EL DIETARIO DE ALMENDRA

¡Y maten a los ruckostars!

Almedra es una chica que quiere andar con hombres, pero no con esos ruckostar proveedores. «No estamos esperando anillo de matrimonio pero sí un acuerdo mutuo de ser compañeros en la vida y tomarnos de la mano, sin asfixiarnos o estrangularnos de celos y posesión». En tanto, Almendra caza pokémones. 

Por Almendra

«Y recuerda que, en el fondo, la gente no quiere acróbatas en la cama».

—Leonard Cohen.

Resulta que una semana después de mi último viaje prolongado a Nueva York, regresé a Morelia y me encontré al papá de una chica que fue mi alumna hace años. Jamás le dije “me gusta tu papá” –está divorciado de su madre desde hace mucho tiempo- por respeto y porque siempre me pareció prudente no decir nada.

¡Tremenda decepción que me he llevao! Dicen que verbo mata carita, pero esto no siempre aplica. Este chico a quienes mis amigas y yo veíamos en la universidad como la figura aspiracional -por lo menos para un fin de semana- resultó ser hasta hoy, un ruckostar.

¡Oh cruel decepción cuando lo vimos en aquel bar, besando a una gata vulgar! Sí, y es que con unos tragos encima, el tipo pierde el glamour. Y perdonen, que lo diga, pero era una gata de verdad. Claro que no debo juzgar su pasado, que yo también tengo el mío. Y no me avergüenzo tampoco. 

Lo decepcionante es que ya no es el chico en sus 20s o 30s. Ya tiene más de 40, sin ningún logro profesional, ni como artista, ni como dandi, ni como nada que yo sepa. No ha grabado ni un demo, no tiene casa –ni de Infonavit-, no tiene carro, y en aquel momento, tampoco novia. Eso es lo decepcionante, que te vayas acercando a tus 50 años y no tengas nada, ni a nadie que te espere en casa, más que un par de gatos. Y que atribuyas al gobierno el fracaso de haber sido dueño de un bar en una ciudad donde hay bares al por mayor. O puedes culpar a la influenza de no haber podido pagar a los meseros, ni de alcanzarte para la renta. ¡La vida es cruel!

¡Qué flojera estar ahí en un bar o en otro bar con un ruckostar! Verlo tocar, cantar o bailar con chicas que parecen gustar del rock & roll y que no saben que en su religiosa rutina, te llevará a cenar tacos al pastor a las tres de la mañana y llegarán a casa con olor a cebolla. Que para cuando estén en la cama se te quitarán las ganas de acercarte por el penetrante olor a cebolla y no por el paquete pene-trante que imaginabas antes de estar ahí. De repente sonará su celular con el tono de Darth Vader “Yes Master”. 

Las chicas seguimos buscando hombres, es verdad, pero no para ser proveedores del hogar –porque nosotras trabajamos y a veces hasta los superamos en ingresos-, es sólo que los necesitamos para que en caso de que se acerque un mamut, este hombre tenga el coraje y la valentía de matarlo por protegernos y así sentirnos orgullosas de él. Sí, bueno, ¿qué posibilidades hay de que se nos aparezca un mamut? Mejor me pongo a cazar pokémones.

Yo quería dormir, de verdad. A la mañana siguiente me fui, para nunca volver. A nuestra edad, ya no nos impresionan los rockstars postmodernos o los bohemios que cantan en bares y que se la pasan hablando de sus amigos “con dinero” o publican las fotos de los sitios que frecuentan “con sus amigos con dinero” pero no saben conversar de nada.

Mi amiga “X” se refería a que este hombre, por ejemplo, que por su oficio de cantante ha vivido de su voz, en un ambiente de excesos, donde lo que importa es hablar de sus amigos con dinero y de uno que otro viaje a Ixtapa o de aquella presentación en un canal de televisión local. A ella esto le parece decepcionante y a mí también. Ya me sucedió.

Pero digan lo que digan, nos encanta el romance. Y muchas de nosotras sí queremos eso que les causa terror como “estabilidad” o el “compromiso”. No, no se confundan, que no estamos esperando anillo de matrimonio pero sí un acuerdo mutuo de ser compañeros en la vida y tomarnos de la mano, sin asfixiarnos o estrangularnos de celos y posesión. Deseamos un chico con quien ir al cine, tomar una cerveza, leer un libro, salir al parque, pasear a su perro o jugar con su gato o quedarse en casa durmiendo y si para este tiempo cada uno tiene su espacio mucho mejor. Podemos compartir piso sin declarar una invasión. ¡Pero ya no más ruckostars!

Las chicas seguimos buscando hombres, es verdad, pero no para ser proveedores del hogar –porque nosotras trabajamos y a veces hasta los superamos en ingresos-, es sólo que los necesitamos para que en caso de que se acerque un mamut, este hombre tenga el coraje y la valentía de matarlo por protegernos y así sentirnos orgullosas de él. Sí, bueno, ¿qué posibilidades hay de que se nos aparezca un mamut? Mejor me pongo a cazar pokémones. ©

Almendra, “Almendrita” me decían cuando era niña.