CINISMO

Breve repaso de la cultura judía en el cine nacional

Muchísimas referencias encontraremos si hurgamos en la historia del cine mexicano y su relación con la comunidad hebrea que llegó al país, pues el desarrollo de México, tanto comercial como cultural y tecnológico tienen marcados tientes de participación de la comunidad judía.

Por Héctor Trejo S.

Desde los orígenes del cine nacional el capital judío participó en la fundación de los primeros cines de los que se tiene memoria en el país. Así, el nombre de Jacobo Granat, es un referente en la historia de la exhibición cinematográfica mexicana, aunque también tuvo sus pininos como director y productor en los primeros años siglo XX, durante los últimos momentos del mandato de Porfirio Díaz y el tiempo de consolidación del presidente Francisco I. Madero, de quien fue un buen amigo. Granat fue en palabras de Shulamit Goldsmit, “el exhibidor cinematográfico más importante de principios del siglo XX” [1], ante lo cual se convirtió en un pilar indiscutible de la historia del cine mexicano, desde la vitrina de los exhibidores, un tema que con el paso de los años se convirtió en un tabú.

Desde la mitad de 1909, el judío de origen austriaco, se hizo dueño del Salón Rojo, uno de los cines más importantes de los primeros años de la cinematografía mexicana, en donde se cobraban 25 centavos la entrada para poder disfrutar de una tanda de películas. Un espacio de recreación popular de principios de siglo, que era visto de manera destacada como lo muestra una crónica de Jesús Flores y Escalante:

“A partir de 1906, en la unión de las calles de San Francisco y Coliseo, en un edificio de características eclécticas, pero más tendiente al neoclásico, que remataba con una hornacina amparado la imagen de basalto de la Virgen de Guadalupe, las puertas del extraordinario Salón Rojo se abrieron, después de una acuciosa restauración destinada a la comodidad de los futuros parroquianos. Este lugar de esparcimiento, nacido en el último periodo del paternalista porfiriato, cuando la energía eléctrica dominaba ya la escena de las grandes orbes… supliendo todo aquello que antes necesitaba de la mano del hombre o la bestia… apareció este gran salón…” [2]

En cuestiones económicas consiguió adueñarse, con su arduo trabajo, de una cadena de teatros y consolidar el Salón Rojo, mientras que se dio tiempo para apoyar activamente (sobre todo con recursos financieros) a Francisco I. Madero en la rebelión. Por solo citar algunas de las acciones importantes de apoyo, le ofrecía sus teatros para “los discursos de campaña del caudillo”. [3]

A pesar de su trascendencia benefactora, en 1918 Jacobo Granat se vio envuelto en una serie de problemas con los exhibidores mexicanos de la época, por considerar que estaba formando un monopolio de la industria exhibidora cinematográfica en la capital de la República, pues era el “concesionario exclusivo de la casa Pathé en México y propietario de ocho cinematógrafos”[4], ante lo cual decidió constituir en 1920 la sociedad Granat S.A., teniendo como socios a tres empresarios estadounidenses de nombre Randolph P. Jennings, Russell M. e Irving C. White, con quienes se mantuvo como accionista mayoritario, aunque consiguió mantenerse legalmente en el negocio de la exhibición.

Desde la mitad de 1909, el judío de origen austriaco,  Jacobo Granat, se hizo dueño del Salón Rojo, uno de los cines más importantes de los primeros años de la cinematografía mexicana, en donde se cobraban 25 centavos la entrada para poder disfrutar de una tanda de películas

Salón Rojo_Interior
Salón Rojo, el primer cine en México. Foto: Fundación Toscano.

Pero volviendo al tema de la realización cinematográfica, Jacobo Granat pudiera ser considerado como el primer director judío del cine mexicano, ya que dirigió, produjo y montó (editó) el documental Pro Jalisco, en 1921, un documental que seguía la línea temática de producciones como Baja California o A través de Sonora, cintas documentales que enaltecían los paisajes y valores de la gente que habitaba esos estados, como respuesta a la publicidad negativa que los estadounidenses había hecho del México en conflicto.

Así pues, Granat decide emprender un documental de ese corte sobre el estado de Jalisco, del cual es preciso mencionar, aún no tenía el ambiente de cultura popular y tradiciones con el que hoy en día cuenta, el cual fue introducido por el gobierno de Lázaro Cárdenas para generar identidad entre los mexicanos, apoyados precisamente por el cine. Para la realización de este documental, el judío de origen austriaco decidió apoyarse en el experimentado cinefotógrafo Rodolfo Rosas para concluir un producto cinematográfico de calidad. La estructura argumental del filme nos narra diversos lugares emblemáticos del estado como lo fueron el terreno donde despegaban los aeroplanos, el hipódromo del Rosario, así como algunas carreras de autos de la época.

