A VECES ME DESPRECIO

Chris Cornell y una oportunidad más para el suicidio

Mientras escribía sobre la muerte del cantante Chris Cornell, sucedida el pasado 17 de mayo, el autor de esta columna deseaba fervorosamente destapar los botes de medicamento y volver experimentar la mezcla con whisky. ¿Se atrevió? ¡Mejor ya métete a la bañera, Félix!

Por Félix Morriña

Chris Cornell

A Chris Cornell, lo encontraron muerto por ahorcamiento en la bañera del hotel donde se hospedaba en Detroit, tras un concierto de reencuentro con Soundgarden. La noticia la dio a conocer la agencia AP a través de su manager Brian Bumbery, quien afirmó que fue suicidio, pero falta la parte forense final, porque, en apariencia, no había motivos suficientes para que el cantante que alcanzaba las notas más difíciles que puede lograr un rockero, llegara a ese extremo. Lo cierto es que a todos nos dejó consternados y con tremendo vacío en el estómago, con su muerte se apagó una de las voces más privilegiadas del rock internacional.

Al momento de recibir la noticia, me realizaba algunos análisis en laboratorios cercanos a casa. ¡Qué ironía! Estaba amaneciendo y mientras veía la sangre salir de una de mis venas, como en las épicas épocas heroinómanas de los años 90, imaginaba los ojos verdes esmeralda de Chris Cornell dilatarse, tras el último concierto de una de las mejores bandas que haya dado el grunge: Soundgarden.

De bote pronto me recordé en la azotea de la casa de mis progenitores en el barrio bravo de “Ciudad Pavor”, en “Holly-Tultitlán”, cuando escuchaba a todo volumen rolas de Temple of The Dog, sólo para que la banda, mi pandilla, se acercara con las botellas llenas y empezar la jornada etílica con esa potente música. En aquella época las chicas venían a nosotros con disposición a todo, porque el buen gusto de escuchar juntos a Chris Cornell y a Eddie Vedder (después líder de Pearl Jam) en esa banda, eran motivo suficiente para dejarse llevar sin importar tiempo y espacio. Entonces permitíamos que las chicas “muy colocadas” nos llamaran Cornell o Vedder, para nosotros era un inolvidable halago.

Al momento de recibir la noticia, me realizaba algunos análisis en laboratorios cercanos a casa. ¡Qué ironía! Estaba amaneciendo y mientras veía la sangre salir de una de mis venas, como en las épicas épocas heroinómanas de los años 90, imaginaba los ojos verdes esmeralda de Chris Cornell dilatarse, tras el último concierto de una de las mejores bandas que haya dado el grunge: Soundgarden.

Chris Cornell.

Ya con Soundgarden éramos veintañeros rumbo al tercer piso. La vida iba mucho más en serio y  la música de estos cabrones cambiaron en extremo las cosas. Me llegaron a gustar más que Nirvana en las resacas, porque me invitaban a levantarme del suelo donde quedaba tendido.

En ese periodo vivía intensamente los encuentros con mi banda Los Malhechos de Barrientos, a lado del reclusorio. Caminábamos bebiendo y consumiendo todo tipo de sustancias rumbo a la terraza del “Gatóxxxico”, o en la casa del ahora cineasta Bulmaro Osornio Morales para discutir sobre el futuro del grunge y del resto de la música de los años 90. Sólo el “Mosca” nos podía contener en esas tremendas discusiones. Ese personaje evitó que muchos nos suicidáramos o nos matáramos en algún accidente automovilístico escuchando a Soundgarden de fondo. Al paso de los años, se lo agradecimos.

Para cuando llegó la época de Audioslave, ya éramos padres de familia y el consumo de su música era para acompañarnos en las reuniones y en los reencuentros donde nos contábamos cómo nos habiá ido en la vida. Esa banda con Chris Cornell a la cabeza y los integrantes de la chingonérrima banda de Rage Against The Machine, vimos una etapa muy diferente en la vida de los músicos. Habían llegado a su madurez y con ello una nueva era, pero ¿qué creen?, uno trae a cuestas los fantasmas, los traumas, los recuerdos, el ADN y la memoria oscura de quiénes hemos intentado el suicidio, pues nos llega la oportunidad y adiós.

Así que no queda más que dar carpetazo a este capítulo, a este amargo momento, cerrar la botella, apagar las luces y quedarse dormido. Si mañana nos amanece, será una oportunidad más para el suicidio. Por cierto, mientras escribía esta columna, deseé fervorosamente destapar los botes de medicamento y volver experimentar la mezcla con whisky.

¡No me atreví! 

¡Hasta pronto querido Chris Cornell, te extrañaremos! ©

*Versión cínica de la columna Silencios Estereofónicos de Félix Morriña, publicada en el diario Impulso.

Félix Morriña
Dandy, pero punk.

Félix Morriña es periodista y promotor cultural. Columnista en ImpulsoSemanario Punto Revista Ágora. “Este oficio sí es para cínicos”, podría ser el título de su libro de crónicas culturales.

@fmorrina