CINISMO AVEJENTADO
Un documental sobre la incierta y grisácea vejez
La vejez es la antesala de la muerte, pero es necesario recordarnos que esa antesala aún es vida. El retrato de esos años en espera, es lo que vemos en el documental Cuando cae la noche del director J. Daniel Zúñiga.
Por Johanna Aguilar Noguez
Estoy hoy vencido, como si supiese la verdad.
Estoy hoy lúcido, como si fuese a morirme,
y no tuviese más hermandad con las cosas
que una despedida, volviéndose esta casa y este lado
de la calle
la hilera de vagones de un tren, y una partida pitada desde dentro de mi cabeza,
y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos en la ida.
-Tabaquería, Álvaro de Campos.
La vejez es la antesala de la muerte, pero es necesario recordarnos que esa antesala aún es vida. El retrato de esos años en espera, es lo que vemos en el documental Cuando cae la noche del director J. Daniel Zúñiga. Habla de tres hombres que han recorrido la mayoría del trecho de su vida y se encuentran ahora en la senectud, esta etapa que no es bien vista por el total de la sociedad, pues además de que nos recuerda lo mortales que somos, se piensa que los ancianos ya no tienen mucho que aportar a la sociedad.

Sin perder la sensibilidad hacia el sufrimiento y tratando con respeto y calidez a los personajes, con una edición episódica en un inicio se retrata a José La Curra, un hombre dicharachero, quien deja ver la nostalgia por el deseo de dibujar, que se ve opacado por el deseo de embriagarse, así lo vemos ir entre las cantinas, papelerías, la casa de su hija o su casa. Con La curra el espectador simpatiza de forma inmediata, su trato es abierto y como de confidencia, pareciera que comparte secretos con la cámara por ende con el espectador. En este episodio, hay una escena en la que José en estado de ebriedad, se ve obligado a dormir en una camioneta prestada y es desgarrador como despierta en medio de una tormenta y trata de incorporarse y ver lo qué sucede a su alrededor, para finalmente volverse a acurrucar con sus huesudas manos y piernas para nuevamente conciliar el sueño.

En el segundo episodio nos encontramos con Víctor, un hombre que a pesar de los acontecimientos en los que ha sido abusado y lastimado, sigue depositando su credibilidad en el sistema de justicia y en las figuras políticas, esto lo hace aguerrido y directo en las declaraciones sobre la denuncia de actos criminales ambientales en su región. Sin embargo conforme avanza la película y vemos recortes de periódicos, actas de denuncia, papeles apilados en su mesa y algunos desbordándose de los cajones, nos percatamos que Víctor es presa del mal de archivo que padece nuestro sistema de justicia y también nuestra sociedad. El rostro y cuerpo de este personaje se ven maltratados, quebrados, cansados, sin embargo cuando alguien necesita de sus servicios médicos, él saca aliento de su juventud y atiende al enfermo, le procura, le escucha y trata de sanar su propio dolor en el dolor de los otros. La escena que llamó mi atención es cuando al caer la noche el doctor se encuentra en la soledad de su habitación preparándose para dormir y ya sobre la cama aterido por el cansancio e impedido en la movilidad toma un palo y se estira para apagar la luz, es profundamente conmovedor lo que hacemos para seguir viviendo.

Habla de tres hombres que han recorrido la mayoría del trecho de su vida y se encuentran ahora en la senectud, esta etapa que no es bien vista por el total de la sociedad, pues además de que nos recuerda lo mortales que somos, se piensa que los ancianos ya no tienen mucho que aportar a la sociedad.
JOHANNA AGUILAR NOGUEZ
Al final conocemos a Braulio, quien es familiar del director y por esa razón le permite capturar momentos y detalles más íntimos, entonces vemos como la cámara registra un par de ganchos sobre la cama colocados del lado de la esposa fallecida, la foto de la esposa en la repisa, el reflejo de Braulio dando de comer a su perro, Braulio en calzoncillos en mitad de la noche bebiendo agua. El protagonista es una persona de paso cansado pero que tiene el aliciente de su familia que lo visita y que se preocupa por él, padece ciertos malestares que lo llevan a visitar nuestro nada agradable sistema de salud y en el que la conversación que se sostiene deja ver la dureza del trato, la resignación a la negligencia y a la falta de aparatos de laboratorio. Para este protagonista la vida pasa sin prisa, pasa agarrada de los recuerdos y de su vivencia una y otra vez, pero también por momentos pasa en el ahora cuando desde la puerta despide cariñosamente a su hija y a su nieta y se queda con la promesa de que volverán pronto a visitarlo.

Respecto a la producción, la secuencia de imágenes de los tres episodios es acertada, muestran características y testimonios sutiles sobre la vida de los protagonistas, envuelven el documental en un ambiente incierto y grisáceo como lo es la vejez pero también por momentos esas imágenes son coloridas, esperanzadoras.
La estética de los espacios elegidos resulta atinados para transmitir al espectador, el recuento de años y el recabar de las experiencias de vida. La ciudad de Torreón se muestra, cansada y llena de recovecos grises pero no por ello deja de tener belleza, en general se muestra una estética bien pensada y coordinada con la arquitectura de la ciudad. Al margen de la producción cinematográfica, el director tiene el acierto de elegir un tema difícil y poco llamativo para el público, pero que él considera necesario abordar porque no podemos dejar de lado que un día vamos a llegar a esa etapa.
Es preciso mencionar que Braulio es el único de los protagonistas que está vivo, José y Víctor murieron durante la pandemia. Sólo hay una cuestión sobre el título Cuando cae la noche, pues ya existe otra película dirigida por Patricia Rozema que se titula igual. Creo que este es un detalle pero que es importante y que debía cuidarse al tratarse de una Opera Prima.
C

Johanna Aguilar es psicoanalista, maestra y escritora. Actualmente vive en Guadalajara, Jalisco.