DANDYS Y CÍNICOS

La guía ética del escritor mordaz

Ahora sabemos que Guillermo Sheridan no sólo detesta la palabra plagiar, sino también odia las palabras recitar y motivar. Esto lo supimos la tarde del jueves, 16 de febrero, en el ágora de la biblioteca del Iteso, cuando el escritor dialogaba con el periodista Iván González en la charla: “Crónica: la mirada de un escritor”.

Por José Antonio Monterrosas Figueiras

A mi madre, Carolina Figueiras, otro año sin ella, en su cumpleaños.

«Perdonen que no me levante«. Foto: José Antonio Monterrosas Figueiras.

Ahora sabemos que Guillermo Sheridan no sólo detesta la palabra plagiar, también odia las palabras recitar y motivar. Esto lo supimos la tarde del jueves, 16 de febrero, en el ágora de la biblioteca del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente, mejor conocido como Iteso, cuando el escritor dialogaba con el periodista Iván González en la charla: “Crónica: la mirada de un escritor”.

“La poesía no se recita, la poesía se dice”, le revira tajante a González cuando le pregunta sobre los versos que le gusta “recitar” al también académico y periodista. “Recitar es una palabra pastelera”, explica Sheridan, mientras hace un gesto de desaprobación. En otra pregunta que le hace el entrevistador, saca a relucir esa palabrita florida que los periodistas solemos utilizar con los que conversamos: “¿qué te motiva…?” El hombre de la genialidad mordaz en su literatura y su plática, responde que “motivar es una palabra taaan desagradable”.

Y hablando de esa otra palabra que hace que Sheridan se encabrone absolutamente que es “plagiar”, habrá que decir que mientras se paseaba el autor de libros como Allá en el campus grande o El hablador y el cojo por Guadalajara Capital Mundial de Libro 2022-2023, la ministra pasante Yasmín Esquivel que el escritor la denunció en el sitio informativo Latinus, el pasado 21 de diciembre,  por plagio de tesis de licenciatura a Édgar Ulises Báez Gutiérrez, se estaba amparando contra el Comité de Ética de la UNAM que está revisando su caso, pues al parecer la ministra quiere blindarse contra cualquier resolución -o sanción-.

En Guadalajara, lugar donde se realiza esta celebración libresca organizada por la Unesco, Sheridan vivió parte de su niñez. Como recordando al poeta Cesare Pavese, fue ahí donde se enamoró y vivió “la primera experiencia del desastre”, donde vio por primera vez a una mujer desnuda y donde conoció la amistad verdadera. Pero ha quedado lejos esa ciudad que “huele a limpio” y “a rosa temprana”, como entonan los mariachis, pues ahora para Sheridan «es un estacionamiento infinito lleno de torterías en cada esquina».  El siempre afable Martín Solares, director general de Guadalajara Capital Mundial del Libro, advirtió al principio de la charla, que ésta es la primera salida pública de Guillermo Sheridan, después de la cuarentena por la pandemia. Estar presente en este encuentro, pienso yo, con el crítico feroz al poder, como el que se realizó en este monstruo lleno de vehículos y tortas ahogadas, es una suerte para mí y una fortuna.

En Guadalajara, lugar donde se realiza esta celebración libresca organizada por la Unesco, Sheridan vivió parte de su niñez. Como recordando al poeta Cesare Pavese, fue ahí donde se enamoró y vivió “la primera experiencia del desastre”,  donde vio por primera vez a una mujer desnuda y donde conoció la amistad verdadera. Pero ha quedado lejos esa ciudad que “huele a limpio” y “a rosa temprana”, como entonan los mariachis, pues ahora para Sheridan «es un estacionamiento infinito lleno de torterías en cada esquina». 

JOSÉ ANTONIO MONTERROSAS FIGUEIRAS
Guillermo Sheridan en «un estacionamiento infinito con torterías en cada esquina» llamado Guadalajara. Foto: José Antonio Monterrosas Figueiras.

Durante su conversación, Sheridan dejó la Coca Cola light a un lado y tomó un libro de los que se encontraban en la mesa que estaba frente a él, es el libro de crónicas Viaje al centro de mi tierra (Almadía, 2011), y como una manera de demostrar que ha criticado a gobiernos anteriores al encabezado por Andrés Manuel López Obrador, leyó Diatriba contra ricachones: “Entre las marchas y manifestaciones, huelgas y plantones, bloqueos y barricadas; entre el esputo de los demagogos, la morriña de los diputados, los balbuceos de los gobernantes, los alaridos de los líderes sindicales, la alharaca de los mesías, el tartamudeo de los gobernantes, los ricachones eligen yate. El rico que no piensa al levantarse qué puede, debe hacer por México no es rico, es ricachón. El depredador que urde estrategias para no pagar impuestos no es rico, es ricachón. (…) Según el Sistema de Administración Tributaria hay empresas que defraudan al fisco pagando acaso el 1,7% de sus ingresos acumulados. Ricachones. Una amenaza para México. En los países en los que ya no hay nada que robar –decía Wolinski– es donde más abundan los ladrones”. Luego de esta lectura que terminó con aplausos, Sheridan se percató que fue un desahogo este acto y recuerda que cuando lo escribió: “Estaba muy enojado, ahora estoy enojado mucho más”. Vinieron las risas.

