DANDYS Y CÍNICOS

Alfonso Cuarón y su plumaje inmaculado

¿Hay plumajes [y cineastas] que cruzan el pantano [y Netflix como Cinépolis] y no se manchan…? ¿Tendrá Alfonso Cuarón uno de esos plumajes?

Por José Antonio Monterrosas Figueiras

«Poncho» Cuarón. 

Había dicho a finales del mes de octubre que como iban las cosas con la película Roma, de Alfonso Cuarón, la terminaría viendo en diciembre en Netflix. Y ahora que me entero que está en algunas salas de cine del despreciado —incluso por sus mismos gestores— “circuito alternativo o cultural”, advirtiendo que Cinépolis y Cinemex no son amigos de Cuarón y son —malditos— viles capitalistas, he pensado que como tengo principios e ideales, la veré en diciembre, repito, en Netflix. Después de todo Roma fue pensada para que se viera en la pantalla chica, ¿no? 

En Venecia, hace un par de meses, frente a la prensa “internacional” reunida por La Biennale, Cuarón dijo lo siguiente un tanto en defensa de Netflix: “¿Cuándo fue la última vez que vieron en salas una película de Bresson o de Yasujiro Ozu y cuándo fue que la vieron en formato doméstico? […] Es decir, tarde o temprano estas películas van a vivir en ese formato y es muy importante que siga existiendo esa opción”, y al final remató: “no es un pleito de una cosa contra la otra sino de encontrar modelos más armónicos”. Meses después Cuarón hizo a un lado la armonía y enfureció porque su película es vista, en México, en “tan sólo” 40 salas de cine y llora porque Cinépolis y Cinemex no quieren exhibir su obra maestra sobre la vida de una familia de clase media chilanga en los años setenta. Esto claro pareciera que es lo común en el cine mexicano, pues se ve en las menos pantallas posibles, a menos que sea Eugenio Derbez que tiene en su haber la película más taquillera en la historia del cine en México, con alrededor de 15 millones de espectadores. 

Yo sólo pienso que o Cuarón es muy tonto o se quiere pasar de listo. Privilegiar su película “mexicana”, porque es él, es evidentemente un tanto soberbio porque Cinépolis tiene reglas como cualquier empresa, aunque a Netflix podría no importarle, menos cuando ésta no ha descartado la opción de comprar salas de cine para exhibir sus películas producidas, coproducidas o distribuidas por ellos, como es el caso de esta última.

Roma en Morelia 

A los que llegaron a este punto del texto, he de ser franco, la verdad es que ya vi Roma. Esto fue en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia, pero no la vi tal vez como esperaba, pues fue un día después de que Alfonso Cuarón llegara al evento donde se exhibiría la película con el director presente. Lo paradójico, es que la prensa sí vimos, escuchamos y tuvimos una “conferencia de prensa” con el cineasta, la tarde del miércoles, 24 de octubre, pero varios de los ahí convocados no habíamos visto la película de la cual estuvimos “discutiendo” y “preguntando” al realizador. Entrecomillo conferencia de prensa, discutiendo y preguntando anteriormente, porque en realidad fue una charla de la directora del festival, Daniela Michel, con su amigo Poncho y por las diez preguntas que le hizo, suponemos que ya conocía muy bien Roma.

En el transcurso del día algunos compañeros periodistas, que ya la habían visto en la Ciudad de México, me confesaron que ese miércoles no podrían publicar su crítica porque había embargo, es decir, que al parecer les habían hecho firmar un documento en el que se comprometían a no subir nada de la película a sus páginas hasta después de 24 de octubre. La razón de este embargo, la desconozco. Bueno decir que el embargo de cualquier película me parece ridículo y que los periodistas obedezcan a ello más. Lo curioso es que efectivamente la prensa no estaba invitada a esa función de gala, en el Cinépolis Centro de Morelia, a celebrarse esa noche. Algunos colegas pudieron “colarse” a la función que no fue la de las ocho de la noche sino en realidad la de las once. Para ese entonces pues, ya era demasiado tarde para escribir algo sobre Roma pues para cuando salieran sería jueves.

Yo sólo pienso que o Cuarón es muy tonto o se quiere pasar de listo. Privilegiar su película “mexicana”, porque es él, es evidentemente un tanto soberbio porque Cinépolis tiene reglas como cualquier empresa, aunque a Netflix podría no importarle, menos cuando ésta no ha descartado la opción de comprar salas de cine para exhibir sus películas producidas, coproducidas o distribuidas por ellos, como es el caso de esta última.

Anuncio de la película de Cuarón a las afueras del Teatro José Rubén Romero.

