A VECES ME DESPRECIO
Mi reencuentro con Arturo Meza
Hace mucho que Félix Morriña no ve a el músico Arturo Meza. Esta primera noche del mes de marzo sucederá ese reencuentro, pero mientras tanto un par de recuerdos de esa amistad entre el músico y el periodista.
Por Félix Morriña
Me tocó conocerlo desde temprana adolescencia y primera adultez, siendo preparatoriano de la UNAM, justo cuando el álbum 70 centavos (Gente de México, 1989) nos representaba a cabalidad a todos los seres de la clase obrera, los héroes de la clase trabajadora, los “perdedores” in crescendo, por esa razón comparto queridos seguidores dos rolas del maestro de este disco, para que vayan calentando motores y sepan de qué lado mascará la iguana este viernes 1 de marzo, en un teatro acorde a las necesidades escénico artísticas de Arturo Meza.
Para los que no saben, el creador de instrumentos musicales como el mezáfono, teclaedro, oglio y yeloguerlizet, ha musicalizado textos y poemas de Francois Villon, Rubén Darío, Jorge Luis Borges, Denise Levertov, Nezahualcóyotl, Boanergés de Magdaló, Luis G, Franco, William Blake, Mario Santiago Papasquiaro, Margarito Cuéllar, José Eugenio Sánchez, Arnulfo Vigil, Rey Bohindra, Charly García y Josefa Rosalía Luque, entre otros que escapan de la memoria, por lo que no se descarta que durante su concierto nos ofrezca algo de estas adaptaciones literarias a la música.
Para el experimentado y casi sesentón músico mexicano, considerado por muchos de sus seguidores en el portavoz de los vencidos, los sin nombre, los desprotegidos, los sin rostro, los sin identidad, el tema de la conciencia de clase y el indigenismo, son temas recurrentes en sus discos, así como todo el proceso chamánico, místico, de sanación del alma a través de la medicina tradicional mexicana, entiéndase, la herbolaria practicada por siglos por las comunidades indígenas del México racista.
La música de Arturo Meza puede ser el resultado de meter en una licuadora la lírica de las mayoría de los músicos del Movimiento Rupestre (Nina Galindo, Rockdrigo González, Rafael Catana, Fausto Arrellín, Armando Rosas, entre otros), sello que odia el artista que nos convoca y del que ha negado todo nexo; hasta los sonidos e ideas de Gerardo Enciso y Jaime López, pero siendo aún más exigentes, está dentro de su música y letras, Leonard Cohen y Bob Dylan.
Sustentado en la música folclórica con reminiscencias de música experimental, por supuesto el rock, el progresivo, Meza es sin duda, uno de los íconos sonoros de México y uno de los más prolíficos, más completos entes creativos que han introducido a su obra sinfonías ejecutadas con sintetizadores y ritmos que a muchos deja exhortos. Arturo es un hombre de letras profundas con músicas envolventes, al grado de hacerlo muchas veces muy sufrido y dolido que cala hasta los huesos.
Para los que no lo conocen y no lo han escuchado, pese a ser uno de los artistas independientes más reconocidos de la escena “underground” mexicana y de habla hispana, la música de Arturo Meza puede ser el resultado de meter en una licuadora la lírica de las mayoría de los músicos del Movimiento Rupestre (Nina Galindo, Rockdrigo González, Rafael Catana, Fausto Arrellín, Armando Rosas, entre otros), sello que odia el artista que nos convoca y del que ha negado todo nexo; hasta los sonidos e ideas de Gerardo Enciso y Jaime López, pero siendo aún más exigentes, está dentro de su música y letras, Leonard Cohen y Bob Dylan.
Será grato recordar las rolas que cantara durante el último concierto que presenciara mi querido camarada, ex vecino “El Pambazo” Romero. Para este memorable personaje de Metepec, Meza era alguien a quien respetar en todo momento, al grado de ofrecerle su última playera, beber mucha cerveza con whisky, soñar las sentidas rolas de Meza, llegar a casa y morir a la falda de su cama, implorando una oportunidad más, pero la vida se le fue como las gotas derramadas de su vaso.
Hace mucho que no veo al multiinstrumentista, poeta, escritor y practicante de la chamanería, Arturo Meza. La visita del oriundo de Tocumbo, Michoacán, a Metepec, en el Estado de México, este viernes 1 de marzo en el Teatro Metepec, ubicado en la calle de Hidalgo Norte 917, en la colonia La Providencia, que no es lo mismo que el Teatro Quimera de Metepec, para ofrecer sendo recital a las 20 horas con el contenido de sus recientes dos discos Ni serpientes ni escaleras (Gente de México, 2016) y De pie (Gente de México, 2013), será momento oportuno para reencontrarnos una vez más y saber de su proceso creativo actual.
¡Allá nos vemos!
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Félix Morriña es periodista y promotor etílico-cultural. Columnista en Impulso, Semanario Punto y Revista Ágora. “Este oficio sí es para cínicos”, podría ser el título de su libro de crónicas culturales.