Como es lógico, tuve la oportunidad de estrechar la mano del escritor y de conversar con él un par de minutos sobre su lúcido oficio literario y sobre su afrenta desde la cultura, a este gobierno plagiador que dijo en algún momento de este encuentro: “son como su propia sátira, lo que no causa risa». Sheridan vive en Estados Unidos con su esposa “y su hijito”, desde allá realiza trabajo para las oficinas de la UNAM en ese país. «Me insultan los bots del Líder Supremo, que dicen que soy un aviador, un aviador que solo ha publicado 44 libros», me comenta irónico, con su tradicional escepticismo y sarcasmo que podemos leer en sus columnas de El Universal, en sus ensayos en Letras Libres y en sus libros.

Yo llevo uno de ellos, es del 2014 y se llama Toda una vida estaría conmigo. Ahí reúne “crónicas personales, donde cuenta sobre sus obsesiones, sus amigos, la literatura, su amor/odio a la Ciudad de México y entre otras cosas, sobre lo gordo que le caen los dictadores”. Le pido que lo firme, a Sheridan le gustó mi segundo apellido, así que pone algo referente a él, mientras hablamos de Galicia y de Portugal: «Para mi buen amigo ‘Figueiras’ camarada galaico».

En ese libro leo una interesantísima crónica titulada: Hacia un estiércol nacional, que comienza sobre el problema del desagüe de la Ciudad de México, lugar en donde seguro ya está Sheridan antes de volver a Estados Unidos, y que termina con versos de uno de los poetas que le gusta “recitar” y que ha estudiado, Ramón López Velarde. Éstos son de La suave patria y dicen: “El niño te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo”. Sheridan, luego de una disertación repleta de coprofilia advierte que: “Siempre que arrecian las disputas por el petróleo la gente se pone a citar solemnemente el segundo verso. No. Hay que fijarse en el primero. El visionario López Velarde vio el verdadero oro: ¡el oro está en el establo!”

Un grupo de seguidores de Sheridan. Foto: Julieta Salgado.

El editor de la revista Replicante y maestro en el Iteso, Rogelio Villarreal, con quien tuve la oportunidad de compartir este momento, igual que con los periodistas Ángel Melgosa y Gerardo Lammers, así como con la poeta Mariana Pérez Villoro y la académica Lilián Solórzano, entre otras personas, contó una increíble historia Sheridiana en su Facebook luego de este encuentro, que bien vale la pena dejar aquí.

Dice Rogelio: “Guillermo Sheridan nos contó que una vez en Dublín entró a un pub y pidió una cerveza. El bar tender, borracho, le dijo: Claro, Billy. Guillermo le preguntó: ¿Cómo sabes que me llamo Billy? El cantinero se rio. En serio, insistió Guillermo. Soy mexicano y es la primera vez que vengo a este bar. Caray, es que eres igual a Billy… Lo mandó a llamar, pues el otro Billy estaba por ahí. Cuando llegó vio que eran casi iguales, pero lo más sorprendente es que también se apellidaba Sheridan…”

Buenos momentos entre maestros y amigos, algunas  palabras y risas se quedaron ahí y en las fotos. Pensar que ya no iba a ir porque me dijeron que Sheridan no quería hablar de política. Eso me tenía un tanto preocupado del maestro, pues si de alguien he aprendido que desde la cultura se puede criticar al poder, ese es Guillermo Sheridan, y vaya que desde ahí puso un madrazo -y no pintado- monumental a la Cuarta Transformación, de Andrés Manuel López Obrador, con la denuncia de plagio de la ministra favorita del presidente, Yasmín Esquivel, esposa de su constructor favorito, José María Riobóo, que la llevó a no presidir la Suprema Corte de Justicia. Sí, el presidente es un ser muy vengativo, aunque dice él que no sabe odiar, tampoco mentir, robar, ni mucho menos traicionar.

Pero ya lo saben, amiguitos: “no recitar, no motivar y no plagiar”.

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José Antonio Monterrosas Figueiras es periodista cultural y cronista de cine. Es editor cínico en Los Cínicos. Ha colaborado en diversas revistas de crítica y periodismo cultural. Conduce el programa Cinismo en vivo.