De recuerdos volátiles en Facebook y el cine paradójico de Ridley Scott

Hace dos años publicaron un ensayo sobre Ridley Scott en Icónica y la dirección donde podía leerse no funciona, porque la revista ya no es parte de la Cineteca Nacional desde inicios de este año —dónde quedó esa memoria—. Lo que parece trivial, me llevó a repensar las palabras finales de Roy Batty en la película de culto Blade Runner.

Por José Antonio Monterrosas Figueiras

Ridley Scott. Foto: www.latimes.com
Ridley Scott. Foto: http://www.latimes.com

Llegó a mi Facebook un recuerdo publicado hace dos años en el que cuento, a los amigos de esa red social, que la revista Icónica trae un ensayo sobre Ridley Scott escrito por un servidor.

Al entrar a la dirección, donde se supone que está anidado el texto, sólo se ve una página en blanco con un anuncio en inglés que dice que ya no existe ese documento. Icónica, ya no es parte de Cineteca Nacional desde inicios de este año, por lo que todo lo que se subió en versión web desapareció —¿o dónde quedó esa memoria?—.

Lo que parece trivial, me hizo pensar en las palabras finales del humanoide Roy Batty en la película de culto Blade Runner: «He visto cosas que ustedes, humanos, ni se imaginan: naves de ataque incendiándose más allá de los hombros de Orión. He visto rayos C centellando en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir».

El recuerdo de un algo ya perdido.
El recuerdo de algo ya perdido o extraviado.

Aunque por fortuna existe la versión extensa de la revista Replicante con el título «Ridley Scott paradójico y posmoderno», no está de más compartirles aquí una versión condensada de algo, que ya sabemos, se puede perder «como lágrimas en la lluvia».

De Leonardo Da Vinci a Ridley Scott

Los libros saltaron y bailaron como pájaros asados, con sus alas en llamas con plumas rojas y amarillas.

—Ray Bradbury, Fahrenheit 451

«Códice sobre el vuelo de las aves», manuscrito de Da Vinci.

En el libro Ridley Scott: la transparente visualidad del cine [Conaculta, 2012], escribe el crítico Ignacio Herrera que ese cineasta “no es un director gourmet, es el realizador del gran espectáculo”. Yo añadiría que el creador de Alien, el octavo pasajero (1979), Blade Runner (1982) y Lluvia negra (1989), entre otras, es en todo caso un artista en paradoja. En sus historias caben y se repelen la realidad y la ficción, la ciencia y el arte, en una permanente distopía. El cine, en sí mismo, es uno de los mejores espacios para demostrarlo, sobre todo en tiempos donde la realidad se ha metido entre las sábanas de la ciencia y la ficción.

El “cine” —explica Herrera—, en chino mandarín se dice “sueños eléctricos; sueños creados con luz, tecnología e imaginación; sueños conjuro de ciencia y ficción; sueños al amparo de una sala oscura”. Esto me remite a las ideas del pintor renacentista Leonardo Da Vinci, un personaje que recurría a la ciencia para entender el arte. Fritjof Capra, en su libro La ciencia de Leonardo [Anagrama, 2007], escribe que “la imaginación del artista está siempre estrechamente ligada a su comprensión intelectual de la naturaleza”. “Leonardo sintió que debía usar los gestos para representar los estados mentales y las emociones que los provocaban. Sostuvo que lo más importante en la pintura de la figura humana era expresar en gestos la pasión de las almas”.

Para Herrera, en los filmes de Ridley Scott “el ojo del espectador está en búsqueda incesante de sensaciones y esto lo obtiene el cineasta con sus composiciones. Allí sí, cada película cuenta con varios momentos en los cuales se comporta el cine como una pintura en movimiento a la que se le ha añadido el sonido para lograr un estadio superior. Algo que quizás es arte o tal vez simple cinematografía”.

De pájaros y paradojas al vuelo

Leonardo Da Vinci acostumbraba liberar aves. Pagaba el precio que le pedían por ellas en los mercados para sacarlas de sus jaulas y “devolverles la libertad perdida”. Esto me hace recordar a Roy Batty al final de Blade Runner, cuando le dice a Deckard, rescatado por el replicante cuando estaba a punto de caer de un edificio tratando de escapar de él: “Es toda una experiencia vivir con miedo, ¿verdad? Eso es lo que significa ser esclavo”. Después una paloma blanca, que Batty llevaba aprisionada en una de sus manos, vuela libremente hacia el cielo en el momento en que a él le acaece la muerte, programada desde su nacimiento por su inventor.

Da Vinci sostenía, con su “penetrante observación científica […] que, a diferencia de las plantas, los animales son sensibles al dolor porque tienen la capacidad de movimiento, y no deseaba provocarles dolor” [Fritjof Capra]. Me pregunto si al humanoide Batty su capacidad de movimiento también le producía dolor, como pensaba el pintor.

Ironías de la vida, el hermano del cineasta, Tony Scott, se suicidó el 19 de agosto de 2012 arrojándose desde el puente Vincent Thomas en el Puerto de San Pedro del distrito de Los Ángeles.  

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José Antonio Monterrosas Figueiras, editor cínico en Los Cínicos y periodista replicante en Replicante.
@jamonterrosas

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