DANDYS Y CÍNICOS

DANDYS Y CÍNICOS

Nuestro exceso de neoliberalismo

Resulta que ahora el exigirle al gobierno, con el presidente más votado en la historia de México, un mejor trato es no querer que se lleve acabo la autodenominada Cuarta Transformación, y que los medios de comunicación hagan su chamba, la de exhibir la pésima gestión del gobierno federal, es porque nos resistimos al cambio, una disculpa por estorbar en sus sueños presidente y los de su feligresía con confianza ciega incluida.

Por José Antonio Monterrosas Figueiras

«No es de sorprenderse que de nueva cuenta es culpa de nosotros ser tan desesperados por reclamar las largas filas y el desmadre con las vacunas. Gente de poca fe», así dice una amiga en Facebook, que vive en la Ciudad de México, sobre el primer día de la aplicación de las vacunas anticovid a los adultos mayores, en 333 municipios de los 32 estados del país con dosis de la AstraZeneca-Oxford que llegaron procedentes de India.

Hay testimonios, en diversos medios, de gente mayor que estuvo cinco o más horas haciendo fila para recibir la vacuna y supongo que se lo merecen, sobre todo con este gobierno y este presidente que ha sido el más votado de la historia de México y se llama Andrés Manuel López Obrador, y es que «amor con amor se paga», ¿verdad?

Resulta que ahora el exigirle al gobierno, con el presidente más votado en la historia de México, un mejor trato es no querer que se lleve acabo la autodenominada Cuarta Transformación, y que los medios de comunicación hagan su chamba, la de exhibir la pésima gestión del gobierno federal, es porque nos resistimos al cambio, una disculpa por estorbar en sus sueños presidente y los de su feligresía con confianza ciega incluida.

Me pregunto: ¿ésta es su brillante Cuarta Transformación? ¿400 mil muertos por covid y contando? ¿Más de 70 mil por la violencia? Y los feminicidios ahí, presentes, no se digan, etcétera. Díganme, con honestidad, en cuál rubro está bien México, ¿en cuál?

En el noticiero de este lunes de Ciro Gómez Leyva, un hombre de alrededor de los 70 años, que estuvo formado durante cinco horas —o más— para recibir la vacuna, le dijo a la reportera del noticiario de Imagen, unas cuantas palabras que deberían tomarse en serio aquellos que sienten que estamos en Nueva Zelanda o Dinamarca: «tanta gente junta en este momento de coronavirus es un crimen».

Y literal lo es, si consideramos que contagiados del nuevo coronavirus, sobre todo de personas con edades de alrededor de setenta años, bastan diez días para acabar muerto por asfixia. Lo sé porque amigos han perdido a sus familiares, padre y madre. La reportera de Canal Once, Saraí Campech, a finales de enero publicó una crónica, en primera persona, de su encuentro con el covid-19 a finales de diciembre del año pasado e inicios de este año nuevo: «un virus que me arrebató a mis padres. En pocos días nuestra familia cambió. Éste es un ejercicio de memoria para dejarles un tributo para ellos y una experiencia para otros», apunta Saraí en su doloroso relato. (La lista, Falsos negativos, 23 de enero de 2021).

Tarde o temprano alguien tendrá que pagar por tanta indolencia, porque sí, sí es un crimen esta situación y reclamar es ya lo mínimo que se puede hacer. Bueno, hasta la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, que no toca a su patriarca López Obrador ni con el pétalo de una crítica, pidió disculpas por los retrasos de las vacunas y el tiempo de espera. Seguro a ella también le pagaron los medios y la mafia del poder, ¿no?

La regeneración nacional lopez-obradorista y su purificación de la vida pública de México, nos está saliendo muy cara, y para acelerar su barata Cuarta Transformación, que ya huele a muerte, le cayó como anillo al dedo la pandemia.

Este gobierno no puede con su soberbia. Nomás rásquenle poquito para que conozcan las historias de terror que han vivido familias enteras con el tema covid. Y el gobierno y su presidente son corresponsables. Son más de 200 mil muertos, cifras conservadoras, claro. Dos estadios Azteca aproximadamente, ese estadio que Andrés Manuel López Obrador llenó en 2018 en su cierre de campaña presidencial.

Ojalá este gobierno «diferente» deje de ver a la pandemia como un botín electoral, porque entre más se tarden en vacunar a la gente, el virus cada vez se hará mas fuerte y a mayor número de contagios, mayor posibilidad de una nueva cepa, una cepa mexicana que las vacunas no podrá controlar. Sin embargo, dudo que lo hagan de manera distinta a como va, el presidente sin cubrebocas después de «enfermo de covid» lo dice todo.

Lo más patético sobre este tema tan elemental, es saber la razón por la que el presidente no da el ejemplo en usar un sencillo y franciscano tapabocas y es tan elemental como primitiva, porque esto le recuerda a la administración de Felipe Calderón —quien supuestamente «le robo la presidencia» en el 2006—, y ese «presidente espurio» —como lo llamó hasta el cansancio cuando se autonombró «presidente legítimo del pueblo»— ordenó el uso de la mascarilla en tiempos del H1N1, en marzo de 2009. Así lo dijo en una de las Mañaneras de febrero del 2020 Andrés Manuel López Obrador, cuando esto del covid era controlable y se podían evitar muchas muertes.

«No tenemos casos, afortunadamente no ha habido casos, que estamos actuando con mucha responsabilidad, que no vamos a cometer el error que se cometió en el gobierno. Se acuerdan que nos pusieron a todos [un tapabocas], no podíamos hablar. Eso no. Afortunadamente, repito, no tenemos problema y la fortaleza del virus, lo peligroso que es, no va acorde con todo lo que se ha manejado mundialmente», explicó el presidente, con una mueca burlona, a la pregunta de una reportera respecto a que la llegada a México del nuevo coronavirus era inminente.

La regeneración nacional lopez-obradorista y su purificación de la vida pública de México, nos está saliendo muy cara, pero para acelerar su barata Cuarta Transformación, que ya huele a muerte, le cayó como anillo al dedo la pandemia.

Habrá que ser fuertes para sobrevivirla, porque todo parece que esto se va a poner peor.

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José Antonio Monterrosas Figueiras es periodista cultural y cronista de cine. Es editor cínico en Los Cínicos. Ha colaborado en diversas revistas de crítica y periodismo cultural.

@jamonterrosas