DANDYS Y CÍNICOS
Batwoman luchando en los batiochenta años de Batman
Todo muy bien con la Batwoman mexicana en tiempos del #MeToo y con el homenaje a Batman por sus ochenta años en la UNAM, sólo espero que Filmoteca ya esté preparando un festín fílmico a la altura, por los cien años de Blue Demon en abril de 2022, porque por lo visto Alejandro Pelayo, que tiene fobia personal al cine de luchadores y también de luchadoras e invoca a los antiguos espíritus del mal, continuará eternamente en la Cineteca Nacional.
Por José Antonio Monterrosas Figueiras

Una mujer comparte en mi muro del bendito Facebook una queja legítima, la cual dice: “Hacen ciclo de Batman y discriminan a nuestros enmascarados”. ¡Pum, chaz, traaan! La mujer podría llevar puesto el antifaz de luchadora mexicana, porque se hace llamar misteriosamente Berush Kalavera en redes sociales, se refiere al homenaje que le rendirán, a partir de este sábado 30 de marzo, en la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al mítico antihéroe estadounidense Batman, esto por sus ochenta años de existencia y su paso por el séptimo arte.
También la observación que hace Berush se refiere al rechazo que tuvo la celebración de los cien años del Santo, el Enmascarado de Plata, en Cineteca Nacional, a finales de 2017, por parte de su director —todavía en esta Cuarta Transformación Morenista—, Alejandro Pelayo, cuando dijo que: “el cine del Santo no se podía tomar en serio”. Ya sabemos el final de esa historia, la segunda película restaurada del luchador plateado, de 1958, se proyectó en una «función especial» el 28 de diciembre de ese año, es decir, en el Día de los Santos Inocentes, que como podremos darnos cuenta en lo simbólico y en lo político, fue más una burla por parte del máximo recinto fílmico en México, que un homenaje o reconocimiento auténtico y sincero al emblemático luchador mexicano. De hecho ni el mismo Alejandro Pelayo estuvo en esa presentación, sólo su programador Nelson Carro —eso sí, muy calladito—, a lado de Viviana García Besné, la nieta de los primeros productores de la películas del Santo, quien se aventuró a restaurar con varios apoyos, entre ellos la Academia de Hollywood, sus dos primeras películas: Santo contra el cerebro del mal y Santo contra los hombres infernales.

En febrero de 2018, Hugo Villa Smythe fue designado como director general de Actividades Cinematográficas de la Filmoteca de la UNAM, para junio de ese año esta institución se unió a los homenajes por el adiós del luchador Mil Máscaras al pancracio, quien siguió los pasos de El Santo y Blue Demon en el cine, actuando en una veintena de películas. Mil estuvo presente la tarde del 14 de julio, en el Cinematógrafo del Chopo, junto con el director de la Filmoteca y el Crítico Enmascarado, para charlar con el público antes de la proyección de la película Mil Máscaras (México, 1969), dirigida por Jaime Salvador. Recuerdo que en esa ocasión pregunté en otra nota: ¿Y para cuándo Cineteca Nacional se sumaría a estos homenajes? Quedaba claro que Filmoteca encabezada por Hugo Villa Smythe, se estaba convirtiendo en el contrapeso del exquisito Alejandro Pelayo, como aquella institución interesada en homenajear la cultura popular mexicana desde el cine. En esta ocasión le toca a Batman, un personaje que se ha tropicalizado en México durante décadas. Ahí están algunos ejemplos que van desde la famosa Baticumbia del grupo Botellita de Jérez, como la película Batman y Droguin, de 1991, protagonizada por los comediantes Victor Trujillo y Ausencio Cruz. (Ver nota de El Universal, «Los días en que Batman fue mexicano»).