No puse más atención a este tema y fue ese miércoles que lapidé la idea de ver la nueva película de Alfonso Cuarón en sala de cine. Una vez más acepté que la vería en Netflix. La sorpresa fue que al día siguiente, ya tarde, me avisaron que había boletos obsequiados para ver la  película más esperada del festival, en la que por cierto, ya no estaría Cuarón. Acepté ya con poco interés de verla en la función de las 11:30 de la noche. Todavía hasta me dieron más boletos con los que pude invitar a un grupo de amigas y amigos, quienes algunos levitaron en la función, mientras otros más roncamos con todo respeto (pregúntenle al cineasta michoacano Adrián González Camargo).

Roma después de Morelia

Decir que Roma de Alfonso Cuarón claro que vale la pena y más verla en una sala de cine —como casi cualquier película, pues—, visual y sonoramente es impecable y la historia, por supuesto, que toca temas relevantes para el México actual; como la convivencia de dos mujeres morenas oaxaqueñas, una de ellas llamada Cleo, quienes trabajan limpiando la casa de una familia de criollos en la Ciudad de México —familia que se parece mucho a la de Cuarón, advierte el cineasta.

Roma es en blanco y negro, y a decir del propio Cuarón la filmó así no para transmitir nostalgia, sino para mirar desde el presente el pasado de los años setenta de la ciudad que lo vio nacer. Esto se reflejaría precisamente en que fue filmada en digital y con la más alta calidad visual y sonora, que honestamente no creo que sea necesario explicar aquí, pero que así lo fue.  

Roma tiene momentos digamos en el que se ve el oficio de Alfonso Cuarón, pero sobre todo se nota la imperante necesidad de decirle al mundo que él también sabe hacer cine de autor y no maquila (recordar que su ex profe del CUEC Jorge Ayala Blanco así lo escribió en uno de sus libros del abecedario del cine mexicano, quien además al preguntarle recientemente sobre “Poncho”, respondió: “Esperemos que ésta [película] sí le salga”, se refería Roma).

Roma me parece que además genera una empatía fuerte con el público femenino más que con el masculino, por la carga que trae en cuanto a la búsqueda de las mujeres, en el filme, de ocupar un sitio más activo en la vida moderna de una ciudad como la salvaje Ciudad de México y por otro lado, por el desdibujamiento de lo que nos dijeron que era ser “hombre” y al tiempo, darnos cuenta que ha sido un rotundo fracaso. Además muestra el mundo desde la visión de la más lejana/cercana de esa familia, es decir, de aquella mujer que está presente todo el tiempo, pero como lo cuenta Octavio Paz en su Laberinto de la soledad, sobre ¿cuál es el nombre de la sirvienta en los hogares mexicanos de clase media? Pues su nombre es Nadie. Sí, porque cuando algún integrante de cualquier familia mexicana llega a casa y pregunta si hay alguien, la respuesta inmediata de la “muchacha” es decir “Nadie”. 

Alfonso Cuarón durante la filmación de «Roma» en La Roma.

Así que Roma se cuenta desde la mirada de “Nadie», sí, repito, desde la mirada de una de las dos chicas que hacen el aseo en la mansión de esa familia y que ya había dicho que se llama Cleo (actuado por la maestra Yalitza Aparicio). Al mismo tiempo vamos viendo como la esposa (la actriz Marina de Tavira, que la podemos recordar por la telenovela de Argos Tentaciones o películas como La Zona, de Rodrigo Pla, además de ser nieta del fundador de la empresa ultraconservadora llamada Bimbo) tiene una relación fría y distante con su esposo en esa enorme casa con hijos, perros y un auto-fálico que no entra en la cochera.

Yo podría decir más cosas sobre Roma, pero lo ha dicho muy bien el crítico de cine Naief Yehya y aquí se los comparto: “es un acto de nostalgia y gratitud, una celebración dolorosa de la maternidad y un tributo a las mujeres que, contra todo, sostienen esto que aún llamamos civilización. Sin embargo, en gran medida la historia de Cleo (Yalitza Aparicio) es un reflejo y puesta al día de la épica de Kee (Clare-Hope Ashitey), el personaje de aquella cinta en que la humanidad ha perdido la capacidad de reproducirse y no ha nacido un solo bebé en dieciocho años. El mundo de Niños del hombre, donde la violencia está por todas partes y familias de inmigrantes son encerradas en jaulas, experimenta una grave descomposición social que apenas molesta a los privilegiados y las corporaciones. Esta metáfora de un mundo desesperanzado se parece cada vez más a la realidad. El México de 1971 era un país brutal, misógino y autoritario. Las cosas han cambiado pero en el fondo sigue siendo el país donde se cometen un número de feminicidios asombroso y son asesinados más periodistas que en muchas zonas en guerra. México, país de fosas clandestinas, está desgarrado por una guerra contra esa ambigüedad que es el narco y a pesar de notables progresos en el ámbito de la democracia sigue teniendo en esencia una mentalidad colonial”. 

