CINISMO FEROZ

Un sorbo de esta insensata novela

Este viernes, 26 de julio, a las 18:00 horas, se presenta el nuevo libro de Alonso Guzmán, en el Centro Toluqueño de Escritores, con los comentarios de Alejandro León y los videocomentarios de Alberto Chimal y Edgar Omar Avilés. Aquí compartimos un capítulo de Górgoro (Diablura Ediciones).

Por Alonso Guzmán

Górgoro, la nueva novela del escritor toluqueño Alonso Guzmán.

Una noche, mientras Górgoro cenaba y charlaba con Rathä, un hombre del pueblo se presentó frente a él y lloroso le dijo: “Oh gran rey que por tu pueblo das la vida, ha llegado a la cormarca una terrible loba que se come a los mancebos y las doncellas; nadie ha podido salvarlos. Tú eres el único que puede, oh gran rey, despojarnos de semejante mal”. Górgoro se levantó y siguió al hombre. Rathä iba a su diestra. Cuando llegaron a la cueva de la gran loba, Górgoro dijo que lo dejaran solo. Así lo hicieron. En la boca de la cueva el rey gritó para despertar a la bestia y lo logró; aquel animal se dejó ver en toda su inmensidad; era dos veces más grande que el castillo de la Gran Rama, pero Górgoro no se intimidó. El rey le dijo a la loba: “Eh, tú, ¿por qué vienes a mi tierra y comes sin pedir antes el don de la hospitalidad?”. La loba veía a Górgoro como una hormiga y apenas le prestó atención; antes se burló de él. Górgoro le habló una vez más, le dijo: “Eh, tú, ¿quién con su poder te ha dado el valor para venir aquí, humillarme y humillar a mi pueblo?” Pero la loba no contestó, se dio la vuelta y quiso meterse a su cueva entre bostezos; entonces Górgoro, furioso, la tomó por la cola y la jaló hasta desprenderla de su cuerpo. La loba se retorcía de dolor y aullaba. El rey de inmediato desenfundó su espada y le cortó la cabeza de un solo golpe. El cuerpo de la loba se tensaba y se movía enloquecido, y la cabeza, que yacía a unos metros del cuerpo, abría y cerraba los ojos como quien jala aire. Górgoro entonces abrió el estómago de aquella bestia maltrecha y escarbó para buscar, acaso, a aquellos que aún estuvieran vivos. Cuando entró bien adentro de ese cuerpo muerto y logró abrir el estómago vio con alegría y asombro que varios jóvenes estaban ahí. Pero no estaban como el rey hubiera esperado, los mancebos, hombres y mujeres, estaban completamente desnudos, hacían corro alrededor de una fogata, unos, y otros se perseguían en claro cortejo amoroso; tenían, además, barricas enteras de vino y comida de la más variada especie. Cuando los jóvenes vieron a su rey entrar con la espada en la diestra, con el sudor y la excitación en el rostro, supieron que todo había terminado, que aquel hermoso paraíso había sido roto por un rey valeroso. Muchos nunca le perdonaron a Górgoro su rescate; pero otros, más sensatos, dijeron: “Nada es para siempre”.

El rey le dijo a la loba: “Eh, tú, ¿por qué vienes a mi tierra y comes sin pedir antes el don de la hospitalidad?”. La loba veía a Górgoro como una hormiga y apenas le prestó atención; antes se burló de él. Górgoro le habló una vez más, le dijo: “Eh, tú, ¿quién con su poder te ha dado el valor para venir aquí, humillarme y humillar a mi pueblo?” Pero la loba no contestó, se dio la vuelta y quiso meterse a su cueva entre bostezos.

Capítulo XXV de Górgoro, el nuevo libro de Alonso Guzmán que forma parte de la Colección Arca de Diablos. Agradecemos a Diablura Ediciones por permitirnos su reproducción.

El tonayero del mal.

Alonso Guzmán es locutor y escritor. Autor del libro Los geranios y la nieve (Diablura Ediciones, 2014), entre otros. Gusta de tomar Tonayán con Peñafiel Naranjada.
@alonsoguzman