CINISMO
A propósito del toples de Emma Watson
Si se encuera… ¡Sexualiza su trabajo! Si se tapa… ¡Sucumbe al heteropatriarcado falocéntrico opresor! ¡Oh, por fin!
Por Daniela Dávila

Leo sobre lo sucedido con la actriz Emma Watson y pienso en el magnífico y azaroso timing que ha tenido para hacerse noticia a horas del Día Internacional de la Mujer. El contexto es que Emma ha posado en toples para la revista Vanity Fair —muy elegante, por cierto— y alguna mujer del mundo, con el Twitter a sus espaldas, ha decidido llamarla hipócrita. Sí, hipócrita por hablar del feminismo; proclamarse feminista y desnudarse. Y bueno, la inglesa ha sabido defenderse de tal forma que, espero, más de uno haya captado ya la idea del feminismo y la mala concepción de éste.
Si se encuera… ¡Sexualiza su trabajo! Si se tapa… ¡Sucumbe al heteropatriarcado falocéntrico opresor! ¡Oh, por fin! Ya es hora de que se entienda: El feminismo, y cito textual: “no es una vara para pegarle en el trasero a las mujeres por lo que hacen; no es una reprimenda”.
Ya es hora de que se entienda: El feminismo, y cito textual: “no es una vara para pegarle en el trasero a las mujeres por lo que hacen; no es una reprimenda”.
Retomo algo de lo muy poquitito leído de Simone de Beauvoir: “el feminismo es una vida individual —libre e independiente— con una lucha colectiva para que el resto también tenga esa vida”. La que quiera, con equidad de derechos para decidir sobre su cuerpo, sus sentimientos y pensamientos y así, asumir las consecuencias de esas decisiones. Sean, las que sean; como cada mujer luzca, con lo que crea o sienta, mientras sea su total voluntad.
¡Qué muestre su piel sin que un hombre —u otra mujer— le saque la ropa interior por fuerza!, ¡qué engorde!, ¡qué adelgace!, ¡qué se corte el pelo o se lo deje como Rapunzel! Porque eso la hace sentir bien y conectada con su verdadero yo.
¡Qué use faldas al piso porque eso la empodera o minifaldas porque sus piernas la vuelven loca!, ¡qué esté en unión libre o soltera, siempre, y viva los privilegios de dormir un poco más!, ¡qué se case y tenga hijos para desvelarse por alguien que ama!, ¡qué llegue a acuerdos con el mismo rango de oportunidad, personal y laboral!, ¡y qué gane sin sentirse culpable!, ¡qué ceda también!, ¡qué se note su trabajo y llegue la recompensa de forma equitativa con sus compañeros!, ¡qué viva a sus anchas!
Eso queremos las feministas para otras mujeres: ¡qué vivan a sus anchas!
Sí, con esfuerzo, con lucha diaria, pero a su total tamaño. Porque sí, yo soy una feminista y me asumo como tal después de cuestionar mucho el término y hasta negarlo por pena. Después de también haber caído en la trampa de criticar a otras mujeres. Después de entender, y hacerle entender a algunos que los hombres no son los enemigos —tengo varios que siempre llevo en mi corazón. El enemigo es la ignorancia. Yo soy una feminista, y tan cerquita el 8 de marzo, deseo un lugar en paz, justo, no sólo para nosotras, sino para todos los que aquí habitamos. ©

Daniela Dávila es poeta, locutora y la única cínica que escribe sobre cine en Toluca.