CINISMO SORPRESIVO
Diamante en bruto y las nuevas películas del actor-payaso de Hollywood
Nunca veré películas con Adam Sandler. Esa era mi filosofía. Llegados estos años y las nuevas películas del actor-payaso de Hollywood, he desmentido una de las reglas inamovibles de mi vida. ¿Qué ha pasado?
Por Mónica Maristain
Nunca veré películas con Adam Sandler. Esa era mi filosofía. Llegados estos años y las nuevas películas del actor-payaso de Hollywood, he desmentido una de las reglas inamovibles de mi vida.
¿Qué ha pasado?

Por lo pronto, el otro día, sin tener que ver en Netflix, buscando alguna película que no me haga suicidarme ni pensar en los espejos de colores de mi ancianidad, encontré una película con Dustin Hoffman y siempre tiendo a pensar que donde él trabaja, algo bueno hay.
Creemos que somos libres, pero estamos todo el tiempo esgrimiendo nuestros prejuicios y nuestros preconceptos a la hora de leer, de ver, de escuchar. Hace poco alguien (un muy buen amigo) me decía: Bueno, fíjate, no es tan fácil, pero está muy bueno el disco Jesus Is King, de Kanye West.
Me ofendió un poco. Por un lado mi amigo (Roque) me estaba viendo como la que él imagina: siempre escuchando a Silvio Rodríguez y a Joan Manuel Serrat (o a esos brasileños que él detesta) y por el otro, no me veía como lo que también siempre soy: curiosa a la hora del arte.
Anoche, por ejemplo, me acordé de una canción de Jan A. P. Kaczmarek, que yo había decidido que era la melodía más hermosa del mundo y que descubrí en 1997 en la película Washington Square: “Tu chiami una vita”. La letra describe el amor romántico, esa “fatiga, como una tristeza” que a muchos nos domina cuando nos enamoramos. Es ese estado de la felicidad absoluta y por el que nunca vemos el otro lado de la película, el fin de la historia.
Netflix, en esta historia contra Hollywood ha adoptado a Adam Sandler como el gran actor dramático y serio que bien podría ser. Es una lucha que recién empieza y que vamos a ver su segundo round en los Oscar, donde Adam Sandler no ha sido candidateado.
Volviendo de todos modos a la película de Dustin Hoffman, donde Adam Sandler hacía de Danny, el hijo menospreciado del viejo Harold Meyerowitz (Dustin Hoffman), un escultor en el ocaso que tampoco nunca tuvo la atención que merecía. Matthew (Ben Stiller), hermano de Danny, es en cambio la encarnación del éxito, algo así como un abogado de grandes artistas. También están Eliza, la hija de Danny; la alcohólica Maureen (Emma Thompson), última mujer de Harold y Jean (Elizabeth Marvel), la hermana invisible. Me sorprendió mucho ver a Adam Sandler, con la pierna rota, en una historia familiar donde él no tenía que hacer esas muecas infames y tendría que salir adelante con unas herramientas más sofisticadas que en cualquier película de ciencia ficción: la realidad.
En The Meyerowitz Stories (de Noah Baumbach), Sandler encarnaba al hijo despreciado y el que repite la historia de su padre: es un músico talentoso fracasado y probablemente como el Rey Lear, es el rechazado por su progenitor en castigo a su lealtad y a la simpleza de sus sentimientos.
Netflix, en esta historia contra Hollywood ha adoptado a Adam Sandler como el gran actor dramático y serio que bien podría ser. Es una lucha que recién empieza y que vamos a ver su segundo round en los Oscar, donde Adam Sandler no ha sido candidateado y donde El Irlandés, de Martin Scorsese aparece como la gran perdedora frente a la sobrevalorada Parásitos, de Bong Joon-ho.
Es complicado no sólo el tema de Netflix, sino el de Hollywood, pretendiendo ser global, se olvida de ser estadounidense y lejos de aumentar las cinematografías de todo el mundo, las anula, premiando cosas que se hacen afuera.
El Adam Sandler, un diamante en bruto

Este fin de semana vi Diamante en bruto, una terrible comedia negra de los hermanos Ben y Joshua Safdie, donde Adam no sólo la protagoniza, sino es el que también ha elegido la historia, producida entre otros por Martin Scorsese.
¿No veremos esta vez a Sandler entre los Premios Razzie (los que se le dan a los peores actores?), sino elegido como uno de los mayores intérpretes en una película que no ha producido Netflix, pero que ahora la tiene entre sus favoritas.
Un joyero que es un jugador compulsivo, un hombre muy ligado a sus tradiciones y a su familia, pero roto el corazón por su amante (una bellísima y talentosa Julia Fox), un hombre orgulloso de ser padre, pero a la vez alejado de sus hijos, camina con su vida gastada por todo el filme y uno lo sigue hasta la escena final, que no contaremos por el spoiler, pero que a todos nos sorprende, inclusive a él.
¿No veremos esta vez a Sandler entre los Premios Razzie (los que se le dan a los peores actores?), sino elegido como uno de los mayores intérpretes en una película que no ha producido Netflix, pero que ahora la tiene entre sus favoritas.
Por ahí están Eric Bogosian (qué buen actor es también este gran dramaturgo), el basquetbolista que cree en los milagros Kevin Garnett y el músico canadiense The Weeknd, haciendo de sí mismos.
Adam Sandler ha vuelto a firmar con Netflix, donde hará cuatro películas más. Mientras tanto, yo trataré de ver Hazme reír, de Judd Apatow y Embriagado de amor, de Paul Thomas Anderson, donde dicen que él está genial.
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*Agradecemos a la autora de esta nota, su permiso para publicarla en Los Cínicos, su versión original se encuentra en el periódico cultural Maremoto Maristain.

Mónica Maristain. Nació en Argentina. Desde el 2000 reside en México. Estudió en la Universidad de Filosofía y Letras. En Argentina dirigió las revistas Cuerpo & Mente en Deportes y La Contumancia. Aquí dirigió la revista Playboy, para todo Latinoamérica. Fue editora del Universal y editora de Puntos y Comas. Ha publicado muchos libros, entre ellos los de poesía: Drinking Thelonious y Antes. Los dedicados a Roberto Bolaño, entre ellos El hijo de Mister Playa. Prepara su libro sobre Daniel Sada: el hombre que sabía bailar.