A VECES ME DESPRECIO

Un libro para sobrevivir en el Altiplano mexiquense

Los cuentos narrados por Marcela Magdaleno Deschamps en Un mundo al revés tienen esa dosis de ese sensible, agridulce y sutil sentido del humor femenino desde la penumbra, donde ella observa a cada uno de los singulares personajes, para presentárnoslos como entidades fantasmales, arrogantes seres que se salen con la suya, desde el más allá, hasta el acá y ahora.

Por Félix Morriña

Nos hemos visto desde hace muchos años y hablado lo suficiente como para saber de qué lado masca la iguana. Nos saludamos con agrado y algunas veces con efusividad. Nos reconocemos, nos leemos cada cuando, pero sobre todo nos damos tiempo para disfrutar la lejana compañía, entiéndase, vivimos en el mismo “Pueblo Mágico”, pero no nos frecuentamos como quisiéramos.

El motivo, no lo sé. Lo único que puedo decir, es que ahora nos acercó mucho más su reciente libro Un mundo al revés (Editorial Ariadna, 2016), cuyo título me recordó por alguna razón al escritor Eduardo Galeano, Patas arriba. Los contenidos son diferentes, pero las intenciones e intereses narrativos son afines: el comportamiento humano en situaciones adversas o extremas, a veces narrado como noticia con altas dosis de humor negro, otras como fatídica noticia novelada, con estilo de crónica, pero también con prosa poética.

Fui a la presentación del libro un viernes de finales de enero, en el centro de nuestra “Ciudad Típica” de Metepec, pero no pudimos, la autora y su “servibar y amigo”, interactuar por razones laborales. Ya habrá tiempo de destapar la botella de vino en mi espacio de confort hogareño, una vez que haya terminado de acomodar libros, discos y espíritus, como se lo había prometido una dipsómana noche en la que hablamos largo rato por teléfono. Marcela aceptó con agrado.

Esa tarde en el restaurante, Magdaleno Deschamps realizó un performance kitsch con gente del teatro mexiquense sobre su cuento “Las perdidas son las más buscadas” y la verdad llevaba el guión escrito en mi cabeza, porque es uno de mis cuentos preferidos de este libro, el cual recomiendo ampliamente para todos aquellos que deseen sobrevivir al altiplano mexiquense —a dos mil 600 metros sobre el nivel del mar. 

Este cuento del que les platico, sólo les puedo adelantar que se trata de un episodio recurrente de la vanidad de los excesos de las mujeres de la clase política nacional, de la que sobresale el eslogan para las próximas elecciones: “Conciencia sexual: en un país de Primer Nivel la belleza predomina y la densidad demográfica disminuye”.

En “El buen fin”, Marcela Magdaleno Deschamps pone a una mujer ejecutora, una limpiadora de la escoria social en un plano que pocas veces lo hacen las literatas locales del valle de Toluca, con lo cual las defensoras y defensores de la equidad de género estarán felices, pero a este interlocutor lo que le interesó es que esa fémina se salió con la suya con estilo y sin hacer alharaca de nada.

Los cuentos narrados por Marcela Magdaleno Deschamps en Un mundo al revés tienen esa dosis de ese sensible, agridulce y sutil sentido del humor femenino desde la penumbra, donde ella observa a cada uno de los singulares personajes, para presentárnoslos como entidades fantasmales, arrogantes seres que se salen con la suya, desde el más allá, hasta el acá y ahora. 

Los gratos textos de la autora traen ese melancólico tufo de las historias de los bisabuelos, abuelos y demás seres que antaño nos contaban historias para no olvidar jamás. Para muchos trae ese imaginario colectivo de antaño, ya sea de ciudad, marchitada urbe o zona rural provinciana, con una narrativa acorde a los tiempos que corren, para que se entiendan que no sólo pueden ser tomados como mera fantasía, sino como parte de ese surrealismo ad hoc en nuestra cultura mexicana.

Cuando uno lee el cuento de “Los apegos”, de inmediato nos remontamos a esas emociones que nos provocan vacíos y que no nos permite avanzar, no nos permite crecer, porque no sabemos desprendernos de las cosas y de las personas. La forma en que está escrito el texto nos recordará la manera en que nos contaban historias similares, los ancianos del siglo pasado.

En “El buen fin”, Marcela Magdaleno Deschamps pone a una mujer ejecutora, una limpiadora de la escoria social en un plano que pocas veces lo hacen las literatas locales del valle de Toluca, con lo cual las defensoras y defensores de la equidad de género estarán felices, pero a este interlocutor lo que le interesó es que esa fémina se salió con la suya con estilo y sin hacer alharaca de nada.

Otro de los cuentos que atrajeron mi atención fue el del “Voto secreto”, en la que un embrión cuenta cómo se convirtió en el número cinco mil en el año 2020 y terminó votando a favor del aborto. Sencillo cuento, corto, pero contundente. De igual manera sucede con el de “Duda incierta”, que en menos de los segundos que lo lees, ya estás en otra realidad. Buen manejo del lenguaje.

¡Vayamos a beber esa botella de vino Marcela! ©

*Versión cínica de la columna Silencios Estereofónicos de Félix Morriña, publicada en el diario Impulso.

Félix Morriña
Dandy, pero punk.

Félix Morriña es periodista y promotor cultural. Columnista en ImpulsoSemanario Punto Revista Ágora.

@fmorrina