REPORTE CÍNICO / FIL GUADALAJARA
Llorar a carcajadas con Franco Félix
Lengua dormida oscila entre la risa y el llanto, que la obsesión y el capricho que Franco Félix sentía por escribir sobre su madre, casi absorto en un trance de locura creativa, se tornaron en la comprensión de que es necesario soltar aquello que es “profundamente íntimo” y “a desenamorarse” no sólo de la vivencia emocional, sino también del proceso de escritura y la ardua corrección del texto.
Por Roberto Estrada

“No existe un manual para confrontar el duelo”, me dice Franco Félix durante una entrevista que le realicé en su estancia en Guadalajara por la Feria del Libro. Y no queda duda de que está convencido de ello cuando lo pone en total práctica, de principio a fin, en su novela Lengua dormida (Editorial Sexto Piso), en la que decidió abismarse en el misterio que fue su madre.
Es así que el método de exploración narrativa del escritor sonorense ha sido el humor, porque si algo tenía en mente al concebir su más reciente obra y quizá la más difícil de crear, era que quería construir una novela delirante en la que se mezclara el llanto con la risa, como si hubiera echado mano de la mente de un esquizofrénico para intentar darle forma y sentido a una historia de vida que él mismo no ha terminado de entender, porque al final –y aunque parezca evidente ahora para él– no se trataba de solucionar un asunto de estilo, sino de asimilar la muerte de un ser querido.
Si esto ha resultado así es porque como me lo expresó Franco Félix, el dolor sin humor es incomprensible y así como es necesario en el luto, también lo es en muchos otros espectros de nuestras vidas, porque sin duda es una manera de exorcizar nuestros miedos y también de lavar nuestros remordimientos y resentimientos.
Pero es gracias a que Lengua dormida oscila entre la risa y el llanto, que la obsesión y el capricho que Franco Félix sentía por escribir sobre su madre, casi absorto en un trance de locura creativa, se tornaron en la comprensión de que es necesario soltar aquello que es “profundamente íntimo” y “a desenamorarse” no sólo de la vivencia emocional, sino también del proceso de escritura y la ardua corrección del texto
ROBERTO ESTRADA
Hay que decir que el mood de la novela se alimenta de la visión y la idiosincrasia mexicana, así que al leerla se asiste a una suerte de película melodramática nacional donde de manera un tanto folclórica los personajes pasan frente a nosotros, sin saber a veces si lloran o se carcajean de la desgracia.
Pero es gracias a que Lengua dormida oscila entre la risa y el llanto, que la obsesión y el capricho que Franco Félix sentía por escribir sobre su madre, casi absorto en un trance de locura creativa, se tornaron en la comprensión de que es necesario soltar aquello que es “profundamente íntimo” y “a desenamorarse” no sólo de la vivencia emocional, sino también del proceso de escritura y la ardua corrección del texto.
Este desprendimiento de párrafos y páginas para seguir adelante como si fueran pedazos inertes de la existencia que se arrojan al lado del camino, redondean la catarsis que plantea el libro desde el humor. Una catarsis aristotélica porque purifica los afectos, pero también desde una escenificación brechtiana por su distanciamiento con el sentimentalismo.
Sea como sea, el lector es quien decidirá el efecto logrado, porque dice Franco Félix “yo no vengo a enseñarles cómo llorar a la madre”.
C

Roberto Estrada es licenciado en Letras y diplomado en Historia del Cine por la Universidad de Guadalajara, además de diplomado en Historia del Arte por la Universidad Anáhuac. Ha sido periodista cultural en diversos medios locales de Guadalajara. Es miembro del Taller de teatro de Eduardo Villalpando, y se desempeña como bibliotecario de la Orquesta de Cámara de Zapopan.