A VECES ME DESPRECIO

¡A volar, 2019!

Félix Morriña, ya mandó a volar al bastón y al 2019, no así al jilguero que está afuera de su casa: «Todas las mañanas me armoniza un jilguero vecino con el que silbo mientras desayuno y me hace olvidar las pésimas noticias mexicanas y todo su enfermizo contexto social». Aquí la historia.

Por Félix Morriña

«Pájaros volando alto, sabes cómo me siento,/
sol en el cielo, sabes cómo me siento,/
brisa a la deriva, ya sabes cómo me siento.»

— Feeling good, Nina Simone

Pese a los vaivenes para llegar hasta aquí, estoy asimilando mi nuevo ritmo de vida, adaptándome a las circunstancias y nuevas realidades. Ya me tocó ver atracadero frente a casa un día de fiesta de salón, en donde un grupo de diez veinteañeros abrieron camionetas, destrozaron cristales de coches de lujo y se llevaron de pilón mi bastón de mando, heredado por mi querido camarada y amigo Jesús Espino, mismo que dejé ir con consuelo para caminar sin él desde entonces. ¡Era una señal!

Ya también disfruto de sumarme a la vida callejera con tan solo abrir la puerta de mi hogar; como también, ya me tocó sumarme al río mercantil del tianguis sobre ruedas de los lunes. Estoy en el centro cultural de lo cotidiano en un abrir y cerrar de ojos. Me gusta la extrema privacidad que puede vivirse a centímetros de la calle, o la completa exhibición. Todas las mañanas me armoniza un jilguero vecino con el que silbo mientras desayuno y me hace olvidar las pésimas noticias mexicanas y todo su enfermizo contexto social. A veces, apago los altavoces de mis dispositivos electrónicos para solo escuchar al jilguero, quien suplica lo cubran del mañanero frío invernal, en una latitud poco propicia para un ave de sus características.

¿Cuántos microcosmos existen en esas gigantescas casas viejas de adobe y vecindades de Metepec? Mi pequeña “Finca de Adobe”, como recita famosa canción ranchera nacional, me arropa, como me exige calor. Es una delicia pensar tener todo a tus pies y a la mano, pero el precio a pagar ha sido muy alto. ¿Lo vale? ¡Claro! ¡Ahora a crear, a generar!

Tengo lo básico a mi alcance, ya no me siento desmembrado, dividido, solo y ausente, como un rompecabezas. Pese a tener el porcentaje de cosas mínimas, entiéndase artículos y accesorios necesarios para sacar adelante este nuevo proceso, aún requiero de herramientas y apoyos para concretar la primera fase y arrancar. Tengo vida, tengo otra oportunidad, tengo la posibilidad de concluir la proeza asumida. He dejado de lado algunas cosas, otras las he retomado con otros ojos, pero sobre todo, reconozco la titánica labor de todos aquellos que a lo largo del último semestre de este decadente 2019, han estado a mi lado apoyándome en mi reconstrucción y rehabilitación integral.

A veces, apago los altavoces de mis dispositivos electrónicos para solo escuchar al jilguero, quien suplica lo cubran del mañanero frío invernal, en una latitud poco propicia para un ave de sus características.

Bastones que vuelan —o que se los vuelan.

Esta es mi primera columna cultural escrita en mi nuevo hogar y tal vez la última del año. Hoy cumplo un mes de haber traído mis primeras cosas. Adapté como pude lo que ahora me ha permitido escribir. El renacimiento no fue nada fácil, pero sin cesárea. Lo festejo con gratitud durante la helada velada con un hirviente café de grano y un café del barrio, el de la esquina, el café que se convierte en bandera entre la pandilla. Mientras escribo esta entrega periodística cultural, escucho de nueva cuenta mi colección musical digitalizada en la computadora portátil. De todos los artistas que reaparecieron, me quedo con la energía femenina de Siouxsie & The Banshees, Nina Hagen, Nina Simone, Ana Torroja con Miguel Bosé, Chavela Vargas, Nina Galindo, Cesárea Évora, Edith Piaf, Sade Adu, The Cranes, The Creatures, Fleetwood Mac, The Pretenders, Adriana Varela y Fabiana Cantilo, como de esa larga lista de mujeres que me ayudaron a estar hoy aquí.

¡La verdad, no lo hubiera logrado sin cada una de ellas!

En el centro cultural de lo cotidiano de Metepec, con su raro crisol de extremistas personajes, como de sus formas y fondos especiales en los usos y costumbres de la región, que lo hace único, la energía femenina ha sido fundamental, porque esa energía me mantuvo vivo en el delirante paseo dantesco sufrido desde principios de mayo por este interlocutor. Bendigo esa energía femenina que cuidó de mí, la que me aseó, compró ropa y utensilios; como las que me llevaron al hospital, me hicieron terapias fisiológicas y sicológicas; las que me hicieron de comer, cuidaron de mi asilo y traslados; así también las que me llevaron de paseo cada vez que pudieron para ver esos maravillosos rojizos atardeceres de fin de año en Tenancingo, Malinalco y Zumpahuacán.

¡Por supuesto!, también tomo en cuenta la energía femenina de varios de mis amigos, colegas y camaradas. Ellos tienen características especiales y dieron lo que pudieron, es decir, todo. Como saben, la lista es larga y todos saben de qué se trata este asunto. ¡Gracias!

Se avecinan cosas de las que sólo saldrán librados los que estén conscientes y preparados de los cambios sociológicos, económicos y culturales de la nación, así como de aquellos que tienen la sartén por el mango en varios sectores nodales de producción, y los que tienen el poder para tomar decisiones acordes para mantener a flote este barco llamado México, pese a que no exista tiempo y forma en casi nada para concretar proezas.

¡Debemos estar alertas!

Finalmente, reconozco que no sabría qué hacer sin la energía femenina de la Asunción, esa entidad única que reconforta, porque todo lo que toca se multiplica, incluyéndome. Gracias a todo lo que se multiplica, existo y revivo, como me reinvento. Me multiplico en fe por lo que vale la pena ser y estar. La energía femenina de la Asunción significa abundancia, por lo que la sigo para lograr el objetivo. ¡Así sea!

Agradecer a todos haberme ayudado a llegar hasta este punto, hasta esta fecha del calendario y hasta este nuevo pequeño hogar en el primer barrio del “Pueblo Mágico” de Metepec, Santa Cruz. Regresé al centro, a la vuelta del primer cuadro de la Tierra del Árbol de la Vida, del Bar 2 de Abril, la Garañona, la interesante vida artesanal y del Festival Internacional de Arte y Cultura Quimera, entre otras bellezas, como estar próximo de mi primogénita, de seres amados, amigos, conocidos y turistas que consultan a este Servibar y Amigo, sobre mi experiencia de vivir en el altiplano mexiquense, adoptado a dos mil 600 metros sobre el nivel del mar, en el Valle de Toluca desde hace dos décadas.

¡Se les ama!

¡Siempre estaré en casa para ustedes!

¡Reconfortante Feliz año 2020!

¡Muchas gracias!

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Dandy pero punk.

Félix Morriña es periodista y promotor ex etílico-neo canábico cultural. Columnista en Impulso, Semanario Punto Revista Ágora. “Este oficio sí es para cínicos”, podría ser el título de su libro de crónicas culturales.