A VECES ME DESPRECIO
Sebastián y Ziggy Stardust
La tarde del pasado viernes 7 de diciembre tuve oportunidad de conocerte en persona. En verdad no sabía cómo proceder frente tuyo, por lo que todo se lo dejé a la fluidez de nuestra existencia y a la pacha mama. Tus afables madres me recibieron para presentarte ante tu escribano, quien estará como Ziggy Stardust ante Cronos en piso tierra.
Por Félix Morriña

La tarde del pasado viernes 7 de diciembre tuve oportunidad de conocerte en persona. En verdad no sabía cómo proceder frente tuyo, por lo que todo se lo dejé a la fluidez de nuestra existencia y a la pacha mama. Tus afables madres me recibieron para presentarte ante tu escribano, quien estará como Ziggy Stardust ante Cronos en piso tierra.
Las preguntas que te hice salieron cual cristalina agua de único manantial interno. No las pensé hasta tenerte en mis brazos, hasta que se cruzaron nuestras miradas por vez primera, ¡querido hombre de las estrellas!
¿Te gusta la Tierra? ¿Cuál es tu misión en el mundo, querido hombre de las estrellas? ¿Hablarás sin faltas de ortografía? ¿Te reconocerás ante los ojos del Universo cuando tu camino termine? ¿Te gusta tu madre? ¿Cómo te comunicas con tu progenitor? ¿Te gusta tu fría geografía de nacimiento a dos mil 500 metros sobre el nivel del mar de Toluca?
¡Cronos de tu lado está: “Hay un hombre de las estrellas esperando en el cielo,/ le gustaría venir a visitarnos,/ pero cree que nos va a impresionar./ Hay un hombre de las estrellas esperando en el cielo,/ Nos ha dicho que no se lo digamos a nadie,/ porque él sabe que todo merece la pena./ Me dijo:/ Dejad que los niños pierdan la cabeza,/ dejad que los niños la utilicen,/ dejad que todos los niños muevan el esqueleto (boogie, bailen)”.
Querido Sebastián, aún recuerdo cuando leí en un fax en el extinto periódico El Nacional, donde empecé mi carrera periodística a nivel profesional, a principios de los años 90, una efeméride sobre uno de los artistas más completos del mundo: ¡David Bowie! Un fax, por cierto, es un instrumento metafísico tecnológico para la juventud de la telefonía del siglo pasado, en el que se emitían noticias a través de un papel en rodillo, estilo telegrama, en las agencias de noticias más importantes del mundo.
La noticia trataba sobre un aniversario más del disco The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972), considerado por este “Servibar y Amigo”, “Dandy, pero Punk”, “El Cínico Mayor” como su principal influencia durante su crecimiento como melómano a finales de los años 80 y gran parte de la década de los 90 del siglo XX.
Fascinado quedé cuando recordé que David Bowie, personificado en Ziggy Stardust, era acompañado de otro personaje muy influyente en mi vida universitaria, el padre de la Generación Beat y fuerte referente de los poetas malditos; el padre idiosincrático de la heroína, que no murió de sobredosis; que vivió una temporada en México huyendo de los poderes fácticos y de la estupidez mental de la Unión Americana: el poeta, novelista, ensayista y crítico social, William S. Burroughs (1914-1997), sí, ese que mató a su esposa Joan Vollmer Adams en nuestro país en septiembre de 1951, en la Colonia Roma (el edificio fue demolido, pero estuvo en la calle de Orizaba N. 210) de la hoy CDMX, practicando el tiro de Guillermo Tell (una manzana en la cabeza, la cual debía ser destruida por un fino disparo). ¡A partir de este absurdo suceso se convirtió en uno de los mejores literatos del mundo en la lengua de Shakespeare!
Querido Sebastián, aún recuerdo cuando leí en un fax en el extinto periódico El Nacional, donde empecé mi carrera periodística a nivel profesional, a principios de los años 90, una efeméride sobre uno de los artistas más completos del mundo: ¡David Bowie!
La nota de entonces hablaba precisamente del disco que hoy te dedico completo pequeño hombre de las estrellas, donde David Bowie narra cómo fue estructurado dicho álbum, el cual está dedicado a la infancia de la época y todos sus conciertos los manifestaba como si se tratase de una obra de teatro con la excéntrica parafernalia de la que fue capaz. Este hombre me enseñó a ser mejor humano, Sebastián. Tu abuela materna lo sabe muy bien y ella conoce los rincones intrínsecos de mi imaginería interna, porque es parte del ser y estar mutuo.
El tiempo límite son cinco años antes del fin de la Tierra. Se ha anunciado que el mundo se acabará debido a la falta de recursos naturales. Ziggy Stardust (personaje de David Bowie en este disco) está en una situación en la que los niños tienen acceso a cosas que creen querer. Los mayores han perdido todo contacto con la realidad y los niños están por su cuenta para saquearlo todo. Ziggy está en una banda de rock and roll, pero los chicos ya no quieren rock and roll.
“No hay electricidad para tocar. El consejero de Ziggy le ordena reunir noticias y cantarlas, porque no hay noticias. Así que Ziggy lo hace y las noticias que hay son terribles. ‘All The Young Dudes’ [una canción Sebastián que no fue incluida en la edición original del disco] es una pieza acerca de estas noticias. No es un himno para la juventud, como ha creído la gente. Es completamente lo opuesto”, señaló el finado multifácetico David Bowie (Londres, 8 de enero de 1947-Nueva York, 10 de enero del 2016) en una entrevista para la revista Rolling Stones, donde se hizo acompañar del mencionado William S. Burroughs
Pequeño Sebastián, poco a poco te iré contando las historias de este hombre que cayó a la Tierra (dicha película The Man Who Fell to Earth, la verás llegado el momento y entenderás el porqué es un extraterrestre que vino a salvar al mundo, cuya misión está ahora en tus manos), de este ser que hizo la diferencia en el mundo de la música vanguardista, de la moda, de la literatura musical, del séptimo arte, de la fotografía, de la mímica, del teatro y del arte en general y a quien tuve el sagrado honor de conocerle en persona durante su única estancia en México, en la gran Tesmogtitlán, en la selva de concreto, durante la gira del disco Earthling (1997), el vigésimo álbum en estudio, el cual fue presentado en la reinaugiración del Foro Sol del Autódromo Hermanos Rodríguez, la inolvidable noche del 23 de octubre de 1997, cuyas fotografías publicadas por doquier eran de mi camarada Fernando Aceves.

Esta vez sólo me alcanzó a contarte sobre “Starman”, pero mientras creces bien podrían ponerte tus madres el disco completo que hoy nos ocupa, el maravilloso The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, una obra maestra para niños que nos apropiamos los adultos con infancia descontinuada.
¡Fue grato tenerte en mis brazos, Sebastián, gracias a tus madres, una de ellas yace en el taciturno proceso de crecer como tal y la otra en el transcurso de enseñar ese largo y sinuoso camino! ¡Se despide por ahora, tu escribano, otrora hombre de las estrellas que cayó del cielo hace casi media centuria!
¡Carpe Díem!
©

Félix Morriña es periodista y promotor etílico-cultural. Columnista en Impulso, Semanario Punto y Revista Ágora. “Este oficio sí es para cínicos”, podría ser el título de su libro de crónicas culturales.