CINISMO EXPECTANTE
El show de las formas crueles
El tribunal de justicia falla y en vez de una justicia formal, tenemos tribunales mediáticos a quienes mantenemos cada vez más robustecidos. Las sentencias se dan hoy en la plaza pública, con herramientas tecnológicas del Siglo XXI y bajo un esquema de pensamiento del siglo XIX.
Por Emma González
Leía en la revista de la UNAM, del mes de septiembre, un artículo del periodista Fran Ruiz, en el que comienza describiendo que en el año de 1999, un grupo de lingüistas alemanes anunciaba la NO palabra del año que era Kollateralschaden, lo que traducido al español significa “daños colaterales”.
En este artículo, con el nombre “El eufemismo más peligroso del mundo, Ruiz describe la capacidad infinita para decir —sin decirlo— que nos están matando. La Alemania Nazi, por ejemplo, utilizaba el eufemismo de “solución final” para justificar el exterminio judío. En Estados Unidos, el presidente Harry S. Truman convenció a los medios y a la población de que el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, era necesario para forzar la rendición del ejército imperial. Lo llamó una “solución nuclear”.
En México, el discurso oficialista de Felipe Calderón durante su mandato (2006 a 2012) nos informaba que las llamadas “víctimas” de la “guerra contra el narcotráfico”, no eran más que “daños colaterales” de la firme “campaña” que su gobierno sostenía contra los criminales que nos querían hacer daño. En el 2008, Calderón declaró —una y otra vez— que si había polvo saliendo de las ventanas, era porque se estaba limpiando la casa. Para el 2010, las cifras ya alcanzaban 47 mil 515 personas asesinadas. Ocho años después, ya como presidente Enrique Peña Nieto, hablamos de 250 mil asesinatos y 37 mil 435 personas desaparecidas.
Esto ha ocasionado una movilización social en los grupos directamente afectados. Muchos de ellos organizados por mujeres que buscan a sus familiares. La desaparición de una persona implica detener el tiempo para el núcleo familiar. Se llora ante la ausencia que no implica una muerte. En la actualidad existen alrededor de 35 colectivos de familias conformados por más de 200 personas cada uno. Han sido estas buscadoras las que han impedido que la verdad quede sepultada. Es una apuesta contra el olvido.
Alguna vez el filósofo Guy Debord expresó que «la alienación del espectador en beneficio del objeto contemplado (que es el resultado de su propia actividad inconsciente) se expresa así: más él contempla, menos vive; más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad, menos comprende su propia existencia y su propio deseo.”
Por otro lado, el sistema de justicia en México está desmantelado. Existen ministerios públicos que ni papel para imprimir tienen, mucho menos equipos de cómputo. En la investigación periodística “Matar en México: impunidad garantizada”, publicada este año en el sitio Animal Político, se menciona que en el Estado de México —con un nivel de impunidad del 97%— «de cada diez homicidios, sólo en tres se logra integrar una carpeta de investigación y, por ende, judicializar”, es decir, presentar a un acusado ante el juez para que decida su culpabilidad o inocencia.
El tribunal de justicia falla y en vez de una justicia formal, tenemos tribunales mediáticos a quienes mantenemos cada vez más robustecidos. Las sentencias se dan hoy en la plaza pública, con herramientas tecnológicas del Siglo XXI y bajo un esquema de pensamiento del siglo XIX.
El ejemplo más inmediato es el de el presunto feminicida de Ecatepec. Sobre quien se montó un dispositivo mediático que nos mantuvo en franca fascinación. El video filtrado del hombre a quien se le catalogó con el tan trillado apodo de “monstruo”, obtuvo tan solo en un canal de YouTube 330 mil 430 —y contando— visualizaciones. Mucho raiting para algo que decimos nos resulta “espantoso”.
Cabe mencionar que la filtración del video es ilegal, y que quien participó de su reproducción contribuyó, entre otras cosas, a la complicidad de un delito, debido a que existe un principio de confidencialidad que fue violado. Y que contrariamente a lo que se puede pensar, corresponde a una re-victimización de aquellas mujeres que fueron asesinadas.
Revelar a través de un show las formas crueles, por decir lo menos, es una forma de transgredir la dignidad, no sólo de quien fue objeto de esa saña sino de quien mira y reproduce. Es a través del espectáculo que pareciera que como sociedad, nos hemos empeñado en arrebatarnos la dignidad.
Alguna vez el filósofo Guy Debord expresó que «la alienación del espectador en beneficio del objeto contemplado (que es el resultado de su propia actividad inconsciente) se expresa así: más él contempla, menos vive; más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad, menos comprende su propia existencia y su propio deseo.”
La conceptualización de la violencia que vivimos no se entiende desde la reproducción incesante de un material. El deseo —para su cabal entendimiento— nos debiera convocar a situarnos en un lugar más allá de quien solo observa. ©
Emma González es psicóloga y actualmente está a cargo de un programa piloto para la desinstitucionalización psiquiátrica.