A VECES ME DESPRECIO

Carta a Margarita con un blues de fondo

Feliz nostalgia extrema escrita por este errabundo periodista de la cultura, es la que confiesa haber bebido y vivido recientemente en varios lugares de la Ciudad de México, su ciudad, con amigos. Ahora pasan a formar parte de esta carta dedicada a su madre, Margarita, a quien le dice retomando este blues del grupo Real de Catorce: «Sostente de pie”.

Por Félix Morriña

Madre, sé que tus rodillas no dan más y que es probable que no puedas caminar de nuevo conmigo, como antaño, cuando íbamos al mercado sobreruedas, al tianguis de sábados, domingos y lunes para ver a mis tíos en su gigantesco puesto de frutas y verduras en nuestro salvaje barrio de Ciudad “Pavor” (Ciudad Labor-Benito Juárez-Buenavista), pero puedo contarte cómo es ahora la vida en las peligrosas e inseguras calles de la “Megalópolis defeña”, en “Me-excito Distrito federal”, en la sofisticada “Tesmogtitlán” y en la sorprendente zona conurbada.

Verás que no es la panacea y que es mejor estés tranquila en casa por ahora. Podrás moverte a tu tiempo y espacio. Te gustará, como antaño, la forma en que te cuento las cosas. Puedo leerte mientras te recuperas madre mía. No todo está perdido. Aún estamos vivos, aún podemos decirle al mundo lo que sentimos, lo que pensamos, lo que gozamos y sufrimos. Tienes el resto de los sentidos ávidos de historias por (re)descubrir.

¿Sabes? Volví a mi amada urbe el pasado fin de semana, mi primer viaje a mi origen en lo que va del año (creo que no iba desde que regresé del Festival Internacional Cervantino en octubre pasado). Ya ves que por el cambio de departamento y falta de pasta no pasé las navidades y fin de año con ustedes. Esta vez caminé por las calles que me vieron nacer, esa zona en la que tú me diste vida hace casi medio siglo madre. Recorrí el Centro “Histérico”, la Buenos Aires, Narvarte, la Roma sur y La Obrera con incansable vehemencia. Me faltaron muchos espacios, bares y fondas. Me consintieron mis amigos y camaradas David Calvano y José Antonio Monterrosas, me festejaron como no lo hacían hace mucho tiempo (y sin mayor motivo que el de convivir), ya me había malacostumbrado a la mala vida madre y eso no está nada bien. ¡Sabes que me gusta la buena “percha”! ¡Fui feliz de nuevo! ¡Mis amores Nina y Nava lo saben!

Carnes al por mayor, cerveza, porro, café y pastel de chocolate fue el menú de viernes a domingo. Pernocté en casa de Calvano, que a la vez es la casa de Víctor Ezkide. Volví a dormir en la casa de la progenitora del artista plástico Ezkide después de dos décadas. La vibra fue tan sana que casi dormí el sueño de los justos. Las casquivanas gatas de Calvano cuidaron de mí, como yo las apapaché por igual. ¡Ya sabes cómo me las gasto con las “gatas” madre!

Cuando iba rumbo a casa, tras ver al terapeuta Juanito en La Merced, me avisaron que serías operada de la rodilla derecha por falta de cartílago y que mejor estuviera al pendiente de tu ingreso en el Hospital de Traumatología de Lomas Verdes, justo donde terminé cuando voltee mi “Pequeño Bastardo”, el Mustang negro de mi primera juventud y que era mío y de Jorge Valdés Rueda. ¡Seguro lo recuerdas porque eran mis noveles años salvajes y te molestabas tanto que sólo te quedaba dejarme libre aprender!

Me cuesta trabajo cantarte “Sostente de pie”, hasta parece una ironía con altas dosis de humor negro madre, pero eso soy, lo sabes. Dejaré que la cante mi querido amigo José Cruz Camargo, quien tiene esclerosis múltiple madre, mi amigo y cantautor también está sumergido en una silla de ruedas, pero siempre que le leo me reconforta porque es un hombre cabal, tanatólogo de sí, terapeuta interno y un valiente poeta que no se rinde nunca.

Ya voy para allá Margarita. No te deshojes. Ya voy. En este momento recuerdo al mexicano grupo de rock blues jazz, Real de Catorce, ese que de tanto ponerlo en la tornamesas, y luego, en el reproductor de discos compactos te gustó mucho que ahora mismo te canto “Sostente de pie” del disco Voces interiores (1992), una canción ad hoc para el momento que vives. Sé que me dirás no te pongas triste, pero el blues es así y el grupo me significa, me representa la saudade extrema, mi enojo interior por las injusticias sociales, la falta de oportunidades socioeconómicas y también el (des) amor.

Nadie mejor que tú sabe lo que es para mí, para nosotros, Real de Catorce. Es pura poesía musical. Hasta mis hermanas ya cantaban “Mujer sucia”, “Pago mi renta con un poco de blues”, “Azul”, “Al rojo de la tarde”, “El blues del atajo”, “Extraño en la multitud”, “No soy el hombre de tu vida”, “Como flama de quinqué”, “Beso de ginebra”, entre tantas otras, a todo pulmón mientras hacían los quehaceres de nuestro hogar. ¡Ya sabes Margarita como paso de la felicidad a la tristeza en un tris! ¡Por eso soy Félix (Feliz) Morriña (Tristeza, nostalgia extrema)!

Me cuesta trabajo cantarte “Sostente de pie”, hasta parece una ironía con altas dosis de humor negro madre, pero eso soy, lo sabes. Dejaré que la cante mi querido amigo José Cruz Camargo, quien tiene esclerosis múltiple madre, mi amigo y cantautor también está sumergido en una silla de ruedas, pero siempre que le leo me reconforta porque es un hombre cabal, tanatólogo de sí, terapeuta interno y un valiente poeta que no se rinde nunca. Eso debemos aprender de él también madre, no sólo de sus magníficas canciones.

Ya voy para allá Margarita, no te deshojes por favor. Corro hacia ti. ¡Voy a tus brazos! ¡Dios te bendiga madre!

©

*Versión cínica de la columna Silencios Estereofónicos de Félix Morriña, publicada en el diario Impulso.

Félix Morriña
Dandy pero punk.

Félix Morriña es periodista y promotor cultural. Columnista en ImpulsoSemanario Punto Revista Ágora. “Este oficio sí es para cínicos”, podría ser el título de su libro de crónicas culturales.

@fmorrina