MINIATURAS, PRELUDIOS Y FRAGMENTOS

Dramatis Personae

En esta historia hay un terrateniente inexpresivo que fue asesinado y sus dos primogénitos con nombre de revolucionarios —que cada tanto viajan a la capital y se transforman en Tania y Yadira— quieren vengar la muerte de su padre; un cura que lleva alrededor de diez años alcoholizado; un maestro de química con nombre de un líder del antirreeleccionismo maderista, que tiene a su alumna preferida; una turba de jóvenes; un policía vulgar y de notable misantropía. La vida de un pueblo. Lo normal. ¿Y quién fue el asesino de Durón?

Por Ulises José

Isidro Durón: Un hombre que ha dedicado su vida a obtener tierras sin importarle mucho cómo lograrlo. Es inexpresivo y no le cuesta mucho trabajo recurrir a la violencia. A pesar de que siempre va armado, sabe muy bien que con los golpes es más que suficiente para dejar las cosas claras y nunca ha sido derrotado en una pelea.

Su padre fue militar y le heredó sus dos primeras hectáreas de tierra con la consigna de que las trabajara con dedicación y justicia, sobre todo, que fuera generoso con su comunidad. Isidro no coincidió con ese anhelo de su padre. No le veía el caso encargarse de aquellas personas que no podían valerse por ellas mismas.

Se casó joven, con la hija de un agricultor de la región, así adquirió otro par de terrenos, un par de hectáreas más a su nombre. A un año de su matrimonio tuvo dos hijos, un par de gemelos varones a los que llamó Fidel y Ernesto, porque a pesar de que iniciaba su carrera como terrateniente, Isidro se consideraba un hombre de ideas revolucionarias.

Él no vio con buenos ojos aquél nacimiento, la llegada de ese par de niños representaba un mal augurio y una complicación al momento de heredar. Lo confundía la idea de dividir sus bienes entre dos primogénitos.

Enviudó a los once años de casarse, la muerte de su esposa fue motivo inagotable de rumores y chismes, nunca se preocupó por aclarar nada, realmente no le importaba. A partir de ese momento él fue el encargado de educar y formar a sus hijos.

Isidro se ha enamorado de nuevo. Ella es Jacinta, una chica de catorce años a la que él ve como toda una mujer y a la que corteja cada que sale de la escuela y no le importa la mirada de juicio, en especial de los maestros.

La historia de Isidro termina con él asesinado, su cuerpo es hallado con cinco disparos en el pecho, tirado sobre la hierba de uno de sus terrenos.

Fidel y Ernesto Durón: Los hijos de Isidro Durón, desde los diez años fueron criados por su padre, así como él, son de violencia fácil y la gente prefiere evitar cualquier enfrentamiento con ellos. Su relación con la comunidad está basada en la intimidación.

Desde pequeños han sido educados para tomar todo lo que desean, ya sea comprándolo o tomándolo por la fuerza. Se han hecho de un grupo de seguidores que los apoyan en casi todo. Les temen y los admiran. Ellos, a su vez, tienen un gran temor de su padre, no sólo saben que puede anular el testamento que los haría dueños de todas las propiedades de la familia, también saben que él fue capaz de matar a su esposa por una simple diferencia de opinión. Ellos vieron ese acto y desde entonces han guardado silencio al respecto.

A los dos les gustan los hombres, pero eso no está muy bien visto por su comunidad, con quienes disimulan haciéndose acompañar por distintas mujeres. Pero cada tanto viajan a la capital y se transforman en Tania y Yadira. Con pelucas rubias que brillan y contrastan con lo moreno de su piel, medias de red y vestidos diminutos de tonos metálicos, recorren distintos lugares donde son admiradas y nunca regresan solas a su hotel.

Al enterarse del asesinato de su padre ambos juran una venganza ejemplar.

Armando G.: Es el borracho del pueblo, lleva alrededor de diez años alcoholizado. Nunca se casó ni tuvo hijos y vive de trabajos en los que dura muy poco. Es parte de la comunidad y siempre hay alguien que le da de comer o le invita un trago.