Otro de los íconos culturales que destacaban en 1921 eran las corridas de toros y, una que fue simbólica tenía como protagonistas a Gaona y Pastor. El desarrollo industrial de la región tenía que verse reflejado en el documental y de hecho aparece como un elemento importante del estado de Jalisco. Al final, un documental publicitario del estado de Jalisco, que invitaba a quien lo viera a visitar la región.

El caso de Granat es particular, porque representa la inclusión del primer integrante de la comunidad hebrea en el cine mexicano, su trabajo como cineasta y exhibidor, es por sí solo un elemento histórico de suma importancia en este recuento.

El cine con temática judía en la actualidad

Después de Jacobo Granat ha habido un buen número de directores judíos en el cine mexicano, sin embargo apenas unos cuantos se han dado a la tarea de hablar de la comunidad o cultura judías en sus cintas, por lo que a continuación menciono los directores que lo hicieron y las cintas que hablan de estos tópicos.

En 1993, Guita Schyfter presenta una cinta basada en la novela homónima de Rosa Nissán Novia que te vea, un recuento de la llegada de un grupo de judíos a México y su posterior herencia en hijo y nietos. Todo ello usando como contexto el peculiar concepto de matrimonio de la mayor parte de la comunidad judía, en la década de los años setenta. El contrapeso argumental del filme lo aporta un análisis detallado a los problemas que enfrentan minorías como la comunidad judía, al integrarse a la cosmopolita sociedad mexicana, en parte puritana y en parte liberal, pero llena de conflictos sociales y políticos.

Novia que te vea nos narra la historia de Oshinica Mataraso y Rifke Groman. La primera procedente de una familia sefardita, que llega a nuestro país luego de haber sido expulsada por los Reyes Católicos. La segunda perteneciente a los ashkenazi, quienes tuvieron que enfrentar el holocausto. La estrategia narrativa de la directora Guita Schyfter es seccionar el filme en cuatro partes, comenzando con la “llegada de los abuelos en 1927, la juventud de las muchachas en 1951, su etapa adulta en 1962 y un momento final ubicado en los años 70”. [5] Las costumbres y creencias, así como los conflictos de comunicación entre Oshinica y Rifke son un tema que pone de manifiesto las diferencias entre las propias comunidades judías, pues a pesar de que ambas son judías y nacidas en México, se nota los detalles que las hacen diferentes. Así pues, el filme propone reflexionar en torno a que la identidad nacional está integrada por diversos grupos, que luchan por conservar sus propias tradiciones y costumbres, pero al mismo tiempo permiten a la cultura local formar parte de su cultura. El filme, redondo en todos los conceptos cinematográficos, es protagonizado por Angélica Aragón, Claudette Maillé, Maya Mishalska, Ernesto Laguardia, Verónica Langer, Mercedes Pascual y Pedro Armendáriz.

El brindis (2007), es la ópera prima del cineasta chileno Shai Agosin –egresado New York Film Academy-, quien consigue en esta coproducción de México y Chile construir un relato sobre Emilia (Ana Serradilla), una fotógrafa mexicana que viaja a Chile, con el único afán de conocer a Isidro (Pepe Soriano), su padre, a quien nunca ha visto. Su viaje está rodeado de inseguridad y nerviosismo, pues teme todo lo que va a enfrentar, considerando que puede cambiar su vida de manera radical y en un sentido que no desea. En Chile conoce a su familia, quien muestra una postura hipócrita, con los brazos abiertos pero sembrando inconformidad a sus espaldas, haciéndola entender que llegó a un mundo muy alejado del suyo. Emilia se encuentra muy resentida porque su padre la dejó de ver desde muy pequeña, aunque ahora Isidro la invita para festejar junto a su familia su «Bar Mitzva» -una ceremonia que realizan los judíos varones a los 13 años de edad y que dentro de esa religión representa alcanzar la mayoría de edad, adquiriendo así, según las leyes y tradiciones de esa religión, una participación completa dentro de su comunidad-, sin importar lo avanzado de su edad. En su reencuentro familiar, Emilia se topa con su hermano Carlos (Pablo Krôgh), que es presidente de la comunidad judía y sumamente desconfiado; con Rubén (Alejandro Trejo), un tipo más tranquilo y de mejor carácter que el anterior. A pesar de parecen estar contentos con su visita, ambos repudian a Emilia, porque fue el resultado de una aventura de Isidro. Una cinta sumamente interesante, que abona aspectos importantes a la construcción de la cultura judía hecha por el cine mexicano.

