PALABRERÍA
En el último respiro hubo poesía
El poeta y editor Gerardo Villanueva nos comparte a Los Cínicos cinco fragmentos que pertenecen a Partículas suspendidas, poema largo inédito, el cual está conformado por doce partes.
I
invadido el cielo de escuadrones
de dióxido
de carbono a quemarropa
pájaros-petardos en contorsión
atraviesan la estratósfera
entre fisuras de un macizo de nimbos —vistos
de lejos imitan el trazo de una urbe a la que nombraríamos
sin preeminencia dakar el cairo o karachi—
si a esto agregamos descargas eléctricas
crack sobreviene tormenta
perdigones
en
vertical
hace años que diluvian
desplomándose sobre el asma ostentoso de esta comarca
III
allá van pavesas PM10 máculas cuya emisión rezuma soberbia carámbanos en ascenso que tejen una barba al descuido balines en pugna con la estratosfera motas que se vuelven menos que puntos costuras-telarañas como estopas filamentos de queroseno cabriolean en el aire en pizcas de confeti-cochambre maquillaje de tizne al firmamento red de pringue estruendo de mugre hacia arriba y de regreso a los lados otra vez en vertical polvo de estrellas tigertall salpicadura sobre un manto corpúsculos zigzagueantes sorprendidos por un relincho bacteriano (ver clayton eshleman sealoque) maraña para confundir al sol ácido lloviendo durante años moléculas de elevados contenidos de aluminio calcio silicio y oxigeno fumaradas desprendiéndose de la corteza de la tierra de la diosa maquinaria de los individuos armadura de microglobos de helio aerostático sin fronteras en propulsión ejércitos que engarzan una vía láctea de negrura y más arriba de nuestra cabeza a treinta mil pies un boeing 707 liberando su estela de condensación capaz de conectarnos con la apatía de trillones de habitantes alrededor
VI
no el tian tan (templo
del cielo) en beijing
no su altar
ni su bóveda imperial
no vimos por polución
ni de lejos sus terrazas
concéntricas
sus barandillas
no la ciudad
prohibida
ni su muralla badaling
pero retratamos puñados
de velocistas
foráneas largas piernas
a zancadas y fatiga
—cubrebocas de rigor—
impregnando camellones avenidas
entre autobuses
furgonetas
y taxis
VIII
el virus
—lo juramos—
no entró por ventanas
ni por rendijas del calefactor
lo inocularon
—tenemos evidencia— de manera clandestina
como forma de rencor y de aversión
detrás de sus efectos
hay un plan
articulado por una mente maestra
esto lo sabemos —entre otras cosas—
porque muchos fueron vacunados
tiempo antes en centros de salud
por temor al contagio
y de nada
sirvió
fueron días de mala calidad
en el aire e inversión térmica
dijeron los responsables
algo como la niebla del 52
en Londres
pero sabemos que aquello nada
tuvo
qué ver
exigimos que ahora expliquen
con argumentos y pruebas
a qué se debe esta abulia colectiva
que no termina nunca aún
habiendo pasado
la mala
racha
XII
en su lecho de muerte
—dicen— el poeta jack
spicer murmuró “my vocabulary
did this to me” y entonces
en el último respiro hubo poesía
en esta ciudad —pongamos los ángeles
nueva delhi o abu dabi—
estamos muriendo de súbito
sin resuello sin solución
y los versos están muy lejos
de servirnos para algo ©
Gerardo Villanueva es autor de Transterra (Proyecto Literal, 2009), Feu G Rare (Colección Ínsula, UANL, 2016) y Patrivium (Mantis Editores-Secretaría de Cultura, Gobierno del Estado de Jalisco, 2016). Su trabajo se encuentra incluido en la muestra de poesía Diez y nota, selección juvenil Jalisco (Gobierno de Jalisco, 2011) y en la muestra de poesía visual mexicana La palabra transfigurada (Ediciones del lirio-Conaculta, 2013). Ha publicado en las revistas Luvina, Crítica, Metrópolis, Gaceta Literal, Tres pies al gato y Confabulario del diario El Universal, entre otras. Con El vuelo de Luci (cuaderno de tareas) (Fondo de Cultura Económica, 2013) obtuvo el Premio hispanoamericano de poesía para niños. Es editor en Luzzeta editores.
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