Habita en un cuarto que quedó abandonado cuando se remodeló el mercado y que nadie reclamó, sus pertenencias son: una cama, un radio y algo de ropa ya desgastada, excepto por una sotana que está en perfecto estado y que esconde con celo.

Nadie lo sabe, tal vez muy pocas personas, pero él fue seminarista, su madre, que había sido prostituta, lo había convencido de que tomara esa carrera para que de esa forma ella fuera “limpiada” de todos sus pecados, él era su holocausto. Armando no fue ni el mejor ni el peor de su generación, simplemente cumplió con disciplina.

Su madre murió aliviada de saber que su hijo había logrado llegar a ser cura, aunque su muerte fue el resultado de varias puñaladas que un cliente ofendido le dio. Armando buscó por días al homicida y le devolvió el gesto con el mismo numero de heridas, lo dejó morir desangrado en un baño público. Después de eso perdió toda la fe y se dedicó a beber y a vagar hasta que llegó a aquel pueblo y se instaló.

La noche del asesinato, él se encontraba deambulando bajo la luna, no tenía muy claro por donde andaba. En algún momento alcanzó a ver la figura de Isidro Durón montado en su caballo, era inconfundible y parado frente a él, pudo ver al asesino apuntarle con un arma y abrir fuego, lo reconoció, no se imaginó nunca que vería tal cosa. El sonido de los cinco disparos y sus respectivos destellos en la noche se quedaron en lo mas profundo de su memoria etílica.

La turba: El grupo de amigos de los hermanos Durón está formado por una docena de jóvenes, todos tienen un apodo y cada apodo fue asignado por alguno de los gemelos, desde nombres de animales hasta evidencias de sus defectos, ninguno se ha salvado de un mote.

Admiran a los hermanos, es una admiración derivada del miedo y de la avaricia, todos creen que por simpatizar con ellos obtendrán algo a futuro y el simple hecho de no tenerlos como enemigos los alivia, esa mezcla les ha creado una fidelidad casi inquebrantable.

Al enterarse de la muerte de don Isidro y de la recompensa ofrecida por Fidel y Ernesto Durón, deciden tomar el asunto en sus manos. Es evidente que ninguno de ellos tiene una idea clara de quien o por qué lo hizo y menos aún están en capacidad de hacer una investigación con la formalidad necesaria como para llegar a un veredicto certero, encima de todo, la urgencia por quedar bien con la familia Durón y el tema de la recompensa, los tiene cegados.

El juicio y la sentencia se llevan a cabo durante una noche de borrachera, nunca hubo nada cercano a una investigación. Todo se basó en rumores e intuiciones, para ellos eso era más que suficiente. Una vez que llegan a su veredicto suben a tres camionetas y se dirigen a buscar a su culpable.

La mañana en la que Ema le cuenta lo que sucede con el señor Durón, se da cuenta de que aquello no tendría un final feliz. Así que lo va a buscar y le promete que puede ayudar con su deseo de tenerla. La cita es en la noche en uno de los predios de Durón (para que no los vean y eso despierte sospechas de sus función como celestino de una menor de edad).

Ángel Zepeda: El otro terrateniente del lugar. Durante un tiempo fue el contrapeso de Isidro Durón pero su fibra moral fue el obstáculo que le impidió ganarle. Jamás logró aplicar las mismas tácticas que su rival aplicaba para obtener tierras.

También es un hombre recio y conoce muy bien el tema de la violencia, pero su sentido de lo justo lo sobrepasa. Unos días antes del asesinato de Durón tuvieron una discusión bastante acalorada en público, ambos llegaron a un punto en el que lo único que seguía eran los golpes, pero no sucedió así.

La noche que la turba llega a su casa él se encuentra cenando con su esposa e hijo. El ruido de las camionetas y los gritos de quienes lo iban a buscar llaman su atención. Nota al instante que aquello no es bueno.

Con calma y muy sereno se levanta, camina al armario y saca dos rifles, le da uno a su hijo que lo toma con un poco de duda, pero sin miedo. Ambos salen al frente de la casa y presentan sus armas a los invasores que, aunque los superan en numero, se sienten intimidados.

