DANDYS Y CÍNICOS
Brenda Ríos, entre viajes, cocteles y libros
Hace un lustro que el autor de esta nota no cubría la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y al volver se encontró ahí a Brenda Ríos, quien presentó su libro Hombres de verdad (Turner), el mismo que ya conocía desde la Ciudad de México. Hoy Brenda ya está en otra ciudad, en algún momento el periodista le preguntó a la acapulqueña si los «hombres de verdad» sobrevivirán al feminismo y así fue como respondió.
Por José Antonio Monterrosas Figueiras

Hace un lustro que no cubría la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El año pasado vine a finales de noviembre a esta ciudad a presentar un libro de cuentos largos de un escritor peruano de la editorial mexicana de Nahum Torres llamada Ediciones Periféricas. Ni por ser Perú el país invitado en la FIL tocó reportearla, pues la presentación no tenía que ver con ésta. La noche del martes, luego de pasar por mi gafete de acreditación, me reencontré con Nahum en un cóctel, en el stand de Cataluña, dentro de la feria y ahí conocí a unos editores peruanos. «En los cocteles se conoce a todos y se llega a acuerdos», me expresó uno de ellos, mientras brindamos.
Así fue como hace tiempo, gracias a la cronista Georgina Hidalgo -mi querida Vodka Naka-, se fundó una amistad con la escritora Brenda Ríos en la Ciudad de México, quien además de prolífica escritora es cinéfila, ha escrito sobre el cineasta griego Theo Angelopoulos, de quien también fui un clavado espectador. Descubro con sorpresa su texto de dedicado a «La eternidad y un día», en Función privada: Los escritores y sus películas, editado por Georgina Hernández Samaniego, quien reunió veintiocho escritores y su experiencia con el cine por allá del 2013.
En esta ocasión, Brenda venía con Nahum para beber también unas margaritas. Esa tarde, la autora de otros libros como Raras: Ensayos sobre el amor, lo femenino, la voluntad creadora, había mostrado ante la sociedad tapatía su libro Hombres de verdad. Una mezcla entre crónica personal y ensayo sobre su lectura de los dictadores-escritores del boom latinoamericano, con los cuales creció. Aunque no pude estar en su presentación, porque tenía tres horas de haber llegado a Guadalajara, sí estuve hace unas semanas en la Ciudad de México en otra presentación de esa nueva obra de la acapulqueña, en la librería feminista U-tópicas, que terminó en el bar «Doña Chela», en Coyoacán, que tiene un baño para hombres con un letrero que dice «Dones», le dije a Brenda que su libro debió titularse: Dones de verdad. Ella ríe, me dice que hubiera estado poca madre y brinda conmigo.
Luego de ello nos vimos en Cineteca para ver una película restaurada de Antonioni, que forma parte de la Muestra Internacional de Cine de este año, Desierto rojo, la historia es sobre un mujer loca y hermosa que anda con su hijo pequeño un pueblo donde está su esposo trabajando, Brenda le causó cierta gracia en cómo a las mujeres las retrataban así en el cine, aunque asume claro que era otra época, mediados del siglo pasado. Honestamente no entiendo por qué Cineteca Nacional restauró esta película supongo que por la belleza de Monica Vitti. Terminamos bebiendo unas cervezas en la cafería 8 y medio. Quedamos que nos veríamos en una fiesta el siguiente sábado pero eso nunca llegó. Brenda tenía que viajar. Brindamos. Siempre terminamos así.
En su libro se lee que Ernest Hemingway sin duda es el referente de los escritores latinoamericanos del boom. «Cazador, mujeriego, alcohólico, es el ejemplar salido del catálogo de los muy hombres«. Hemingway se fue a España durante la Guerra Civil y tenía este porte de saber enfrentarlo todo. «Un actor pagado de sí, en una película de acción con un dejo de elegancia», apunta Brenda Ríos, para luego profundizar: «Los escritores del boom, ese fenómeno editorial que se exportó de manera tan exitosa, creerían a pies juntillas en ello. Faulkner, Hemingway, no sería solo la influencia por escrito sino en personalidad. El escritor del boom es cosmopolita, atrevido, hombre de mundo y dueño de sí mismo. Nada mal para los héroes de nada, de países que surgían de ruinas de piedra para ser modernos e industriales».

Parece que algo sigue perviviendo del boom en nuestro cotidiano. Brenda, Nahum y yo agarramos un uber para seguir celebrando. Ahora vamos a Impronta, una librería-galería y editorial cerca del Centro de la Ciudad, en la calle Penitenciaría, donde habrá otro bendito cóctel, que pronto se volverá fiesta. Volvimos a brindar.
No vuelvo a ver a Brenda durante la FIL, pero esta mañana recibo un mensaje por Whats de ella que dice: «Ecos de la FIL. Ese mueble fue el ganador del área de descanso 😛😎🙈». Lo acompaña una foto con una mujer sentada en un sillón que parece una lengua, mientras mira su celular. «Ya no te vi pero qué bien la pasamos. Abrazos».
Brenda ya se encuentra en otra ciudad. En algún momento le pregunté si los hombres de verdad sobrevivirán al feminismo, «Claro. Son las cucarachas del apocalipstick», me responde.
Luego, poniéndose seria y reflexiva, agregó: «Si son de verdad cederán terreno y serán críticos consigo mismos. No hay de otra. No podemos seguir concibiendo el mundo dividido en guetos de género».
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