Por cierto, algo que llamó mucha mi atención fue el tema del agua en Roma, porque tiene algunas similitudes con ciertos elementos con La forma del agua, de Guillermo del Toro, desde el agua misma, presente ya en su primer imagen y hasta el final con ese mar embravecido al que Cleo se sumerge. Recuerdo que llegamos a decir algunos compañeros en Morelia, que Roma es La forma del agua de Guillermo del Toro, pero con cacas de perro. 

Digo que me gustan estas ideas de Yehya porque él es también un mexicano migrante que mira a su país desde el “exilio” americano igual que Cuarón, pero desde Italia donde vive actualmente. La distancia da perspectiva, tal vez. Se lo dijo a un reportero bien: “recuerdo que cuando hice Y tu mamá también tenía una necesidad de reconectar con los motivos por los que yo siempre quise hacer cine después de mi periplo por Hollywood. En Roma era más bien volver a mi país después de décadas fuera de él. Me urgía desenmascarar todas esas simulaciones que ocultan las esencias. Y desde ahí, investigar mi propia relación con el tiempo, con mi familia, con mi tierra… No sé, la vida me revolcó, mis hijos fueron a Europa… La verdad es que tenía pensado rodar Roma en 2006. Ahora lo pienso y menos mal que no pude porque entonces no tenía la madurez necesaria” (Ver nota: Alfonso Cuarón: Me ofende que se distinga entre los amantes del cine y los que ven Netflix).

Cuarón, entonces, hace un épico retrato de la Ciudad de México de los años setenta, el terrible caso del Halconazo de 1971 donde mueren estudiantes por grupos paramilitares al servicio del Estado en tiempos de Luis Echeverría, incluso le alcanza para homenajear a la televisión mexicana y al escapista el profesor Zovek (personificado por el luchador, modelo y actor, mejor recordado por ser conductor del programa ¡Sabadazo! en el Canal de las Estrellas, a lado de la exuberante dama mayor Maribel Guardia y el actor chistoso “siguiendo los pasos de Eugenio Derbez, quiero Hollywood” Omar Chaparro). 

«La forma del jabón» de Cuarón. Imagen de Internet.

Tal vez la parte más polémica de la película es cuando Cleo aborta al niño que llevaba en su vientre y lo gestó con un hombre que sólo le interesaba hacer karate, para ser parte de ese grupo paramilitar gubernamental, que recuerda al filme Ixcanul del guatemalteco Jayro Bustamante, en el que hay también una mujer indígena con complicaciones por lo que sucede en su entorno, entre lo rural y lo citadino. Es que la cosecha de abortos en México nunca se acaba —aunque no se diga y las más de las veces sea ilegal— y peor, en Roma se mira la catarsis de Cleo, al expresar ya con el agua hasta el cuello, por salvar a uno de los niños de la familia que se estaba ahogando, la pura verdad: que ella no quería ser mamá y se le cumplió su duro deseo porque su aborto fue accidental —por supuesto que con esto no quiero decir que abortar es una aventura linda, es igual de tremenda o más que parir, por lo menos eso es lo que alcanzo a ver cuando algunas amigas que viven una y otra experiencia me cuentan sus procesos en estos temas.

Por cierto, algo que llamó mucha mi atención fue el tema del agua en Roma, porque tiene algunas similitudes con ciertos elementos con La forma del agua, de Guillermo del Toro, desde el agua misma, presente ya en su primer imagen y hasta el final con ese mar embravecido al que Cleo se sumerge. Recuerdo que llegamos a decir algunos compañeros en Morelia, que Roma es La forma del agua de Guillermo del Toro, pero con cacas de perro. Y es que en la casa de esta familia los perros están presentes y sus mierdas también. A toda forma del agua, toda forma del jabón. En la historia de del Toro, hay una mujer muda que limpia los laboratorios de los científicos, junto a otra mujer negra que es su amiga fiel, acá hay dos mujeres que vienen de Oaxaca y hablan mixteco, sometidas a las reglas de la tribu criolla que al final intenta un tanto disculpar Cuarón su clasismo con un exquisito poema visual. Similitudes, casualidades, coincidencias entre las dos películas de dos cineastas mexicanos que además son amigos. A saber. Sólo que quede aquí ese pequeño detalle que, por lo menos a mí, me inquietó. Así que este 2018 lo iniciamos con La forma del agua, nos seguimos con Roma y terminaremos con el estreno de Aquaman a finales de diciembre.

«Roma» próximamente en «cines seleccionados» y Netflix.