El fin es un tanto trágico, después de un par de amenazas verbales se producen un intercambio bastante rápido de disparos. Tres muertos y cinco heridos en la turba. El hijo de Ángel herido de gravedad tirado en el suelo.

La turba huye del lugar dejando atrás a sus caídos

Telesforo Días: El encargado de la policía local, sus padres lo nombraron así por el octavo papa. Es un hombre vulgar y de notable misantropía. Se encuentra en ese pueblo por castigo de sus superiores que lo descubrieron robando casas y en lugar de encarcelarlo le asignaron aquella jefatura. Es un exiliado.

En un principio se sintió ofendido y traicionado, no concebía la vida fuera de la ciudad, pero al poco tiempo se dio cuenta de que era un trabajo muy bien pagado para lo poco que se le pide: cuidar el orden público, detener un par de peleas y dejar que los dos caciques hagan lo suyo sin estorbarlos.

La noche del enfrentamiento se ve obligado a hacer algo, no puede pasar por alto aquello sin dar parte a sus jefes en la capital, ya no puede estar al margen, tiene que actuar. Afortunadamente para él, los hijos Durón no participaron en la balacera, se encontraban en la capital atendiendo algún negocio.

En su primer acercamiento todo parece evidente, Ángel Zepeda es el principal sospechoso del asesinato de Durón, su conclusión es que el ataque fue por venganza. Pero conforme avanza en sus indagatorias se da cuenta de que no hay manera de que esa sea la historia real, toda la evidencia lo exime. El ataque llevado a cabo por la turba había sido injustificado y, como la autoridad del lugar, no podría dejarlo pasar.

Ema: La hija única de un matrimonio de la localidad, su madre y su padre no son precisamente miembros “destacados” de la sociedad, pero ella sí lo es. Desde sus primeros años en la escuela ha sido una alumna distinguida, todos sus maestros y la única maestra que le han dado clases le auguran un gran éxito académico.

Ella es seria, a veces parece apática, pero en realidad es cálida y comprometida. Su maestro favorito es el de física, y química, las materias que más disfruta y comprende. Ema suele quedarse horas extra con él y estudian temas que van más allá del temario de la escuela; sueña con ir a la universidad, algo que ni sus padres, ni muchas personas del pueblo suelen anhelar.

Desde hace unos meses ha notado que hay un hombre mayor que la sigue cada que sale de la escuela, no le dice nada, sólo la sigue en su camioneta y la mira con interés, Ema siente mucho miedo, sabe quien es él y no quiere decirle a sus padres, si su padre se entera quedará obligado a tomar medias y salir lastimado o a guardar silencio y sentirse humillado. Sea como sea sabe que está acorralada.

La última vez que lo vio, él se le acercó y sin miramientos le dijo que su nombre era Isidro Durón y que era dueño de la mitad del pueblo, que era capaz de darle lo que ella y su familia necesitara, que pronto sería una mujer y que su destino sería el de ser la señora de una casa como la que él podría darle.

Toda esa noche ella lloró en silencio, tenía que decírselo a alguien, la única persona en la que confía es en su maestro, seguramente él sabrá qué hacer.

Aquiles Núñez: El maestro de química y física de la secundaria y la preparatoria del pueblo, Su padre lo llamó así por Aquiles Serdán. Es de las pocas personas que nacieron en ese lugar y que fueron a la universidad. Volvió cuando su madre enfermó, era un plan temporal, pero cuando ella murió él prefirió quedarse a cuidar de su padre.

Ha visto salir de la escuela a unas cuantas generaciones y se siente orgulloso de cada una de ellas. No puede negar que, aunque trata a todo su alumnado de la manera más imparcial posible, siempre ha tenido sus favoritos y favoritas. Durante los últimos dos años Ema es el foco de su atención.