En el ciclo de “El Hombre Murciélago y el Cine dentro del Encuentro de Narrativa Gráfica. Felices 80 Batman” en el que se proyectarán once películas en las que se muestran las diversas facetas del hombre murciélago, a partir de este sábado, 30 de marzo, y hasta el domingo, 7 de abril, en el Centro Cultural Universitario, la Filmoteca de la UNAM, destaca dos eventos; el primero, es la proyección de la película, de 1928, El hombre que ríe, dirigida por Paul Leni, la cual será musicalizada en vivo por José María Serralde, el jueves, 4 de abril, en la Sala Julio Bracho, a las seis de la tarde; el segundo, y tal vez el más interesante en cuanto a la tropicalización de Batman en México, es la película La Mujer Murciélago, de 1968, por lo que habrá una charla con la actriz italiana Maura Monti, quien protagonizara a esa súper heroína.
«Visitando la cueva de la Mujer Murciélago», que es el nombre de esta conversación, se llevará a cabo el miércoles, 3 de abril, a las cinco treinta de la tarde, en la sala José Revueltas, y Viviana García Besné, advierte que en esa sesión compartirá algunos clips recién sacados del horno de la restauración que está haciendo a esta película que también, como las primeras películas del Santo, ella resguarda en su sala Baticine de Tepoztlán (sí, esa sala que Tim Burton visitó a finales de 2017).
Esta celebración no es menor porque el año pasado esa película cumplió cincuenta años de haberse exhibido por primera vez. El investigador de cine, Jorge Grajales, recuerda en sus efemérides fílmicas feisbuqueras, que un 28 de marzo pero de 1968, se estrenaba en los cines Alameda. Ópera, Colonial, Jalisco, La Paz, Popotla, Bahía, Maya, Soledad, Janitzio y Minerva, de la Ciudad de México y que duraría una semana en cartelera.
Mujeres que ya no quieren estar ni detrás y ni sometidas a hombres violentos, mujeres que quieren ser libres como Maura Monti en La Mujer Murciélago. Seguro que si los cineastas Carlos Reygadas o Gabriel Retes intentaran abusar de esta mujer enmascarada y semidesnuda, ya les hubiera aplicado una llave para neutralizar sus pulsiones sexuales y llevarlos a un tribunal, además de denunciarlos en el #MeToo de Twitter.
En el marco de ese festejo, el 17 de febrero de 2018, el mostrólogo del cine Octavio Serra, proyectó en La Facultad de Cine de la Ciudad de México, la película de La Mujer Murciélago, por lo que no dude en asistir para verla y escuchar los comentarios al respecto. Ahí la mezcla entre la ágil acróbata y la ruda heroína, los dos elementos que la conforman, quien además está desentrañando el porqué sus compañeros del pancracio los están asesinado. Descubre que hay un científico loco que crea un hombre-pez a partir de extraer la glándula pineal de los luchadores —el Santo y Blue Demon podrían haber sido uno de ellos—, quien se encargará de raptar a la Mujer Murciélago. Por cierto, la referencia del hombre-pez nos lleva a recordar el filme El monstruo de la Laguna Negra, de 1954, así como la ganadora, semanas después de esa proyección que aquí cuento, en el Oscar 90 en la categoría a mejor película y dirección, me refiero a Guillermo del Toro por La forma del agua, en la que vemos a un dios anfibio del que se enamora una mujer sin antifaz, ni acrobacias y que encima lo rescata de que otro científico loco experimente con su cuerpo.

