CINISMO MADERABLE

Historia de un muñeco, según Guillermo del Toro

Pinocho de Guillermo del Toro, es fiel a la historia original pero tiene toques especiales que la convierten en una experiencia única, compuesta por el espectador, la producción y la música. Es un filme que se arriesga a hacerse las preguntas más peligrosas sobre la existencia, el amor, la rebeldía, la inmortalidad y la paternidad.

Por Johanna A. Aguilar Noguez

Incendiario, el Pinocho preguntón.

Tanto y tanto se ha escrito y se ha dicho, tantas y tantas conferencias y mesas redondas sobre la película Pinocho de Guillermo del Toro, que este podría parecer un escrito ocioso, sin embargo y a sabiendas de eso, quiero escribir  sobre esta película pensando en lo que escuché decir al maestro Jorge Ayala Blanco: “Esa idea de la reflexión (escrita) es una forma de liberación, me estoy liberando de las películas, de esa carga emocional que me provoca una película” y es que la versión del muñeco mentiroso de madera que realizó el querido y admirado Guillermo del Toro en codirección con Mark Gustafson, es una película que nos muestra desde la necesidad de preparar a los niños para un mundo rodeado de peligros y creencias, es una producción que muestra el lado oscuro de la inexistencia y de la muerte.

Ahora bien, para hablar del origen de la película tenemos que mencionar al escritor italiano Carlo Collodi, quien inicia a escribir la primera entrega del niño de madera mentiroso en 1883 y lo hace para un semanario siendo el primer título: Historia de un muñeco, la cual era una sátira social, como dato anexo se dice que el autor ingreso a la Masonería a mediados del siglo XIX y que plasmó en la historia algunos simbolismos. Sin embargo la historia del niño de madera mentiroso que luego se vuelve un niño de verdad,  alcanza su punto más alto de popularidad cuando en 1940 (durante la segunda guerra mundial) Walt Disney Production  la lleva a la pantalla grande con el nombre de Pinocho y así se restreno seis veces (1945, 1954, 1962, 1971, 1978, 1984 y 1992), no pasará lo mismo con la de Guillermo del Toro, gracias a las plataformas de streaming, por lo que podremos verla, reverla y revivir la experiencia las veces que lo deseemos.

Es posible iniciar hablando de la película como un encuentro de voces que dialogan sobre la existencia,  la muerte, la ausencia tanto de personas como de creencias, el dolor, la sanación, la redención y la desobediencia. Desde la primera escena de Pinocho, se nos anuncia el principio de un viaje iniciático mediante la toma de acercamiento a la piña del árbol, después este elemento natural se convierte en el símbolo del vínculo que surgirá entre los personajes principales.

A las mentiras también les salen flores.

Como para nadie resultará un spoiler decir que el hijo de Geppetto muere, pues lo digo: el hijo de Geppetto muere pero a diferencia de otras versiones, en ésta se nos hacen explicitas las insoportables y devastadoras injusticias que se viven en la violencia de la guerra.  Entonces ese hombre canoso y mayor que ya ha experimentado la pérdida de su esposa, tiene que volver a transitar por el camino del duelo, lo cual es devastador pues para permitirse vivir el dolor de la muerte de su hijo se alcoholiza y entonces de ser aquel hombre respetado y querido por el pueblo, empieza a ser agresivo y aislado, las escenas referidas a esta parte nos exponen lo difícil que es para él tener que lidiar todos los días con la ausencia, tocando los objetos que le pertenecían, volviendo a los lugares de alegría compartida, en cada gesto de dolor y desesperación del personajes sentimos el peso de la ausencia y comprendemos que tiene más poder que la presencia misma. Una ausencia forma y determina nuestro actuar, una ausencia al final es una presencia fantasmática. Esta parte es la aportación de Del Toro, pues en las versiones anteriores no tenemos este antecedente de la vida de Geppetto como padre y esposo.

Desde la primera escena de Pinocho, se nos anuncia el principio de un viaje iniciático mediante la toma de acercamiento a la piña del árbol, después este elemento natural se convierte en el símbolo del vínculo que surgirá entre los personajes principales.

Johanna A. Aguilar Noguez

En la historia en general y en la película en particular, es claro que Pinocho desde que viene al mundo no coincide con su cuerpo de madera, por eso no lo puede controlar, se le doblan las rodillas, tropieza, se contorsiona, tumba lo que le rodea, pero además ese cuerpo es su delator pues dice lo que él no quiere decir: le crece la nariz, se le cierra la boca, tiembla pese a la rigidez de la madera. Dentro de esta temática hay una escena que me parece aterradora (y que me incomodó durante toda la película) es cuando el niño de madera, invitado e incitado por otro niño de verdad a acercarse al fuego, se acerca tanto que se quema los pies y es que para Pinocho la palabra fuego no le significa nada aunque oralmente la pueda reproducir por eso de igual forma repite libro, escuela, sin saber qué son esas cosas o esas palabras, por eso queda con un par de muñones por piernas y estar tan tranquilo mientras Geppetto lo mira horrorizado y le promete arreglarlo al día siguiente. Así después vemos los muñones de Pinocho volar por los aires al ser cargado por su padre, lo vemos también acostado sin pies siendo arropado por su padre y tal como lo dijo al día siguiente, su padre reconstruye unos pies que le amarra con unas vendas. Esa escena me pareció de lo más escalofriante y me angustió la fragilidad visual que me representó esa nueva corporalidad de Pinocho, pero también deja clara la necesidad que se tiene del otro: Padre Geppetto, grillo Sebastián J., mono Spazzatura y las esfinges (en este caso), para mirar, para apropiarse del cuerpo propio.

Me pareció interesantísimo el gesto de Sebastián J. que al encontrar su hogar en el orificio del árbol que después sería el corazón y cuerpo de Pinocho, cuelga el retrato de A. Schopenhauer. Esa acción y el bigote nos dicen que estamos frente a un grillo intelectual con filiación a la filosofía idealista del pensador alemán. En consonancia con este acto de presentación buena parte de lo que le espera a Sebastián son intervenciones que avisan a Pinocho sobre el dolor de vivir, a veces insoportable y otras soportable; gracias al humor o a eventos que producen risa, aquí es admirable el tino de la producción de colocar un gag en lugar de una explicitación absurda del sufrimiento.

Pepe Grillo, «el Grillo Intelectual», colgando el retrato de Schopenhauer.

En la parte técnica que realiza Mark Gustafson, el trabajo de stop motion: animación fotograma a fotograma que requiere de una pericia artesanal; para luego ser animada mediante la tecnología, tiene un valor extra, pues le da un toque en cierta medida anacrónico. La creación de la historia de una marioneta, no podía ser de otra forma que con marionetas, así todos estaban visualmente en el mismo plano para el espectador.

Pinocho 2022 de Guillermo del Toro, es fiel a la historia original pero tiene toques especiales que la convierten en una experiencia única, compuesta por el espectador, la producción y la música. Es un filme que se arriesga a hacerse las preguntas más peligrosas sobre la existencia, el amor, la rebeldía, la inmortalidad y la paternidad.

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Johanna Aguilar es psicoanalista, maestra, escritora y crítica de cine. Vive en Guadalajara, Jalisco.