CINISMO OSCAREABLE
¿Los Oscar son los premios del capitalismo, de la tan mentada globalización?
Últimamente, ellos, que han fortificado todas sus fronteras, han derribado los límites y dicen lo que es bueno en México, lo que es bueno en Francia, lo que es bueno -sí o sí- en Corea del Sur.
Por Mónica Maristain

Hoy mucha gente está poniendo memes a raíz del “mal” comportamiento de Shia LaBeouf, criticado por “discriminar” al presentador en los Oscar. Mucha gente también se queja del discurso y sermón que dio Joaquín Phoenix al recibir su premio. Está el que no se olvida de la sorpresa de Eminem y hay quienes dicen que Salma Hayek está más gorda.
Yo hoy he pensando en el capitalismo salvaje, en la tan mentada globalización, en este absurdo despertar que he mirado los Premios Oscar y que nada, otra vez, me han dejado. Este mirarlo y criticarlo es algo que llevo desde mi adolescencia. Todavía recuerdo la bronca que me dio que la cineasta Kathryn Ann Bigelow se llevara el galardón por su terrible The Hurt Locker, donde descubríamos a Jeremy Renner, un actor que primero fue héroe de Marvel y luego alguien que espantó a la esposa.
Sin embargo, pocas broncas como las de anoche [el domingo, 9 de febrero]. Los Premios Oscar son definitivamente los premios estadounidenses, deben premiar al cine de allá, sin embargo, desde hace mucho tiempo, desde el tiempo del capitalismo, vienen marcando impronta y diciendo: esto sí, esto no.
Últimamente, ellos, que han fortificado todas sus fronteras, han derribado los límites y dicen lo que es bueno en México, lo que es bueno en Francia, lo que es bueno -sí o sí- en Corea del Sur. Hace poco leí una declaración de Jean Dujardin, tomándose con bastante tranquilidad la cantidad de periodistas que le preguntaban ¿Para qué había ganado el Oscar? (The Artist, 2011): “Yo soy un actor francés, agradezco haberme ganado el Oscar, pero no haré una carrera en Hollywood”, dijo el actual protagonista de la nueva película de Roman Polanski, El acusado y el espía, de la que obviamente Hollywood ni siquiera ha mirado.
Por supuesto, vivan los Oscar a Parásitos y a su simpático director Bong Joon-ho y más allá de si me parece más buena que The Irishman o Joker o Érase una vez en Hollywood, me pasó lo mismo que sentí cuando ganó Alfonso Cuarón por Roma. No tanto cuando obtuvo los mismos Oscar Alejandro González Iñárritu, porque él hace precisamente un cine estadounidense.
Ese estar recibiendo algo que no es nuestro, que no es propio y además festejando todo lo que hace a la fiesta del cine mundial.
Ahora bien. No me resulta tan patético el tema de los Oscar. Llegado el fin de semana ya nos olvidaremos de ello y hasta a Shia lo perdonaremos. Lo que es tremendo es esta cadena del capitalismo salvaje, que por vivir en Occidente, cada vez estamos más atados.
The irishman, la gran película de Martin Scorsese habla del asesinato de Jimmy Hoffa, a cargo de Frank Sheeran. Érase una vez en Hollywood, recrea los asesinatos de Sharon Stone por parte de unos hippies enviados con Charles Manson. La enorme película de Todd Phillips, Joker, clava la mirada en las enfermedades mentales, un drama que habría que mirar mucho en los Estados Unidos, a causa una y otra vez de las matanzas colectivas.
Por supuesto que está el mejor actor ahí, pero también hay un director que supo mostrarlo de un modo por momentos infartante.
No hubo candidatos negros ni candidatas mujeres en el rubro de mejor directora, algo que dejó muy bien aclarado la actriz Natalie Portman.
Muchos de los que adoran el cine dirán sabiamente que no miran los Oscar y en ese sentido, hay 6 millones de espectadores menos. Los Oscar 2020 reunieron a 23.6 millones de televidentes en su retransmisión de ABC, 6 millones de televidentes, el 20% menos, respecto al año pasado. Es cierto que muchos dicen que al no tener presentadores, es probable que la gente no lo vea. También es cierto que el cine, esa entelequia por medio la cual nos definimos, no esté en los Oscar.
Al menos, Estados Unidos no quiere mirarse. Quiere mostrar su gran conocimiento y tanta generosidad al disfrutar de una película independiente de Corea del Sur, pero poco quiere pensar en la cantidad de locos que hay por sus calles dispuestos a cargarse al personal del entorno. No quiere pensar en Charles Manson ni en el asesinato de Jimmy Hoffa, quiere conmoverse por Dolor y gloria, de Pedro Almódovar y demostrar lo muy abierta que es al dejar a Bong Joon-ho hablar en su idioma natal.
Este año también filmó Woody Allen, algo de lo que tampoco nos hemos enterado. ¿Es la moral del Oscar con la que se mueve el mundo?
Antonio Banderas lo decía: “Ya gané el Goya, frente al que estaba muy nervioso, en los Estados Unidos debe ganar Joker”.
Mientras tanto, aquí: ¿Qué pasa con el cine mexicano? ¿Se filman tantas películas y no las ve tanta gente? ¿Y los Ariel?
Ahora me iré a leer el libro de Mariana Enríquez, Nuestra parte de noche, que acaba de llegar y mucho me quedaré pensando en el Oscar, esa fiesta que es para el mundo ideado por un sistema que construye ese mundo. ¿Para el cine estadounidense? ¿Para el mexicano? ¿Para el español? Bueno, seguiré buscando, como siempre.
En la 92da. entrega de los Premios de la Academia, honorando a lo mejor del cine norteamericano e internacional, Guasón, de Warner Bros., obtuvo las estatuillas a Mejor Actor para Joaquín Phoenix y a Mejor Música Original para Hildur Guðnadóttir, después de haber conseguido 11 candidaturas.
Phoenix dijo “no sentirse por encima de cualquiera de sus colegas candidatos en la categoría o de cualquier otra persona en este foro, ya que compartimos el mismo amor: el amor por el cine.” Afirmó también que “esta plataforma me ha dado el mejor regalo, a mí y a todos los presentes, de darle una voz a los que no se pueden expresar y de luchar por varias causas.”
Minutos antes, la compositora islandesa/alemana Hildur Guðnadóttir había obtenido el Premio por Mejor Música Original, convirtiéndose en la primera ganadora mujer en 23 años. Durante su discurso de aceptación, exhortó “a todas las chicas, mujeres, madres e hijas que escuchan la música por dentro a que se expresaran. Necesitamos oír sus voces.”
También es cierto una cosa: no hubo candidatos negros ni candidatas mujeres en el rubro de mejor directora, algo que dejó muy bien aclarado la actriz Natalie Portman.
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*Publicado originalmente en Maremoto Maristain.

Mónica Maristain. Nació en Argentina. Desde el 2000 reside en México. Estudió en la Universidad de Filosofía y Letras. En Argentina dirigió las revistas Cuerpo & Mente en Deportes y La Contumancia. Aquí dirigió la revista Playboy, para todo Latinoamérica. Fue editora del Universal y editora de Puntos y Comas. Ha publicado muchos libros, entre ellos los de poesía: Drinking Thelonious y Antes. Los dedicados a Roberto Bolaño, entre ellos El hijo de Mister Playa. Prepara su libro sobre Daniel Sada: el hombre que sabía bailar.