Así que el contexto del filme La Mujer murciélago es interesantísimo en sus resonancias y en el momento en que se estrenó, que fue meses previos a la matanza de estudiantes en Tlatelolco. Tiempos truculentos y autoritarios para el país, para la Ciudad de México, y que hoy corremos el peligro de volver. Este filme mostraba con cierta gracias, también decirlo con cierta corrección política —pues la exuberante chica nadie la acosa ni piropea—, y desde una ciencia ficción mexicana precaria, las preocupaciones y tensiones en lo social y cultural del país de cuerpo entero. Diría yo que es incluso emancipadora de lo que hoy se está viviendo con la terrible ola de denuncias de acoso a mujeres en ámbitos como la literatura, el periodismo y el cine. Mujeres que ya no quieren estar ni detrás y ni sometidas a hombres violentos, mujeres que quieren ser libres como Maura Monti en La Mujer Murciélago. Seguro que si los cineastas Carlos Reygadas o Gabriel Retes intentaran abusar de esta mujer enmascarada y semidesnuda, ya les hubiera aplicado una llave para neutralizar sus pulsiones sexuales y llevarlos a un tribunal, además de denunciarlos en el #MeToo de Twitter.
El periodista y politólogo Hector Villarreal apunta, mucho mejor que yo, en un ensayo sobre este filme: «Se trata de una adaptación de la serie de televisión de Batman al cine mexicano de luchadores; pero en vez de un protagonista masculino, la versión femenina de Bruno Díaz. No es un amasijo bizarro de símbolos, sentidos y chatarra cualquiera, sino uno con cierta gracia. […] Voluntaria o involuntariamente, el producto de Cardona resulta muy favorable en cuanto al progreso de la representación de los roles de género y la equidad: La Mujer Murciélago se desenvuelve exitosamente entre varones, derrota a unos y protege a otros. No es madre ni esposa. No tiene un Batman delante de ella ni atrás, como tampoco está bajo su sombra. Es mucho más que atractivo visual: no sólo es guapa, rica, inteligente, valiente e independiente; también está comprometida con su sociedad y se involucra en la solución de sus problemas, como el de la inseguridad. Toda una supermujer [sic]. ¡Es 1968! La liberación femenina, también en México» (Un Baticuento en Acapulco: La Mujer Muriélago, en Revista Metroficción).
Alguna vez le pregunté a Albina Garavito acerca de cómo una mujer como ella pudo decidir ser guerrillera en los años sesenta en México, a lo que respondió la ahora académica: «Eran los sesenta, principios de los setenta, y por primera vez la figura del estudiante fue una figura masiva; a la universidad generada por el Estado de bienestar social los jóvenes asisten masivamente, hay hombres y mujeres, hay un encuentro social, primero el de las aulas, pero también tenemos el encuentro cultural con otro mundo, a través de la música, del rock, absolutamente liberador, del cine, del cine cubano, del cine italiano, del cine estadounidense. Nos estábamos nutriendo de un mundo, en términos culturales, que no tenía que ver nada con la represión que se vivía en nuestras familias, en un ambiente y una sociedad tradicionales». En ese contexto pues, se exhibía esta película que ahora cumple más de cincuenta años y que está en proceso de restauración.

Todo muy bien con la Batwoman mexicana y con el homenaje a Batman por sus ochenta años en la UNAM, sólo espero que Filmoteca ya esté preparando un festín fílmico a la altura, por los cien años de Blue Demon en abril de 2022, porque por lo visto Alejandro Pelayo, que tiene fobia personal al cine de luchadores y también de luchadoras, ficheras y rumberas, e invoca a los antiguos espíritus del mal, continuará eternamente en la Cineteca Nacional.
Sigo esperando que algún compañero periodista le vaya a preguntar al Tlatoani, a su misa de las siete en Palacio Nacional, ¿para cuándo se va el PRI de Cineteca Nacional después de la lanísima gastada en petates para ver Roma de Cuarón en Los Pinos, del maltrato a personajes del cine popular mexicano, de quitar los ciclos de terror nacional como Masacre en Xoco, de reducir espacio al cine experimental mexicano, a Lucifer y al Santo? O será que como la ley de Herodes, aquí te chingas o te jodes.
¡Sálvanos Mujer Murciélago! ¡Yalitzia Aparicio, dónde estás!
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José Antonio Monterrosas Figueiras es editor cínico en Los Cínicos, ha colaborado en algunas revistas de crítica cultural.