Otro filme digno de considerarse en este recuento es Morirse está en hebreo (2007) del cineasta mexicano Alejandro Springall formado en la London Film School, el cual nos narra los aspectos característicos del ritual del sepulcro judío, vistos con un toque de sarcasmo. Ahí nos cuenta el proceso de duelo que tiene que vivir una familia judía-mexicana, luego de la súbita muerte del abuelo Moishe. La representación de los rituales funerales de un encierro obligado, que anteceden a una purificación que asume la familia y amigos. Springall ofrece la posibilidad de mostrar los aspectos velados del ritual, lo que permite descubrir algunos de los secretos familiares que han guardado. Un ritual que cambia de cultura en cultura y que nos muestra una situación bastante enriquecedora, en lo que a conocimientos de cultura popular se refiere.

Cinco días sin Nora (2008) es otro filme que aporta a la descripción de la cultura popular judía. El filme dirigido por la cineasta Mariana Chenillo, aborda desde otra óptica el tema del sincretismo religioso y el suicidio visto por la comunidad judía.

Cinco dias sin Nora_Interior

Cinco días sin Nora (2008) es otro filme que aporta a la descripción de la cultura popular judía. El filme dirigido por la cineasta Mariana Chenillo, aborda desde otra óptica el tema del sincretismo religioso y el suicidio visto por la comunidad judía. La cinta que ganó 10 premios internacionales, incluidos el de mejor película en La Habana, Moscú, Mar del Plata y Morelia, nos muestra el respeto por las personas de edad avanzada entre los hebraicos, pero también las estrictas leyes que deben cumplir quienes pertenecen a esta comunidad. “La película (…) trata de una familia en Ciudad de México. La madre de la familia, Nora, pone la mesa para la cena de la Pascua judía (Pésaj o, en inglés Passover). Parece que va a haber una gran celebración familiar ese día. Pero Nora los sorprende a todos”. [6] El filme fue protagonizado por Fernando Luján, Cecilia Suárez, Ari Brickman, Enrique Arreola y Angelina Peláez.

Finalmente, El premio (2011) es la última película que ocupa este recuento. La cinta, coproducción de México, Francia, Alemania y Polonia, fue dirigida por Paula Markovitch. El filme narra la historia de una pequeña niña llamada Cecilia, a quien su familia le ha encomendado guardar un secreto muy grande –su religión judía-, el cual no puede entender por completo. La vida de su familia depende de que la niña mantenga este secreto en silencio, pues ella y su madre viven escondidas de la represión militar en Argentina. Con estos interesantes elementos argumentales, se construye una historia por demás interesante, que ubica a la cultura judía en el momento de la dictadura y reprimenda militar en Argentina. El premio (Paula Markovitch, 2011), que a pesar de haber sido coproducida por México, Francia, Polonia y Alemania, ha sido rodada en Argentina con actores argentinos y cuenta con un ‘relato de infancia’ bajo la dictadura militar argentina…[7] Este largometraje fue protagonizado por Laura Agorreca, Sharon Herrera, Paula Galinelli Hertzog, Viviana Suraniti y Uriel Iasillo. ©

[1] Goldsmit, S. y Gurvich N. (2009). Sobre el judaísmo mexicano: diversas expresiones de activismo comunitario. México: Universidad Iberoamericana.

[2] Flores y Escalante, J. (2010, marzo 19). Salón Rojo, Vida cosmopolita en la Ciudad de México. En Revista Relatos e Historias en México, México.

[3] Krause, C. (1987). Los judíos en México: Una historia con énfasis especial en el periodo de 1857 a 1930″. México: Departamento de Historia, Universidad Iberoamericana.

[4] Leal, J. (2014) 1901: Segunda parte. El cine se difunde: Anales del Cine en México, 1895-1911. México: Juan Pablos Editor S.A.

[5] Televisión Mexicana S.A. de C.V. (2015). Novia que te vea. Julio 14, 2015, de Canal 22 Sitio web: http://cinema22.canal22.org.mx/sinopsis.php?id=198&barra=Mexicano.

[6] Méndez-Faith, T. y McVey, M. (2012). Cultura y cine: Hispanoamérica hoy. Estados Unidos: Newburyport, MA: Focus Pub.

[7] Dufays, S. (2014). El niño en el cine argentino de la postdictadura (1983-2008): alegoría y nostalgia. Argentina: Monografías.

Héctor Trejo S.
En el alucine.

Héctor Trejo S. es académico, crítico de cine y cineasta independiente.

@Cinematgrafo04