La mañana en la que Ema le cuenta lo que sucede con el señor Durón, se da cuenta de que aquello no tendría un final feliz. Así que lo va a buscar y le promete que puede ayudar con su deseo de tenerla. La cita es en la noche en uno de los predios de Durón (para que no los vean y eso despierte sospechas de sus función como celestino de una menor de edad).

Cuando Durón llega a la cita, Aquiles ya estaba ahí, se le acerca montado en su caballo y antes de que pueda hacer algo, el maestro saca una pistola de alto calibre y le dispara cinco veces, todos los tiros dan en el blanco y, antes de caer al suelo, Durón ya esta muerto.

Los finales

Isidro Durón: Es olvidado en poco tiempo, su tumba en el cementerio local es algo ostentosa, pero en pocos meses se llena de hierbas y tierra. Nadie le va a dar mantenimiento. Fidel y Ernesto abandonan el pueblo después del entierro, sin un padre a quien complacer deciden vender todos sus bienes y migran a la ciudad en donde podrán ser Tania y Yadira de manera permanente y ya no tendrán que ocultarse mas.

Armando G.: Muere un par de años después, su hígado sucumbe ante el alcohol y la falta de tratamiento, los pobladores lo encuentran en su cuarto varios días después de su muerte. Muchos quedan sorprendidos al encontrar sus prendas de padre.

La turba: Los “amigos” de los hermanos Durón siguen sus vidas como si nada hubiera pasado, en pocos meses la mayoría de ellos se casan o tienen hijos, algunos siguen solteros pero ninguno sale del pueblo.

Ángel Zepeda: Él es de los mayores compradores de las tierras de Isidro Durón, compra más de la mitad de ellas. Al quedar sin la competencia se vuelve el terrateniente más poderoso de la zona. Poco tiempo después se asocia con una nueva cepa de inversionistas que en poco tiempo están usando sus tierras para cultivos que tienen que permanecer ocultos y la cantidad de dinero que recibe se multiplica mes a mes. En muy poco ha recuperado lo que los terrenos costaron.

Telesforo Días: Él es quien termina cobrando la recompensa que los hermanos Durón ofrecieron, también decide irse del pueblo. Después de haber establecido el orden y de haber ejecutado al asesino se regresa a la ciudad buscando rehacer su vida, está seguro de que se merece una segunda oportunidad.

Desafortunadamente para él, sus antiguos colegas no opinan lo mismo y deciden asesinarlo a los pocos días de haber llegado.

Ema: La vida de Ema continúa su cauce normal. Continúa sus estudios hasta donde le es posible, logra estudiar para ser maestra de secundaria, pero nunca logra llegar a la universidad. Pocos años después se casa con el hijo de Ángel Zepeda y ambos viven una vida relativamente tranquila.

Aquiles Nuñez: Después del enfrentamiento entre la turba y la familia Zepeda, decide entregarse a la autoridad (Telesforo Días), considera que eso es lo mejor, para que no haya otro enfrentamiento similar. Está consciente de que no habrá un juicio ni una sentencia. Su último momento es estar hincado en el mismo lugar en el que asesinó a Isidro Durón, esperando a que Telesforo le dé un tiro en la nuca.

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Ulises José nació en Cuernavaca, Morelos, el 3 de diciembre de 1974. Tuvo su primer acercamiento a la escritura en los talleres de María Luisa Puga en Michoacán en 1986. Estudió producción editorial en 1999 con el grupo editorial Versal. Ha participado como diseñador editorial en varias publicaciones en Morelos y como organizador del festival de cómic Marambo. Actualmente trabaja como colaborador externo en Larousse y como diseñador editorial y asistente de edición en Ediciones Omecihuatl.

Ulises José nació en Cuernavaca, Morelos, el 3 de diciembre de 1974. Tuvo su primer acercamiento a la escritura en los talleres de María Luisa Puga en Michoacán en 1986. Estudió producción editorial en 1999 con el grupo editorial Versal. Ha participado como diseñador editorial en varias publicaciones en Morelos y como organizador del festival de cómic Marambo. Actualmente trabaja como colaborador externo en Larousse y como diseñador editorial y asistente de edición en Ediciones Omecihuatl.