DANDYS Y CÍNICOS
Cine, guerra, y fútbol
Este fin de semana el fútbol será como uno de esos puentes del escritor yugoslavo. Si pierde Croacia frente a Francia, para mí el triunfo está ya en otro lado. Tal como escribió Ivo Andrić: “ Los signos que dejamos tras nosotros no se escaparán del destino que le toca a todo lo que es humano: la transitoriedad y el olvido”.
Por José Antonio Monterrosas Figueiras

En marzo de 2016, el productor Alfredo Sánchez me pidio que los apoyara para dar a conocer su proyecto sobre una película de guerra y fútbol. Le respondí que sí y compartí una nota sobre “Vatreni” en Los Cínicos de su autoría (Una monedita para esta película de guerra y fútbol, por favor). Así que Alfredo, productor de esta película mexicana, invitó en la nota a que se sumaran al fondeo que estaba apunto de cerrar. Se leía: “Este lunes cierra Fondeadora un proyecto documental que iremos a filmar a Croacia”. Éste es sobre la independencia de ese país y sería contado por su selección de fútbol para un grupo de cineastas mexicanos encabezado por Edson Ramírez.
Dos años después la película que narra entonces la independencia croata, en un contexto histórico y social con las voces de los futbolistas que tuvieron la oportunidad de defender su camiseta y debutar por primera vez en un certamen internacional en 1998, sólo 3 años después de que terminara la guerra de independencia, que tuvo por primera vez en su cortísima historia como país autónomo la posibilidad de jugar una copa mundial de fútbol, pues los jugadores que defendieron la camiseta de Yugoslavia del 87 y del 90, serían los encargados de portar la camiseta los «vatreni» en el mundial de Francia de 1998, donde llegarían a obtener el tercer lugar de la justa internacional, están de vuelta —con otros jugadores—para la final del Mundial en Rusia y mejor aún contra la selección francesa.
Después de que los croatas les ganaran en un intenso partido a los ingleses, volví a reparar sobre este documental que Alfredo Sánchez, a quien conozco ya hace tiempo, me había comentado en ese 2016. Había estado enterado de manera intermitente sobre el proceso de este filme por él y otros compañeros que fueron parte de la realización de este largometraje filmado por un grupo de jóvenes ex alumnos del Centro de Capacitación Cinematográfica, pero ahora con esto volví a buscarlo para conversar con él. Quedó en una charla rápida mediante Facebook para encontrarnos antes del partido de este domingo.
Inesperadamente la noche del jueves, andando por la calle de Bucareli, en la Ciudad de México, me encontré con Alfredo y parte del equipo de “Vatreni”, así que pude ver en su rostro la emoción que significó que esta película tuviera tal revuelo en medios mexicanos y de otros países. Alfredo al mirarme, sonriente, me compartió un audífono, era la entrevista que les acaba de realizar el periodista Carlos Puig en la televisión de Milenio, a unas cuadras de ahí donde tanto Edson Ramírez, a quien reparamos luego que ya nos conocíamos por historias de amor del pasado, y el fotógrafo Jorge Luis Linares Martínez, se encontraban un tanto levitando por todo lo que les está sucediendo en estos días. Finalmente, nos hicimos una foto y entramos al Bucardón para beber una cerveza a la salud de todo su triunfo. Me dio un gusto enorme por ellos.
En otro cuento de Andrić, del libro “Café Titanic”, se lee que: “Si no fuera por el gran puente de piedra que es el punto principal en el camino hacia Oriente, jamás habría surgido una población en ese lugar y en esas circunstancias”. El cuento que comienza en la página 21 se llama “Amor por la ciudad” y es de nuevo sobre la ahora ex Yugoslavia.

Ya en la mesa les recordé un autor que me marcó, Ivo Andrić, quien estudió en Sarajevo y varias ciudades más de la ahora ex Yugoslavia. Que en 1914 fue arrestado por adherirse a organizaciones revolucionarias y que tiempo después de la Gran Guerra formó parte de la diplomacia de la naciente Yugoslavia. Ivo para inicios de los años cuarenta del siglo pasado, se instaló en Belgrado y dos décadas después le otorgaron el Premio Nobel de Literatura.
Conservo tres libros de él: “Café Titanic (y otras historias)”, “Signos junto al camino” y “Un puente sobre el Drina». Este último es sobre ese puente que fue construido en la Edad Media en la ciudad de Visegrad, en Bosnia, el cual unía al mundo cristiano y al islámico. Este puente entonces existió desde el siglo XVI hasta principios del siglo XX, después de haber sido destruido en la Segunda Guerra Mundial. En la página 324 de este monumental libro —y que ya lo había contado en otra ocasión— hay un texto que bien vale la pena releer porque se pregunta: ¿cuál es el origen de los puentes?

“Alá, el poderoso, creó este mundo, la tierra esta llana y lisa como la palma de la mano. El Diablo, que tenía envidia del hombre por el don de Dios le había concebido, se sintió molesto. Y entonces, aprovechándose como cuando salió de las manos de Dios, húmeda y blanda como una pasta, se deslizó y arañó con sus uñas la faz de la tierra de Dios, tanto y tan profundamente como pudo. Fue así, según lo cuenta esta historia, como aparecieron los profundos ríos y los precipicios que separan los países y a los hombres, e impiden que éstos viaje por la tierra que Dios le ha dado para que disfruten de ella como de un jardín y consigan sus alimentos y cuantas cosas precisen. Alá se sintió apenado cuando vio lo que aquel maldito había hecho, pero como no podía volver a empezar la obra que el Diablo había ensuciado, envió unos ángeles, a fin de que ayudasen y facilitasen el camino a los hombres. Cuando los ángeles vieron que los desdichados seres humanos no podían cruzar aquellos abismos y aquellas profundidades, ni realizar sus trabajos, y observando que se torturaban y miraban en vano y se llamaban a voces de una orilla la otra, extendieron sus alas por encima de aquellos lugares y las gentes pudieron pasar por en cima de ellas. Los hombres aprendieron así, de los ángeles de Dios, cómo se construyen los puentes. Y por eso, después de las fuentes, no hay bien más grande que construir un puente, y es un gran pecado tocarlo, puesto que todo puente, cualquiera que sea, desde el sencillo tronco de árbol que franquea un torrente de montaña hasta esta hermosa obra de Mehmed- Pachá, tiene un ángel que lo guarda y lo mantiene durante tanto tiempo como Dios haya decidido que permanezca de pie”.

En otro cuento de Andrić, del libro “Café Titanic”, se lee que: “Si no fuera por el gran puente de piedra que es el punto principal en el camino hacia Oriente, jamás habría surgido una población en ese lugar y en esas circunstancias”. El cuento que comienza en la página 21 se llama “Amor por la ciudad” y es de nuevo sobre la ahora ex Yugoslavia.
Este fin de semana el fútbol será como uno de esos puentes del escritor. Si pierde Croacia frente a Francia, para mí el triunfo está ya en otro lado. Tal como escribió el yugoslavo Ivo Andrić: “ Los signos que dejamos tras nosotros no se escaparán del destino que le toca a todo lo que es humano: la transitoriedad y el olvido”.
Brindo pues por el triunfo de mis amigos cineastas con su puente fílmico: “Vatreni”, que pronto podremos ver en México, cuando todo haya vuelto a su normalidad y logremos entender la dimensión de lo realmente relevante en todo esto.
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José Antonio Monterrosas Figueiras es editor cínico en Los Cínicos, ha colaborado en revistas de crítica cultural como Replicante y Revés.