CINISMO CRUJI-VALIENTE
Los heroicos tacos de Don Valerio
Muy pocas personas lo sabrán en realidad, pero la portada del disco Heroes de 1977, está inspirada en un curioso acontecimiento que el cantautor tuvo a principios de esa década en la Ciudad de México.
Por Antonio Romero

Muy pocas personas lo sabrán en realidad, pero la portada del disco Heroes de 1977, está inspirada en un curioso acontecimiento que el cantautor tuvo a principios de esa década en la Ciudad de México.
Corría el año de 1970 cuando se encontraba ensayando su participación a dueto con los Niños Cantores de Morelos y la Filarmónica Nacional para interpretar un concierto homenaje a Juan Gabriel, a beneficencia de los derechos de Lxs Niñxs trans. Todo esto en el marco del mundial de futbol celebrado en el país.
Al calor del ensayo, las copas y una que otra juventud inquieta que se había colado para presenciar un poco de lo que su ídolo estaba preparando, el divo de Brixton salió a la par del diablo del Auditorio Nacional.
Después de caminar un rato y darse cuenta que le iba a tomar un par de horas llegar a pie a su hotelucho en Tlalpan, decidió parar en el pequeño y pintoresco puesto de Don Valerio, ubicado a borde de banqueta sobre la avenida Zacarías Rico. La laminera, ofrecía en cartulinas fosforescentes una gran variedad de tacos, desde los tradicionales de pastor y suadero hasta algunos más sofisticados como los de cabeza con beso de ángel; extraña la combinación entre carne y nieve, pero un deleite al paladar.
Lamentablemente por el día y horario, casi las 4 de la madrugada de martes, Don Valerio sólo podía ofrecer los clásicos de tripita en sus distintos términos. Por no hacerle el feo al hombre que amablemente lo había recibido, decidió darle una oportunidad a un platillo que le sonaba tan desagradable. Acostumbrado a los finos cortes de carne de su natal Londres, solicitó su taquito término rojo inglés….
Bowie no pudo evitar hacer una leve cara de hastío en cada una de las tres mordidas que duró su taco. Inconforme con el producto decidió retirarse después de esa pobre degustación culinaria.

Bowie no pudo evitar hacer una leve cara de hastío en cada una de las tres mordidas que duró su taco. Inconforme con el producto decidió retirarse después de esa pobre degustación culinaria.
Don Valerio, quien desde un principio había reconocido al aclamado (años atrás, había sido el mecánico de confianza de la nave del Major Tom), le pidió que no se retirase de manera tan apresurada y le permitiese prepararle una orden de tres taquitos condimentados al gusto del chef.
«Don Bowie», le dijo, «no me haga el gacho, va a ver cómo le va a encantar la manera en la que le voy a hacer la tripita». Ante tal oferta, Don Bowie no pudo más que aceptar la invitación y de nuevo tomó asiento en su banquito de plástico amarillo. Don Valerio se amarró el cabello, porque lo traía como la Trevi, subió la temperatura del disco y se dispuso a freír la tripita hasta dejarla más dorada que el matrimonio Moreno Valle.
Después de escarchar el reluciente cobre de la tripa con: cebolla, perejil y unas ramitas de cilantro; Vale (como le decían las amistades) bañó cada taquito -con copia, obviamente- de una especialidad de salsa distinta: roja de guajillo (hirviente y espumosa como los ríos del infierno); verde de aceite y martajada (esa con cebolla, tomate y cilantros cuasi enteros, apenas arañados por las aspas de la licuadora).
Ofreciendo los sagrados en un plato que combinaba con el banquito, Vale se retiró para permitir que el sabor hiciese el amor con la lengua del ídolo… «Qué pedo mi Deivid», preguntó Vale de manera afirmativa con un exceso de confianza, «sí estuvieron buenos, ¿¡verdad!?»
Don Bowie, que estaba clavando colmillo chueco al tercero… sí, el de salsita martajada, apenas pudo asentir con la cabeza. El éxtasis que su cuerpo estaba experimentando debido a la tripita, no lo dejaba articular palabra alguna. Con una sonrisa y un alivio de satisfacción en el corazón, Don Vale pronunció un plácido: provecho, al que Don Bowie con lágrimas en los ojos, no pudo responder más que con la ya mítica pose plasmada en este maravilloso álbum.

Algunos pensarán, porque el mainstream nos lo ha vendido como tal, que la canción homónima al LP es una historia de amor entre un hombre y una mujer que coinciden en el Muro de Berlín. La realidad es que, si bien se trata de una anécdota romántica, dista mucho de haber sucedido en Alemania; «Heroes» es una canción dedicada al día en que David Bowie probó y se enamoró de los tacos de tripita bien dorada… deliciosa tripita de Don Valerio.
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Antonio Romero es dibujante, escritor y crítico musical, nacido en Cuernavaca, Morelos. Adora los tacos de tripita de Don Valerio.