¿Roma es fifí o no es fifí?

Por estos días Roma se anda estrenando en algunas salas de México. Alfonso Cuarón criticó que pocos cines mexicanos quieran exhibirla como dije al principio, a diferencia de otros países que al parecer se vio la película en más salas de cine. Sin embargo, es curioso que hubo compañeros de la prensa que deseaban verla este miércoles, 22 de noviembre, en Cineteca Nacional, y la gente de Netflix les negó la entrada por trámites burocráticos y demás tonterías. 

Obvio que Cuarón no es ingenuo, ni un tonto. Se entiende que realizó algunas funciones en cine, previas a su según estreno en Netflix el 14 de diciembre, pues es que sino cómo compite en el Oscar del siguiente año. Si no se estrenaba en salas de cine este 2018 no hay Oscar en el 2019. Y da la impresión que al final Cuarón si le pudo que la película terminara en Netflix, aunque según fue pensada para que se viera en esa plataforma de audiovisuales y fue el mismo cineasta quien defendió a capa y espada dicha situación. Ahora quiere todo lo contrario y ya Cinépolis lanzó el emplazamiento a Netflix para que esta se vea en todo el país en sus 5 mil salas, a partir del 29 de noviembre, pero con sus condiciones. Al final de cuentas, los de Cinépolis son amigos de Cuarón, pero honestamente no creo que esta película sea tan atractiva para el gran público, es una destinada para el gusto exquisito en salas de cine “de arte”. Eso claro está por verse. El tema no es si cine o pantalla de casa, el tema es que Cuarón se metió en esa camisa de fuerza.

Finalmente, decir que este sexenio priista encabezado por Enrique Peña Nieto se acaba el 30 de noviembre, prácticamente en temas de cine se cerrará con Roma y podríamos agregar que será la película que marcará su fin, para luego entrar a la Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador, ¿o será la película “mexico-americana” en Netflix que abrirá su sexenio o el lugar para ver cine mexicano, además de Filmin Latino? 

Finalmente, decir que este sexenio priista encabezado por Enrique Peña Nieto se acaba el 30 de noviembre, prácticamente en temas de cine se cerrará con Roma y podríamos agregar que será la película que marcará su fin, para luego entrar a la Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador, ¿o será la película “mexico-americana” en Netflix que abrirá su sexenio o el lugar para ver cine mexicano, además de Filmin Latino? 

Esto me parece interesante y puede parecer trivial, porque Roma está quedando empantanada ahí, por querer ganar todos los espacios está caminando entre campo minado. Y yo me pregunto sino habría sido mejor considerar proyectarla a partir del 1 de diciembre en Netflix y algunas pantallas de cine, finalmente así dice su publicidad.

Roma cerrará un momento de glorias mexicanas fifís y oscareables en Hollywood como lo fue Amores perros de Alejandro González Iñárritu, porque su película se estrenó meses antes de que Vicente Fox fuera presidente de México. ¿Roma será la película que dará apertura a otra cosa para el cine hecho por mexicanos en el mundo? No lo sé, tal vez todavía falta La forma del agua y La forma del jabón, al mismo tiempo, del “Negro” Iñarritou

Ya volveremos al tema pero en resumen: Alfonso Cuarón hizo una película para un público exquisito que no compitió en festivales exquisitos como Cannes, que habló sobre temas populares en blanco y negro y que estrenará en Netflix en tiempos del Peje, pero que el público selecto la está viendo en salas de cine “alternativo y cultural” como Cineteca Nacional (Cinépolis Coco), y sí o no en Cinépolis “popular” en tiempos del político de telenovela Enrique Peña Nieto.

Todos somos iguales pero parece que no tanto. Rescato esta frase que le leí al periodista Rafael Paz en su revista “Butaca Guanga» (Dixit Jorge Ayala Blanco a la revista Butaca Ancha) sobre Roma en una discusión acerca de la película, con los críticos Jorge Negrete y Erick Ortiz, con el sugerente nombre de “El mismo México y otro, una revisión de Roma”: “Este pre-estreno adelantado de Roma vino a provocar mucha nostalgia, hartos recuerdos de nanas y otro par de cosas. Al parecer nuestro cine (incluyéndome y a todos niveles) es, en verdad, un dechado de privilegiados” o acaso será que… ¿Hay plumajes [y cineastas] que cruzan el pantano [y Netflix como Cinépolis] y no se manchan…? ¿Tendrá Alfonso Cuarón uno de esos plumajes?

©

José Antonio Monterrosas
Reportero Cínico y Repicante. Foto: Ingrid Concha.

José Antonio Monterrosas Figueiras es editor cínico en Los Cínicos, ha colaborado en revistas de crítica cultural como Replicante Revés

@jamonterrosas