CINISMO
¡Por un par de huevos de oro!
En un día común, tomando café con algunos amigos, escuchando música desde mi computadora, la plática fue interrumpida por una canción española, setentera, desgarradora y romántica a la vez, interpretada por Julio Iglesias. Entre risas y burlas mi única explicación fue una película española que se llama Huevos de oro. Ante esto hubo más risas y burlas.
Por Saúl Sánchez Nolasco
En un día común, tomando café con algunos amigos, escuchando música desde mi computadora, la plática fue interrumpida por una canción española, setentera, desgarradora y romántica a la vez, interpretada por Julio Iglesias. Entre risas y burlas mi única explicación fue una película española que se llama Huevos de oro. Ante esto hubo más risas y burlas.
Recuerdo claramente que vi esa película, de Bigas Luna, quien murió en 2013, porque mi hermano mayor la rentó en VHS, por allá de mediados de los años noventa. A mi corta edad no era un filme al que tuviera tan fácil acceso, ni mucho menos apta para un niño de 12 o 13 años.
Desde la primera vez quedé intrigado por el personaje, Benito González, interpretado por Javier Bardem. Si pudiera definir esta película con una palabra sería: desgarradora —así como la canción de Julio Iglesias.
La historia, que desde el título ya es sexual, nos cuenta la vida de un ambicioso joven enamoradizo que está dispuesto a todo por una mujer. No mide el límite de su obsesión y es traicionado por su novia y su mejor amigo. Este punto de quiebre emocional es el inicio de una aventura en un mundo donde lo que importa, según el personaje, es “¡tener un par de huevos!” Esta idea se convierte en su dogma de vida.
Esa canción de Julio Iglesias en la que nos cuenta sobre una mujer que lo llevó al límite, tal como Benito, tiene esa mezcla musical y cinematográfica perfecta, pues en esa melodía Benito pone el alma y se convierte en su himno en un país de la egolatría y el dolor.
En la torre más alta de la ciudad portuaria donde se desarrolla la historia, se funda un despacho de arquitectos. Ahí Benito conoce a Claudia que luego la seduce y quien se convierte en su amante y asistente personal, aunque se casa con Marta, hija de un banquero local para obtener un préstamo que le ayudará a cumplir sus sueños. Es aquí donde el declive del personaje comienza y tras un accidente termina destrozado física y emocionalmente. Desde entonces quedé fascinado con la obra del cineasta catalán.
La filmografía de Bigas Luna está envuelta en la sensualidad de sus personajes, hombres, mujeres, homosexuales pasionales y llenos de una energía explosiva de sentimientos, sumamente obsesivos y entregados. Se funden en placer carnal y sudor.
Esa canción de Julio Iglesias en la que nos cuenta sobre una mujer que lo llevó al límite, tal como Benito, tiene esa mezcla musical y cinematográfica perfecta, pues en esa melodía él pone el alma y se convierte en su himno en un país de la egolatría y el dolor. En sus sueños encuentra una conexión entre lo sexual y lo infantil, tiende a rayar los senos de las mujeres con quien tiene sexo.
Todo esto “Por el amor de una mujer” que me llevó a volver a ver esta película y me dejó, una vez más, ese sabor amargo, lastimero y de desilusión de Benito. ©
Saúl Sánchez Nolasco es profesor de cine. También es productor y director audiovisual en Mano Comunicación.