adentros para no llamar la atención de mi licorera portátil.

Duffy_Interior
Duffy, el hombre que fotografío a Bowie, en el Museo de la Ciudad de México. Foto: Ingrid Concha.

Pregunté por los promotores de la brillante exposición, el dueño de las imágenes Rene Gelston, quien se hizo apoyar de dos socios suyos en México de su sello discográfico inglés Black Market (BLK MRKT): Julián Acosta y Johan Graffman, pero ninguno estaba disponible. Quería preguntarles cómo les había ido en las galerías de Monterrey y Guadalajara, el año pasado, además de empujarnos el resto del whisky que traía conmigo. Deseaba corresponderles cuando me invitaron a la conferencia de prensa en la que nos compartieron litros y litros de cerveza a mediados del 2016, si mal no recuerdo.

Tras una parada en los servicios para preparar el resto del whisky y continuar con el brindis, recordé que Gelston señaló enfático en aquella ocasión que la idea de traer a México la exposición estaba sobre la mesa mucho antes de la muerte por la enfermedad terminal de David Bowie, por lo cual no quiso se le tomara como un oportunista y tampoco quiso competir con nadie más.

Cuando tuve oportunidad fui a preguntar por el libro de Chris Duffy (hijo de Brian) y el biógrafo de David Bowie, Kevin Cann, titulado precisamente Duffy/Bowie: Five Sessions (2014), que dijeron se vendería en la exposición. Me comentaron que estaba agotado y que el próximo fin de semana lo conseguiría a mil 200 pesos, cuando el año pasado costaba 550 pesos, pero el dólar y la oportunidad elevaron los costos. ¡Vaya suerte mía!

Antes de finalizar este texto y de concluir mi último sorbito de whisky, me sigo preguntando: ¿Quién no conoce la memorable fotografía de David Bowie con un rayo rojo con el contorno azul cruzando su rostro? Si la respuesta es negativa, todavía puedes ir los siguientes dos fines de semana restantes para ver “Exhibition Mexico. Duffy/Bowie: Five Sessions”, o bien ir de martes en adelante de 10 a 18 horas. Recuerda, ¡la entrada es gratuita! ¡Salud! ©

* Versión cínica de la columna Silencios Estereofónicos de Félix Morriña, publicada en el diario Impulso.

Félix Morriña
Félix Morriña, dandy pero punk.

Félix Morriña es periodista y promotor cultural. Columnista en ImpulsoSemanario Punto Revista Ágora.

@fmorrina